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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, está contento. Tras todos los peligros a los que se enfrentó en sus primeros años de mandato, por fin se siente capaz de decir que "la Eurozona está en medio de una sólida expansión económica". Eso sí, no se fía. Sobre todo, de las tentaciones de bajar la guardia ahora que las cosas más van mejor.

Ha mostrado estos recelos en la comparecencia que ha protagonizado en Fráncfort este viernes. Su discurso consta de 40 párrafos. Pero es uno, el decimonoveno, el más relevante de todos. Porque es en ese párrafo en el que incluye las dos principales advertencias que ha lanzado.

La primera, relativa a los tipos de interés, que en la Eurozona siguen en mínimos históricos -los oficiales en el 0% y los de la facilidad de depósito en el -0,40% desde marzo 2016- y que, sobre todo, todavía continuarán mucho tiempo ahí. "El Consejo de Gobierno continúa esperando que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos", confirmó el BCE en la reunión de política monetaria de finales de octubre.

Ese "periodo prolongado" durará, como poco, hasta 2019. Y Draghi no es ajeno a los riesgos que conlleva. "Los tipos bajos durante largo tiempo pueden contribuir a acumular riesgos financieros, y esto tiene que ser monitorizado cuidadosamente", ha advertido. "Actualmente, no vemos que estén emergiendo riesgos sistémicos en la Eurozona", matiza. También precisa que si hay algún riesgo de carácter local, debe tratarse con "medidas micro y macroprudenciales, pero no cambiando toda la política monetaria de la región".

Y justo ahí, sin perder el trazo, lanza la segunda advertencia. "En un entorno así, cualquier retroceso en la regulación financiera sería un error, como lo ha demostrado la experiencia anterior a la crisis", avisa.

Draghi previene así de la complacencia que suele surgir cuando la situación mejora. Y de la tentación de pensar que, como ya ha pasado lo peor, se puede bajar la guardia y desmontar o rebajar la regulación en el sector financiero, tal como ocurrió en los años 90 en Estados Unidos con la derogación de la Ley Glass-Steagall, surgida en plena 'Gran Depresión' (1933) para separar la banca de inversión de la banca comercial. El banquero italiano suma así a las peticiones que está formulando su homóloga en la Reserva Federal (Fed) estadounidense, Janet Yellen, para que el presidente Donald Trump abandone sus planes de suavizar la reforma financiera posterior a la crisis.

"UN CRECIMIENTO SÓLIDO"

En los 39 párrafos restantes, Draghi repasa la situación económica de la región. Subraya que la recuperación es "sólida" y que la economía de la Eurozona acumula 18 trimestres de crecimiento. "Desde la perspectiva del BCE, tenemos una creciente confianza en que la recuperación es robusta y que este impulso se mantendrá en el futuro".

Con todo, no está satisfecho. Sabe que aún falta un elemento en su ecuación: la inflación, alejada todavía del objetivo de la entidad de situarla por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo. "Desde una perspectiva de política monetaria, nuestra tarea no está completa, ya que aún no hemos visto un ajuste sostenido en el camino de la inflación", admite.

En octubre, la inflación se situó en el 1,4%, con la subyacente, que prescinde de los precios de la energía y los alimentos frescos, en el 1,1%. En opinión de Draghi, estos datos justifican la expansiva política monetaria que aún mantiene el BCE. "Sigue siendo necesario un amplio grado de estímulo monetario para que las presiones inflacionistas subyacentes crezcan y respalden la inflación a medio plazo", sostiene. Es decir, toda una garantía de que los tipos seguirán bajos durante una larga temporada. Asumiendo los riesgos que conlleva.

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