MADRID, 4 (EUROPA PRESS)

Las especies más antiguas de vertebrados que sobreviven hoy en día, como el sapo de caña y el león marino de California, que han perdurado más allá de los fenómenos ambientales extremos, serán más propensos a adaptarse a los futuros cambios climáticos que las especies más jóvenes, como el hámster europeo, según concluye un estudio publicado en la revista de acceso abierto 'BMC Evolutionary Biology'. Estas especies incluyen aquellas con diversas formas de color; que dan a luz crías vivas; y/o que viven en latitudes más bajas.

Investigadores de la Universidad de Lausana, en Suiza, identificaron los factores que hacen de algunas especies más vulnerables a la extinción que otras y vieron que existen grandes diferencias en la capacidad de las especies para persistir en escalas de tiempo evolutivo. Los investigadores creen que sus resultados serán útiles para los conservacionistas y les ayudarán a predecir qué especies están más amenazadas por el cambio climático.

El doctor Sylvain Dubey, de la Universidad de Lausana, uno de los autores, señala: "Hemos proporcionado una imagen completa de los factores que determinan la resistencia de las especies. Organismos que han persistido durante mucho tiempo y han sobrevivido a través de una amplia gama de condiciones ambientales pueden ser más propensos a hacer frente a las futuras modificaciones de su entorno. Por el contrario, un taxón recientemente evolucionado no se ha evaluado en el mismo grado".

Dubey añade: "Mirar la historia de la supervivencia de la especie nos ayudará a predecir cuáles podrían estar en mejores condiciones de enfrentarse al cambio climático actual y predecir mejor el estado de amenaza de las especies en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)".

LOS VIVÍPAROS, MÁS RESISTENTES A CLIMAS FRÍOS

Los investigadores observaron más de 600 especies de todas las clases de vertebrados en todo el mundo e hicieron un análisis filogenético para examinar las relaciones evolutivas entre las especies. Estudiaron el efecto de la ubicación geográfica; el modo de reproducción; la dependencia de los recién nacidos; el tamaño corporal; y las variaciones de color entre individuos de la misma especie.

Los científicos encontraron que las especies con diferentes individuos de colores; las que dan a luz crías vivas; y/o aquellas que viven en las latitudes bajas fueron las más resistentes a los cambios ambientales del pasado. Las especies que se encuentran en latitudes más altas tendían a ser más jóvenes, porque las tasas de extinción son mayores en las latitudes altas, mientras que las bajas latitudes ofrecen condiciones climáticas más estables.

Las especies ovíparas (organismos que ponen huevos) que se encuentran en latitudes más altas también tienden a ser más jóvenes. Sin embargo, la distribución latitudinal no tuvo influencia en los vivíparos (organismos que dan a luz crías vivas), lo que sugiere que son más resistentes a los climas fríos. La evolución de viviparidad se asocia con la capacidad de las especies para habitar en climas fríos.

El color del cuerpo es una influencia evolutiva importante, ya que está implicado en el comportamiento y las interacciones depredador-presa, y permite que las especies exploten una gama más amplia de tipos de hábitat. Especies polimórficas de color (organismos con al menos dos formas de colores diferentes) eran de mayor edad, en un promedio de 1,86 millones de años, en comparación con las especies con ninguna variación de color individual.

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