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¿Caerá Europa en la deflación y romperá el crecimiento mundial? Esta pregunta se ha colado en la 'mente colectiva' de los mercados financieros y fue de partida del debate que se produjo entre el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers, y el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en el marco de la reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se celebró la semana pasada.

Señala Matthew Schoenfeld, de Driehaus Capital Management y ex de Morgan Stanley, en Forbes, que el político germano reiteró la postura de Alemania de una mayor disciplina fiscal y reformas estructurales; mientras que el estadounidense, apostó por todo lo contrario: “Hace falta una discontinuidad en la estrategia (…) el fortalecimiento de la demanda y evitar la inflación hará que las reformas estructurales sean más fáciles”.

Schoenfeld explica que fue asistente de investigación de Summers cuando estudiaba en Harvard antes de afirmar: “La historia sugiere que Summers será reivindicado, mientras que Schäuble quedará como un tonto, y esto debería ser obvio incluso para el observador más imparcial”.

LOS FALLOS DE LA POSTURA ALEMANA

En primer lugar, recuerda, “es importante señalar que la postura alemana de 'crecimiento por austeridad' ya se puso a prueba y falló hace menos de una generación”, y señala al Tratado de Maastricht de 1992.

“La experiencia de Francia e Italia durante este periodo es muy ilustrativa: ambos necesitaban reducir su déficit que duplicaba el 3% permitido por Maastricht, congelaron el gasto público” y alcanzaron el objetivo marcado pero entre 1994 y 1998 el PIB italiano se contrajo un 0,7% anual, y el francés creció solo un 0,6%.

La segunda realidad importante para esta experto es que “la demanda pública de Alemania de 'apretarse el cinturón' aumenta la rotación del liderazgo y, sin saberlo, subvierte la renovación estructural que exige”, pues las reformas que exige necesitan capital político y continuidad administrativa.

El coste político de Maastricht para los líderes del momento en Italia y Francia, Romano Prodi y François Mitterrand, es de nuevo descriptivo; pero, más recientemente, por ejemplo, “los esfuerzos para apaciguar a Alemania con recortes presupuestarios rápidos llevaron a la salida en 2013 del primer ministro italiano, el tecnócrata Mario Monti, y han hecho al galo, François Hollande, tremendamente impopular”.

Así las cosas, Schoenfeld concluye: “Schäuble y Alemania harían mejor en buscar a los líderes de la zona euro y generar confianza entre bastidores en vez de regañarles públicamente por su 'sacrilegio fiscal'. Esto preservaría la viabilidad política de los potenciales agentes de cambio y les daría la longevidad necesaria para llevar a cabo reformas significativas”.

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