• Desde su lanzamiento ha registrado hasta cuatro modificaciones
  • Todo indica que la entidad interrumpirá por completo las compras en septiembre
European Central Bank (ECB) president Mario Draghi
El presidente del BCE, Mario Draghi

Enero de 2015. La inflación de la Eurozona bordea peligrosamente el 0%. Nadie quiere pronunciar la palabra maldita, por aquello de las profecías autocumplidas, pero el caso es que todo el mundo en Fráncfort pensaba en la amenaza de la deflación. Y Mario Draghi, con ese entorno a favor, desplegó todo el arsenal del Banco Central Europeo (BCE).

El anuncio oficial se produjo en la primera reunión de política monetaria del Consejo de Gobierno del BCE de 2015, celebrada hoy justo hace tres años. Aquel 22 de enero, el banquero italiano comunicó que la entidad, además de las compras de bonos garantizados y cédulas hipotecarias que ya estaba realizando, comenzaría a adquirir deuda pública y de agencias e instituciones europeas desde marzo de 2015. A partir de entonces, destinaría en total 60.000 millones de euros al mes a estas compras, denominadas oficialmente como Programa Expandido de Compras de Activos (APP, por sus siglas en inglés), aunque también son conocidas por el genérico expansión cuantitativa (QE), porque en realidad supone ampliar la cantidad de dinero en circulación.

Desde entonces, los cambios han sido continuos en función de los temores deflacionistas que percibía el BCE. En abril de 2016 elevó esa cantidad hasta los 80.000 millones al mes. Un año después, la institución reculó de nuevo hasta los 60.000 millones. Y desde enero de este año ha rebajado el montante a 30.000 millones mensuales. Como cuarta gran modificación, en junio de 2016 sumó otro activo a la deuda pública y de agencias, la cédulas y las titulizaciones: la deuda corporativa.

La fecha de caducidad de las compras de activos será una de las claves de la primera reunión de política monetaria de 2018, que se celebrará este jueves

Y así, con estos cambios, cumple ahora tres años. A sus espaldas, el APP carga ya con unas compras por valor de 2,3 billones de euros, un volumen que arroja otras dos voluminosas consecuencias. La primera, un balance del BCE que ha engordado como nunca y alcanza ya los 4,47 billones de euros. En enero de 2015 se limitaba a 2,15 billones y a comienzos de agosto de 2007, antes de que la crisis obligara al BCE a emplearse a fondo en el suministro de liquidez para contrarrestar los primeros efectos de la crisis, se encontraba en los 1,19 billones. Y la segunda, un exceso de liquidez sin precedentes en la región: cada día sobran en la Eurozona 1,85 billones de euros.

'OPERACIÓN RETORNO' EN MARCHA

Con estas cifras en la 'mochila', el APP soplará este lunes tres velas con la sensación de que no tendrá la oportunidad de hacerlo con cuatro. En octubre, cuando Draghi anunció la reducción de las compras de 60.000 a 30.000 millones mensuales desde enero de 2018, no puso fecha de caducidad al programa. Lo dejó abierto, y simplemente precisó que, como poco, seguirá vigente hasta septiembre de 2018.

La impresión, sin embargo, es que no tardará en fijar una fecha concreta. Y que posiblemente será septiembre. Con el crecimiento de la Eurozona por encima del 2%, el mayor ritmo en una década, y con la inflación en el 1,4%, alejada ya del 0%, aunque todavía inferior al objetivo de situarla por debajo, pero cerca, del 2%, los argumentos de Draghi para defender una prolongación de las compras se disipan. De hecho, esta será una de las claves de la primera reunión de política monetaria de 2018, que tendrá lugar este jueves.

