• En Vistalegre II se escenificará el encontronazo no sólo entre dos personajes que han empezado a quebrar su antigua relación personal
asamblea de podemos en vistalegre

Ya es un hecho que Vistalegre II no se dedicará a depurar el programa de Podemos, ni siquiera a tomar una serie de decisiones para optar entre diversas posibilidades: en realidad, el gran congreso de la formación populista será un pugilato entre Iglesias y Errejón, totalmente personalista y de tal intensidad que no permitirá decantación ideológica alguna.

La espantada que han dado Carolina Bescansa –fundadora de Podemos, de reconocido prestigio intelectual- y Nacho Álvarez –promotor y gestor del programa económico de Podemos, capaz de reducir las utopías y de mantenerlo acertadamente pegado al terreno- pone de manifiesto la crudeza de la ruptura entre Iglesias y Errejón, patrocinadores de proyectos claramente antitéticos aunque ninguna de las partes tenga el coraje de decirlo, y hayan optado por mantener la ficción de que están al frente de matices reconciliables de la misma aventura política.

La presentación de dos listas encabezadas respectivamente por los números uno y dos, en este clima de confrontación, no augura nada bueno

El adiós indignado de Bescansa y Álvarez coincide con el inquietante retorno al equipo de Iglesias, con el número tres, de Vicenç Navarro, un vetusto y desacreditado asesor de Izquierda Unida que ha escrito y defendido en público que una de las mejores maneras de combatir el desempleo es incrementar el número de funcionarios públicos.

Todo indica, en definitiva, que en Vistalegre II se escenificará el encontronazo no sólo entre dos personajes que han empezado a quebrar su antigua relación personal al amparo de las irreconciliables discrepancias políticas, sino también entre proyectos incompatibles. Mientras Errejón persiste en su vocación de transversalidad, basada en la propuesta progresiva de propuestas que calen en la ciudadanía por su entidad objetiva y no por su sesgo, Iglesias ahonda en el vínculo con Izquierda Unida, en su vocación radical y rupturista.

La dirección de Podemos no está a lo que parece en cuestión (aunque la dimisión de Iglesias de la secretaría general no puede descartarse si Errejón ganara en la elección del comité ciudadano), pero la presentación de dos listas encabezadas respectivamente por los números uno y dos, en este clima de confrontación, no augura nada bueno, aunque como es lógico nadie quiera hablar todavía de ruptura.

El futuro de Podemos no afecta, en principio, al congreso del PSOE que se celebrará en junio, pero resulta evidente la relación entre ambos hitos a medio y largo plazo: de la propensión de quienes se hagan finalmente con el control del PSOE y de Podemos dependerán tanto la estabilidad del actual gobierno cuanto la posibilidad de formar un gobierno alternativo de izquierdas tras unas elecciones anticipadas.

Podemos en Cataluña

‘Catalunya en Comú’, ‘En Comú Podem’, ‘Els Comuns’… Todavía no hay un nombre definitivo, pero Ada Colau presentó el fin de semana pasado su proyecto de partido, que engloba una de las confluencias de Podemos con Iniciativa, EUiA y BComú, que ella controlará con el objetivo explícito de alcanzar la Generalitat aunque probablemente el liderazgo público lo ostente Xavier Domènech.

La nueva organización de izquierdas, que aspira a representar a una mayoría social en las instituciones autonómicas catalanas frente a la alianza nacionalista formada por PDECat (la antigua convergencia), ERC y la CUP, reproduce esencialmente el planteamiento que Podemos está haciendo en el ámbito estatal: la fuerza populista se alía con Izquierda Unida con una cierta vocación de transversalidad… Evidentemente, en este punto se hace patente y también en Cataluña la discrepancia entre Iglesias y Errejón: este último ve con recelo el vínculo con Izquierda Unida ya que cree, probablemtne con razón, que sesga a Podemos y lo confina en la extrema izquierda del espectro, lo que arrasa la buscada transversalidad. Por ello, Errejón ha sacado adelante la condición, aceptada por Iglesias, de que la integración con Izquierda Unida requiera el apoyo de una mayoría muy cualificada de la militancia. Al parecer, el líder de Podemos en Cataluña, Albano-Dante Fachín, ya ha consultado a la dirección estatal si en Cataluña habrá que adoptar las mismas prevenciones al respecto que en el Estado.

En estos momentos, está en marcha en proceso de construcción ideológica de la nueva fuerza política de Colau: hay 74 talleres políticos que trabajarán hasta marzo sobre un borrador de ponencia política que ya circula y sus conclusiones se votarán y adoptarán, en su caso, en la asamblea fundacional que tendrá lugar el 1 de abril. Las líneas maestras ya se conocen sin embargo: subida de impuestos a las rentas más altas, más regulación económica, nueva relación con el Estado… y reconocimiento del derecho de autodeterminación.

De nuevo la cuestión soberanista se revela clave en Cataluña. Un portavoz anónimo del entorno de Colau explicaba el lunes pasado a ‘La Vanguardia’ la posición de partida: “nuestro modelo ideal sería una relación [con España] de tipo confederal, pero no nos vamos a oponer a la independencia si es lo que la mayoría de ciudadanos decide”. En esta línea, el capítulo nacional de la ponencia será deliberadamente ambiguo y apostará por hacer de Cataluña una “república social, democrática y ambientalmente justa” que comparte “soberanías” con el resto del Estado, una España que debería reconocer su carácter “plurinacional”. El periodista que recoge estas opiniones recuerda que esta definición se parece a la que Junts Pel Sí hace de Cataluña en la futura e ilegal Ley de transitoriedad Jurídica: “República de derecho, democrática y social”. La misma voz anónima reconocía al redactor de la información que “no vamos a definirnos mucho más sobre la cuestión nacional porque tenemos un 30% de votante independentista y el resto se debate entre diferentes opciones”. Esto es lo que se llama claridad de ideas.

Esta posición deslizante al respecto de una cuestión tan previa y decisiva como es el marco institucional debería pasar factura al Podemos estatal, que sí ha definirse –o, por lo menos, deberá explicar por qué no lo hace- al respecto de la cuestión nacional. Una cosa es poner en cuestión el Estado Autonómico, a fin de cuentas una construcción artificiosa y llena de defectos, e inclusa la plurinacionalidad del Estado en determinado sentido, y otra muy distinta jugar con la ruptura del Estado español, circunstancia e muchos no admitiríamos. No es muy difícil de ver que en tanto dure la ambigüedad de Podemos, uqe hoy es la gran fuerza estatal antisistema, las restantes fuerzas no admitirán la reforma constitucional parano abrir precisamente ese melón, por lo que la inconcreción se convertirá en bloqueo. Deben pensarlo los líderes de Podemos en puertas de Vistalegre II.

Antonio Papell

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