Francesc Colomer

Unas horas después del arranque de la nueva legislatura valenciana, el Parlamento autonómico ha cometido la primera pifia: según el periódico local 'Las Provincias', el socialista Francesc Colomer ha aprobado antes de dejar la presidencia de Les Corts para recalar en la Agencia Valenciana de Turismo una partida de 64.200 euros para adquirir un “smartphone” de última generación -un iPhone 6- para cada parlamentario a cargo de los presupuestos que maneja la Cámara: la compra habría contado con el apoyo del Partido Popular, Ciudadanos, Compromís y Podemos.

La decisión es sencillamente escandalosa, y aunque finalmente no se materialice porque los políticos de la región reaccionen ante las críticas, el hecho demuestra la inopia moral de la clase política en su conjunto -con las honrosas excepciones que se quiera destacar- que es incapaz de ver lo que los ciudadanos han querido expresar en las urnas en estas elecciones autonómicas y locales de mayo.

Lo inaceptable es que se beneficien arbitrariamente de dinero público, aunque sea legal, o que cunda la sensación de que el dinero de todos puede ser derrochado en gadgets tecnológicos

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Algún despistado dirá que, puesto que los políticos perciben sueldos misérrimos, habrá que dotarles de herramientas que les permitan realizar su labor. Si éste es el argumento para justificar lo injustificable, habrá que responder que lo que debe hacerse es dotar a los políticos de salarios dignos, equiparables a los que percibirían por actividades de semejante responsabilidad en el sector privado, para, a partir de ahí, exigirles plena dedicación y total lealtad al cargo.

Lo inaceptable es que se beneficien arbitrariamente de dinero público, aunque sea legal, o que cunda la sensación de que el dinero de todos puede ser derrochado en gadgets tecnológicos con pretextos inverosímiles de eficiencia y de conectividad en la tarea pública.

Los ciudadanos de este país pagamos de este país nuestro teléfono móvil. Si ciertas empresas privadas se lo costean a sus empleados, es un asunto suyo. Y no es de recibo que en el parlamento valenciano se dé por supuesto, sin debatirlo siquiera, que el smartphone ha de ser sufragado a escote por todos nosotros. y ¿por qué no la tablet, o el MacBook, o el automóvil, o la vivienda?

Como escribió Montesquieu al respecto de la corrupción y el envilecimiento de lo público, "no son sólo los crímenes los que destruyen la virtud, sino también las negligencias, las faltas, una cierta tibieza en el amor de la patria, los ejemplos peligrosos, las simientes de corrupción; aquello que no vulnera las leyes, pero las elude; lo que no las destruye, pero las debilita". Nuestros políticos deberían leer a Montesquieu y hacer acto seguido un cursillo de sensibilidad.

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