• Detrás de estos sistemas que cuesta millones desarrollar están compañías con ánimo de lucro que rinden cuentas ante sus inversores
  • El 'Rusiagate' abrió a los ojos a más muchos sobre cómo el contenido que se distribuye por redes sociales no siempre es real
  • Facebook preguntará a los usuarios si están familiarizados con una determinada fuente de noticias y si confían en ella
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Facebook, Google, Netflix, Twitter, Amazon… todos los grandes de Internet trabajan, desde hace tiempo, en hacer más inteligentes sus plataformas. Detrás de las inteligencias artificiales cientos de miles de algoritmos gestionan toda la información que estas empresas guardan sobre sus productos y usuarios. La tecnología del presente y del futuro se muestra como un sirviente de los clientes, pero es un arma de doble filo que preocupa cada vez más.

Por algoritmo se entiende un conjunto de órdenes o reglas preestablecidas en el que se tienen en cuenta factores externos para llegar a una meta. Por ejemplo, cada vez que un usuario hace una búsqueda en Google, el gigante de Internet pone en marcha el suyo para rastrear la gran red de redes en busca del resultado perfecto para esa persona. El algoritmo se encarga de averiguar los gustos del usuario que hace la consulta y para ello tiene en cuenta la información que esté almacenada si está registrado con una cuenta de Google, algo obligatorio en el caso de que tenga un teléfono Android o que tenga abierta su cuenta de GMail en su ordenador, que esté en las cookies o a través de otros métodos. Todos esos datos se cruzan esos los recopilados en Internet a través de las denominadas ‘arañas’ que rastrean todas las webs. El cruce de datos ofrece un listado de enlaces organizados por afinidad a la búsqueda (todo esto sucede en cuestión de milésimas de segundo).

Detrás de estos sistemas que cuesta millones desarrollar están compañías con ánimo de lucro que rinden cuentas ante sus inversores

Adelantarse al usuario es la gran preocupación de los gigantes de Silicon Valley. El tiempo es oro y todos quieren que sus clientes encuentren rápido lo que deseen y queden satisfechos. Pero como todo sueño, la perfección de los algoritmos también tiene una parte de ilusión. Detrás de estos sistemas que cuesta millones desarrollar están compañías con ánimo de lucro que rinden cuentas ante sus inversores. Alphabet supera los 800.000 millones de dólares de capitalización en bolsa, Facebook roza los 550.000 millones y Amazon supera los 650.000 millones.

El fin último de los algoritmos está enfocado hacia incrementar la cuenta de resultados de las compañías. Pero hasta qué punto entra en conflicto con la idea de que Internet es una gran fuente de datos libre? Uno de los mayores defensores de que vivimos tras un “filtro burbuja” es el activista Eli Pariser, uno de los más críticos de los grandes ‘genios’ e imperios de Silicon Valley, de los que asegura que "son revolucionarios sociales cuando les conviene, y empresarios neutrales y amorales cuando no". La teoría de Pariser es que “Internet decide lo que lees y lo que piensas”, teoría que cuenta cada vez con más adeptos gracias a los últimos cambios y movimientos en el sector.

FACEBOOK MUEVE FICHA EN SU TIMELINE

Cada segundo, más de 14.000 usuarios abren su sesión en la red social más grande del mundo. Lo primero que se encuentran es el denominado NewsFeed, el ‘timeline’ principal en donde se pueden consultar las publicaciones de amigos, páginas, eventos o grupos con los que el usuario tiene alguna relación. Originariamente esta lista de publicaciones se organizaba de forma cronológica, las publicaciones más recientes ocupaban las primeras posiciones e iban bajando cuando iba pasando el tiempo. El algoritmo que Facebook comenzó a integrar cambió el orden y promociona los post que más viralidad han tenido, de esta forma la plataforma ayuda al usuario a ver sólo aquello que ‘merece la pena ver’ y que a otros usuarios les ha gustado.

