• La desconfianza hacia otros activos con mayor riesgo mantiene la vigencia de los depósitos
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Los bajos tipos de interés, oficialmente situados en el 0% en la Eurozona, invitaron a profetizar la muerte del depósito bancario. ¿Quién iba a aparcar su dinero en un banco durante 12 o 24 meses a una mísera rentabilidad del 0,1% o del 0,2%?, cuestionaba la industria financiera española, sobre todo la vinculada a la gestión colectiva. La realidad, sin embargo, es que para estar muertos, los depósitos tienen una salud de hierro.

Según los datos publicados este lunes por el Banco de España (BdE), en abril los hogares acumulaban 767.900 millones de euros en depósitos, 753 millones más que en marzo y casi 3.200 millones menos que los 771.075 millones de finales de 2016. Aunque no son estas referencias las que mejor manifiestan la contundencia de ese volumen. Son otros datos los que evidencian su relevancia.

El primero, que esa cifra supera en 190.000 millones de euros la existente antes de la crisis. El segundo, que la inversión en acciones de compañías cotizadas se limitaba a 155.000 millones de euros a finales de 2016, también de nuevo según los datos del BdE. El tercero, que los hogares tenían 263.000 millones de euros en fondos de inversión nacionales e internacionales al cierre del pasado ejercicio.

Estos tres datos certifican hasta qué punto los depósitos siguen pesando en el imaginario financiero de los hogares. Pero es que a la fotografía aún la falta un cuarto de dato, que es el que define la auténtica dimensión de esos 767.900 millones y de su dominio frente a otras alternativas: los depósitos mantienen su reinado pese a su escaso -o nulo- atractivo, puesto que con los tipos de interés oficiales en el 0% sus rentabilidades nominales son bajas -del 0,09% en los nuevos depósitos a 12 meses- y las reales -teniendo en cuenta la inflación- son directamente negativas. O lo que es lo mismo, realmente los hogares pierden dinero con los depósitos.

Sin embargo, ni la competencia de otras alternativas de inversión ni su exigua rentabilidad hacen buenos los presagios de que el depósito bancario estaba condenado a morir. Siguen más que vivos en la estrategia de ahorro de los hogares.

Como trasfondo de este realidad, tres 'sospechosos' habituales y un lamento. Los primeros consisten en el perfil conservador del ahorrador español, que prefiere el cobijo del depósito -y del Fondo de Garantía de Depósitos- que la 'tierra prometida' de una rentabilidad mayor, pero también un riesgo superior; la falta de cultura financiera, que consolida ese perfil conservador, impide discernir los auténticos riesgos de otras opciones y que provoca que los españoles sean los que "invierten peor" en comparación con otros países vecinos; y el peso que la banca sigue teniendo en la industria de la inversión, que cercena la posibilidad de un cambio de escenario en el mapa del ahorro en España.

En cuanto al lamento, proviene de la industria de inversión colectiva. Y de la oportunidad que está perdiendo de abrirse de verdad en el mercado del ahorro y la inversión en España. El depósito es mucho depósito. Aunque apenas rinda nada. O aunque se pierda realmente dinero con él.

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