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Cubierta del libro de Ignacio Camacho 'Cataluña, la herida de España'ALMUZARA

"El combate de los hechos contra los hechos alternativos es uno de los grandes desafíos del mundo moderno", señala el periodista

MADRID, 7 (EUROPA PRESS)

El periodista y columnista de ABC Ignacio Camacho ha publicado este mes de diciembre un nuevo libro titulado 'Cataluña, la herida de España' (Ed. Almuzara) en el que relata y reflexiona sobre la "crisis de octubre" en la región en clave de "revolución posmoderna". "Es una revolución posmoderna, porque aúna el nacionalismo, el populismo y las herramientas estratégicas y tácticas propias del populismo posmoderno, que son las redes, la propaganda y los bulos", asegura el escritor.

El volumen compone un relato acerca de lo ocurrido a partir de varios textos de carácter ensayístico escritos hasta el 27 de octubre (día de la declaración de independencia y de la aplicación del artículo 155) y de una selección de columnas publicadas este año en el diario 'ABC'. Según reconoce, "hasta cierto punto es pronto" para dibujar una perspectiva histórica acerca de lo acontecido este año en Cataluña, pero "también es verdad que no es un conflicto reciente". "Viene latiendo en España desde los últimos 30 años, y eso permite elaborar un cierto análisis sobre cómo se ha llegado hasta aquí", ha explicado a Europa Press.

Uno de los planteamientos en los que hace hincapié Camacho en la nueva publicación consiste en que lo acontecido en Cataluña no es "la revolución de las sonrisas" sino "la revolución de las mentiras". "Todo el planteamiento del proceso independentista, pero sobre todo la revuelta, ha estado montados sobre una colección de patrañas, de supercherías. Lo que ahora llamamos posverdades. Por eso decimos que es una revolución posmoderna, porque aúna el nacionalismo, el populismo y las herramientas estratégicas y tácticas propias del populismo posmoderno, que son las redes, la propaganda y los bulos", asegura.

PERIODISMO EN LA ERA DE LA POSVERDAD

En este sentido, cree que el nacionalismo contaba con una "ventaja extraordinaria" desde el la perspectiva de la comunicación en comparación con "la prensa convencional" y el Estado tanto por su uso de las redes sociales, "que ahora son hegemónicas", como por el hecho de que, según dice, "la prensa convencional en Cataluña ha sido permeada durante mucho tiempo por el régimen nacionalista a través de subvenciones".

"El combate de los hechos contra los hechos alternativos es uno de los grandes desafíos del mundo moderno", señala Camacho, que apostilla que esa es justamente una "parte sustancial de la responsabilidad del periodismo".

Sin embargo, reconoce que los periodistas y los medios de comunicación convencionales "llegan hasta donde llegan", y que las prácticas del 'fact-checking' y la persuasión circunscriben su efectividad al "alcance de los medios convencionales, frente a unas redes que ahora mismo son hegemónicas".

"Ese es el estado del periodismo contemporáneo. Ya no tenemos el monopolio de la información, para bien y para mal. Pero no importa, las batallas hay que darlas al margen de la esperanza o no del resultado. Es la responsabilidad profesional y ética del oficio", subraya.

Pese ello, señala que se ha producido un fuerte incremento de la demanda de periodismo de interpretación y de opinión ante la "zozobra institucional que provocó la revuelta", algo llamativo en tanto que, antes de octubre, abordar la política catalana en las tertulias significaba que la audiencia se fuera, según dice.

"Disparó las audiencias y convirtió Cataluña en el tema de prioridad absoluta en la opinión pública española. Y lo sigue estando --asegura--. Ha sido un pendulazo brutal: del cansancio y del hartazgo hasta que la gente percibió que había un peligro real, porque es verdad que la revuelta puso al Estado al borde del colapso. Entonces se produjo una demanda exponencial de comunicación, de interpretación, de contexto y de información periodística".

NO HAY SOLUCIONES A CORTO PLAZO

En cuanto a la situación actual del conflicto, indica que "no ve soluciones a corto plazo" porque, aunque "el artículo 155 sofocó la revuelta", se trata de una solución "provisional".

"En este conflicto el Estado ha llegado muy tarde y no solo ha venido tarde en octubre, que también, sino tarde en sentido diacrónico. El Estado no ha comparecido en Cataluña desde hace 30 años, se ha ido retirando. Las mejores soluciones no son malas pero tampoco son óptimas. Hay conflicto para rato, aunque es verdad que no va a haber otro enfrentamiento u otro golpe a cara de perro como el de octubre a corto plazo. Eso sí lo ha frenado el Estado, pero el conflicto sigue ahí y va para largo", lamenta.

De hecho, cree que una de las consecuencias de la "crisis de octubre" es el haber producido "una fractura muy importante tanto en la sociedad catalana como entre Cataluña y el resto de España" que dejará "heridas graves" imposibles de solucionar en un lapso de tiempo corto. Aún así incide en su desacuerdo con quienes "piensan que la responsabilidad es compartida". "La responsabilidad es de quienes han desencadenado el conflicto, es del independentismo catalán. No quiero equidistancias", ha manifestado.

Sobre la continuidad de la tensión en la región, indica que en la actualidad "hay un nivel alto de politización en el independentismo" provocado por la "activación" que se ha llevado a cabo desde organizaciones sociales como la ANC y Ómnium Cultural y no cree que la politización vaya a reducirse a corto plazo. "La prueba es que después de haber sofocado la revuelta y después del esperpento de Puigdemont, el voto prácticamente sigue inmóvil en las encuestas", destaca, aunque reconoce como un "síntoma positivo" que la aplicación del artículo 155 se haya llevado a cabo "sin ninguna resistencia".

MIEDO A APLICAR LA AUTORIDAD "LEGÍTIMA"

Por otra parte, Camacho critica que desde el Estado se ha "titubeado demasiado en aplicar la autoridad democrática para la que estaba perfectamente legitimado", algo que choca con el hecho de que "cuando la ha aplicado, ha resuelto en buena medida el desafío".

A su juicio, entre otras causas, esto se debe a que "en el paradigma posmoderno están mal vistos los ejercicios de autoridad y de legitimidad democrática". "Está mal visto decir que no, y es necesario decir que no muchas veces".

Junto a esto, señala que "desde el principio de la democracia el papel de los nacionalistas ha estado sobredimensionado en su condición de bisagra electoral. "Ha habido un cierto pacto o reparto de responsabilidades: 'Ustedes estabilizan al Gobierno y el Gobierno no se mete en Cataluña'. Eso ha servido para que el nacionalismo construyera estructuras de Estado en gran deslealtad", valora.

"Hay un cierto miedo al ejercicio de la legitimidad. La autoridad, cuando es democrática, es legítima y no hay que tenerle miedo. Hay un cierto complejo y un cierto remordimiento de ser Estado. Cataluña es España y por tanto el Estado tiene una responsabilidad también sobre Cataluña. Cuanto más ha tardado en ejercerla, más se ha complicado el conflicto", añade el periodista.

Para el futuro, Camacho se hace eco de la expresión de Javier Gomá en la que dice que "hay que enseñar al nacionalismo a gestionar la frustración", un concepto que "políticamente tiene mala prensa". A su juicio, esta posición "no es paternalismo", sino que es una obligación de todos "gestionar las propias frustraciones" y "el nacionalismo tiene que acostumbrarse también". "Decía Ortega y Gasset que 'Cataluña quiere ser lo que no puede ser', y hay que dejar muy claro que Cataluña no puede ser independiente", concluye.

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