El último giro de llave de Facebook ha hecho que las publicaciones corporativas, es decir, las que hacen los medios de comunicación con sus noticias o las empresas sobre sus novedades, pierdan valor y tengan menos visibilidad. El anuncio de Mark Zuckerberg ha sido la gasolina que ha avivado un gran fuego que llevaba tiempo ardiendo lentamente.

El ‘Rusiagate’ abrió a los ojos a más muchos sobre cómo el contenido que se distribuye por redes sociales no siempre es real

Las críticas a Facebook llegan cuando aún no está claro cómo la inteligencia rusia usó o no la red social y otras plataformas online para promover mensajes que decantaran la opinión de los votantes estadounidenses en las elecciones que acabaron con Donald Trump en la Casa Blanca. El ‘Rusiagate’ abrió a los ojos a más muchos sobre cómo el contenido que se distribuye por redes sociales no siempre es real y la influencia que puede tener sobre la opinión pública.

Con más de 2.000 millones de usuarios, la red social fundada por Mark Zuckerberg se ha convertido en el medio de información para millones de sus usuarios. La preocupación llega cuando lo que se ve o no depende de un algoritmo y de que este sea capaz de diferenciar la verdad de la mentira y de ser ecuánime con una u otra posición ideológica. ¿Son tan inteligentes las máquinas?

MURDOCH PIDE CUENTAS A ZUCKERBERG

El miedo a que algoritmos como el de Facebook pueda decantar la opinión de los usuarios hacia uno u otro lado no es el único. Los medios de comunicación han puesto el grito en el cielo en lo que consideran un ataque contra ellos. Restarle visibilidad a sus publicaciones obligará a muchos a contratar campañas publicitarias en la red social para lograr con el tráfico pagado lo que perderán de tráfico orgánico.

Rupert Murdoch, el magnate de los medios de comunicación cuya fortuna roza los 16.000 millones de dólares según Forbes, ha sido el más crítico con Mark Zuckerberg y su decisión de cambiar el algoritmo del NewsFeed de Facebook. A sus 86 años, controla un imperio mediático del que destacan Fox News, The Times o The Wall Street Journal. Murdoch se ha despachado a gusto contra la red social en una carta hecha pública esta semana. "Si Facebook quiere reconocer a los editores 'de confianza', entonces debería pagar a los editores una tarifa de transporte similar al modelo adoptado por las compañías de cable. Los editores obviamente están mejorando el valor y la integridad de Facebook a través de sus noticias, pero no están siendo recompensados ​​adecuadamente por esos servicios. Los pagos de transporte tendrían un impacto menor en las ganancias de Facebook, pero un gran impacto en las perspectivas de editores y periodistas", sentenció abriendo un nuevo debate entre medios y redes sociales.

FACEBOOK PONE EN MANOS DE SUS USUARIOS LA VERIFICACIÓN

La respuesta por parte de la empresa al aluvión de críticas no se ha hecho esperar, más aún después de ver cómo su capitalización bursátil cayó más de 30.000 millones de dólares tras el anuncio. Es decir, unas dos veces la capitalización de Twitter o lo que vale Repsol en el mercado español.

La red social preguntará a los usuarios si están familiarizados con una determinada fuente de noticias y si confían en ella

Mark Zuckerberg volvió a usar su página en la red social para explicar el papel que desempeñarán los usuarios en la verificación de los contenidos. La persecución de las ‘fake news’ llevó a Facebook a desarrollar un departamento completo que tratase de perseguir estos contenidos, e incluso ha tenido participación de expertos externos, pero finalmente contará con los propios usuarios para intentar encontrar la solución final. La red social preguntará a los usuarios si están familiarizados con una determinada fuente de noticias y, en caso afirmativo, si confían en ella.

El objetivo de esta medida es discernir entre aquellos espacios de noticias en los que "solo" confían sus lectores o espectadores y aquellos otros que tiene la "amplia" confianza de la sociedad, "incluso de aquellos que no los siguen directamente". La reacción de la red social intenta responder a la preocupación de los editores y de los usuarios, cada uno con sus argumentos, y defiende que no busca cortar las fuentes de información, sino “cambiar el equilibrio” hacia aquellas que han demostrado ser fiables según la comunidad.

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