El mercado, de hecho, ya está descontando el escenario de que las compras no se prorrogarán más allá de septiembre, con varios activos protagonizando su particular 'operación retorno'. Como el euro. El 21 de enero de 2015 -aunque las compras no comenzaron hasta marzo, el efecto del QE se notó desde el momento del anuncio oficial-, la divisa europea se cambiaba a 1,15 dólares. A finales de 2016 y comienzos de 2017 se depreció hasta los 1,05 dólares. Ahora lo hace por encima de los 1,22 dólares, es decir, en zona de máximos desde diciembre de 2014, cuando el APP aún era sólo una posibilidad.

La deuda pública está registrando un movimiento similar. Así lo refleja la gran brújula europea, el bono alemán a 10 años -bund-. Su rentabilidad estaba en el 0,47% en enero de 2015, cayó históricamente hasta el -0,18% en el verano de 2016 y ahora está repuntando y se encuentra ya en el 0,56%. En el caso español, el rendimiento del bono a 10 años recibió el APP en el 1,54%, descendió en 2016 hasta el 0,95% y se sitúa ahora en el 1,49%. Como consecuencia, la prima de riesgo, que mide la diferencia entre el rendimiento de los títulos españoles y alemanes, ha pasado de los 107 puntos básicos de hace tres años a los 93 actuales.

Incluso la bolsa muestra un vaivén similar. El Ibex vuelve ahora a la 'casilla de salida' de enero de 2015. Entonces se movía en los 10.350 puntos, en el verano de 2016 descendió por debajo de los 8.000 puntos y ahora supera de nuevo los 10.400 puntos.

¿Y LA ECONOMÍA?

Por el lado económico, el BCE se felicita por el impacto favorable de sus medidas expansivas. Y cuenta con argumentos para ello. A falta del dato definitivo, el crecimiento se aceleró en 20017 en la Eurozona para situarse entre el 2,2% y el 2,4%, el ritmo más alto desde el 3% logrado en 2007. En 2014, el crecimiento fue del 1,3%.

En cuanto al paro, a comienzos de 2015 superaba el 11% en la Europa del euro. Ahora se encuentra en el 8,7%, con lo que ha regresado a niveles de finales de 2008.

Benoit Coeure: "Esto ya no es una recuperación, es una expansión. Esto ya no va sobre la salida de la crisis, va sobre cómo prepararnos para la siguiente"

Estos datos son los que constatan que no sólo que al APP le quedan pocos meses con vida, sino que incluso ya resulta excesivo. El BCE, sin embargo, contrapone que la inflación, situada en el 1,4% en diciembre con la subyacente en el 1,1%, todavía anda lejos de su meta. "Nuestras decisiones de política monetaria han mantenido las condiciones de financiación muy favorables que aún son necesarias para asegurar un retorno sostenido de las tasas de inflación hacia niveles inferiores, aunque próximos, al 2 % a medio plazo", reiteró la entidad en la última reunión de política monetaria de 2017.

¿Y el crédito, cuyos conductos ha aspirado reparar Draghi con el APP, además de con otras rondas de financiación bancaria a largo plazo? A finales de 2014 y comienzos de 2015, el flujo de préstamos al sector privado seguía reflejando caídas, una realidad propia del desapalancamiento preciso en determinadas economías -como la española- y de las heridas que el sector bancario aún debía curar. Ahora, el canal de los préstamos ya registra más actividad. "La tasa de crecimiento interanual de los préstamos a las sociedades no financieras aumentó hasta el 2,9% en octubre de 2017, tras el 2,4% registrado en septiembre, mientras que la tasa de crecimiento interanual de los préstamos a los hogares se mantuvo estable en el 2,7%", precisaba el propio BCE en diciembre.

El escenario, por tanto, ha cambiado lo suyo en tres años. Y nada lo expresa mejor que la contundente observación que Benoit Coeure, uno de los miembros del Comité Ejecutivo del BCE, realizó este jueves en Fráncfort: "Esto ya no es una recuperación, es una expansión. Esto ya no va sobre la salida de la crisis, va sobre cómo prepararnos para la siguiente". Va, en definitiva, sobre retirar los estímulos aún activos. Como las compras de deuda en el mercado. Que este lunes soplan tres velas. Pero que no soplarán cuatro.

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