• Asegura que sus usuarios no obtienen beneficio con los precios ofertados
  • El 30% de su plantilla trabaja para detectar 'fraudes' en su red social
blablacar

La economía colaborativa es más que una realidad. Muchos sectores han visto como la digitalización ha revolucionado la manera de entender los negocios. Este es el caso de Blablacar, una plataforma para compartir coche en viajes de media y larga distancia que ha revolucionado la forma de viajar para sus usuarios.

Somos legales porque compartir gastos legal, y eso es lo que hacen nuestros usuarios

Tras el cierre de Uber, el popular servicio de transporte que ha encolerizado a los taxistas de todo el mundo, la sombra se cierne sobre otras compañías que basan su funcionamiento en los acuerdos entre particulares. “Nuestro papel no es valorar una decisión judicial que no nos compete porque somos una plataforma distinta a Uber”, señalan fuentes de Blablacar. “Somos legales porque compartir gastos es legal, y eso es lo que hacen nuestros usuarios”, recalcan.

Los varapalos judiciales que está recibiendo Uber en todo el mundo tienen como base la competencia desleal, ya que los conductores carecen de licencia para transportar viajeros y lo hacen con un lucro. En España, la patronal del transporte también se ha quejado en repetidas ocasiones de compañías como Blablacar o Amovens, que sirven para poner en contacto a conductores que realizan un viaje y quieren compartir trayecto con otros usuarios registrados en sus webs.

“Nosotros cumplimos con la legalidad nacional. No somos competencia desleal porque no somos un sistema de transporte, somos una red social que falicita que personas conecten en la web”, añaden desde Blablacar. “Nuestra plataforma se diseñó para que los usuarios puedan ahorrar viajando juntos y nunca para que reciban un beneficio extra”, subrayan.

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¿PRECIOS, TARIFAS O PROPINAS?

El artículo 101 de la Ley 17/1987 de Ordenación de los Transportes Terrestres recoge que “en ningún caso, salvo el supuesto de percepción de dietas o de gastos de desplazamiento para su titular, el transporte particular puede dar lugar a remuneraciones dinerarias directas o indirectas”. Esta es la baza que defiende Blablacar para diferenciarse de plataformas como Uber.

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Somos una red social y el 30% de nuestra plantilla trabaja para que no haya un lucro en los anuncios

Aún así, el sistema de precios que fija la web de Blablacar puede permitir al conductor obtener un rédito. Según la capacidad del vehículo y la cantidad de viajeros que vayan en él, el conductor podría obtener más dinero del que supone llenar el tanque de gasolina. Aún así, fuentes de Blablacar concluyen que “cuando un conductor sube el precio recomendado, a los usuarios les aparece en otro color, y no puede subirlo hasta donde quiera: hay un límite”.

En este sentido, recuerdan que “el pasajero tiene poder de elección, pero además más del 30% de nuestra plantilla trabajan a diario para vigilar que no exista ánimo de lucro por parte de los usuarios y así expulsar de la red social a las personas que incumplan esa norma”.

Así todo, Fenebus, la patronal de los autobuses, ha presentado quejas en diferentes organismos, como la Comisión Nacional de Competencia o el propio Ministerio de Fomento alegando “el intrusismo” de empresas como Blablacar. Muchos expertos manifiestan que en la regulación existen importantes lagunas ante el auge de estos servicios que se sostienen por la ‘colaboración’ entre particulares.

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