¿No hay algo un tanto maravilloso en el voto de Escocia por su independencia el próximo jueves? Para Martin O’Rourke, editor jefe de Saxo Bank, el simple hecho de que el proceso se esté llevando a cabo ya es notable. En su opinión, en un mundo complejo como el actual, “realmente se debe celebrar que los principios fundamentales que respaldan a la sociedad occidental y las tradiciones europeas permiten que se lleve a cabo este proceso justo y democrático”. La votación se celebra el próximo jueves.

Escocia_Edimburgo

Una visión política positiva que, para O’Rourke, debe imponerse a las amenazas de poderes económicos como los del banco Royal Bank of Scotland (RBS) que advertía esta semana que si gana el 'sí' a la independencia se llevará su negocio a Londres. También cree que el mensaje democrático que supone que se celebre el referéndum debe imponerse a las serias advertencias sobre el impacto de la independencia sobre la economía de Escocia y el resto del Reino Unido.

Información en riguroso directo sobre el referéndum de Escocia.

Reconoce, no obstante que “nadie niega que hay asuntos importantes en juego. No ha sido fácil para la libra esterlina, ya que el impulso detrás de la campaña por el 'sí' es cada vez mayor y los mercados odian la incertidumbre por encima de todo. También es probable una poderosa discusión por el petróleo del Mar del Norte una vez que esto se acabe, aunque el voto por el 'no' gane”. De hecho, desde el propio Saxo, enumeran los riesgos a los que se enfrentan los inversores en este proceso y vaticinan el “camino al caos” a corto plazo (leer aquí).

The New York Times recuerda hoy en un editorial sobre las consecuencias económicas de la independencia de Escocia, que el país busca un modelo al estilo escandinavo, pues sus dirigentes han sido tradicionalmente liberales, pero que deben tener en cuenta lo difícil que sería mantener un modelo así sin la libra esterlina. El rotativo recuerda que la economía escocesa se basa en los servicios financieros y el petróleo del Mar del Norte, uno de los activos que se disputan los partidarios del 'sí' y los del 'no'. Reconoce que el desempleo apenas es del 6%, pero enumera problemas a los que se enfrentaría.

Uno de ellos sería que, en caso de seguir usando la libra, el país sería tan vulnerable como lo ha sido el euro en los últimos años, porque se produciría una unión monetaria sin unión fiscal, ni política, ni económica. Compara el rotativo a una Escocia independiente con España, Grecia o Italia, países cuyos problemas económicos se incrementaron porque no disponían deun banco central que devaluara la moneda, y se vieron condenados a asumir políticas de austeridad diseñadas por otros. Eso le sucedería a Escocia.

El profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, comenta de hecho que si a Escocia no se le permite entrar en la Unión Europea (UE), elnuevo país no podrá adoptar el euro, y tendrá que fundar una unión monetaria con Reino Unido. Roubini recuerda, además, que entonces no solo se echaría de menos una unión fiscal y poltica, sino una unión bancaria, necesidad que ha quedado latente con la crisis europea.

ALIENTO PARA OTROS NACIONALISMOS

Avisa O’Rourke además de que “las consecuencias para Europa en su conjunto también son claras” y aquí menciona a Cataluña y también al País Vasco: “Si Escocia escoge la independencia, entonces los catalanes y los vascos estarán golpeando las puertas de Madrid; la minoría flamenca en Bélgica tendrá esperanzas para irse por su cuenta; e, incluso, algunas partes de Italia podrían impulsar hacia el camino de la soledad”.

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O’Rourke considera, al analizar los extremismos en Europa, que el proceso escocés “se merece un aplauso”: “En Ucrania, la guerra civil desatada con Moscú ha influenciando a los representantes políticos aproximadamente un cuarto de siglo después de que Kiev lograra zafarse de la Unión Soviética. Llega el año 2039, ¿alguien se imagina un escenario en el que Londres pudiera incentivar a los separatistas al norte del Muro de Adriano a apoderarse de partes del territorio? Obviamente, esta idea es ridícula”.

“¡Buena suerte, Escocia, decidan lo que decidan!”, concluye O’Rourke.

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