Europa

CITI. En Europa se ha convertido en un mantra que todos repetimos descartar que la deflación nos amenace. Pero, eso sí, no nos cansamos de repetir que la baja inflación es el problema. Especialmente, si la evolución casi plana de los precios de consumo se ve afectada por un shock del tipo que sea. De oferta, como la caída de los precios externos; de demanda, como una nueva recaída económica. ¿Les entra la desazón? Repitan conmigo: no deflación, no deflación, no.... ¿Se sienten ya mejor?

Análisis Técnico

Pero les advierto que debemos empezar a generalizar este mantra a nivel mundial. Por ejemplo, en China la inflación ha retrocedido a su nivel más bajo en años con el 1.6 % que se publicó en septiembre. En Japón se estima en más de medio punto el impacto desinflacionista derivado de la caída de los precios de las commodities. En USA son las expectativas de inflación las que más han sufrido la desconfianza de los agentes económicos ante el descenso de los precios de importación. Y en UK probablemente la inflación podría bajar hasta niveles del 1 % en diciembre. Gran paradoja a la que se enfrenta el BOE: un crecimiento económico superior a lo esperado bien por encima del 3.2 % y con la tasa de desempleo ya por debajo del 6 %; pero con la inflación en la mitad del objetivo a medio plazo.

La clave puede ser esto último: el timing. Y es que la caída de los precios de importación estaría forzando el descenso de la tasa de inflación, precisamente lo contrario a lo que vimos en los primeros años de la Crisis (sin olvidarnos de la subida de impuestos). ¿Podemos asumir que el escenario de desinflación se mantendrá a medio plazo? Hay dos factores que debemos considerar: 1. el slack económico se reduce con fuerza, con el FMI estimándolo ya para los países desarrollados en niveles de 1.2 puntos este año y por debajo de medio punto para 2015; 2. además, la caída de la inflación puede acentuar la solidez de la demanda doméstica que tanta falta hace en los países desarrollados; 3. por último, las condiciones financieras se mantendrán lo suficientemente laxas para acentuar los dos factores anteriores. Naturalmente, todo muy razonable mientras no se acentúe a su vez el factor desinflacionista desde el exterior. ¿Cuánto más pueden seguir retrocediendo los precios de las commodities? Es otro argumento adicional para que hablemos de las divisas.

Pero, volvamos de nuevo a la zona EURO. Para el BCE el escenario futuro más probable para la inflación es una progresiva elevación hasta niveles objetivo en dos años. Para lograrlo confía en todo lo anterior más la aplicación de medidas monetarias expansivas. Y esto último sólo parece razonable con tipos de interés reales más bajos. ¿Por qué no decide entonces la compra directa de deuda? Las diferencias dentro del Consejo son suficientemente visibles como para no poder ser obviadas. Para el Presidente del Buba la cuestión ahora es doble: 1. la compra de deuda desincentiva a los gobiernos de la tarea de seguir con los ajustes; 2. la compra de deuda, privada o pública, traslada al balance del ECB el riesgo tanto soberano como de la banca. Son cuestiones difíciles de asimilar en un escenario de unión monetaria. Pero comprensibles en otro donde no hay unión fiscal. Otra cosa es que la unión fiscal se configure en un contexto de unión financiera con el BCE asumiendo la supervisión única. Pero, naturalmente, esto no es lo suficientemente rápido como nos gustaría. O como les gustaría a la clase política.

¿Es cuestión de tiempo que volvamos a ver presiones inflacionistas? No se confundan: me refiero a la inflación de bienes y servicios, no tanto a la inflación en los mercados financieros. Otra cosa es que esta última lleve a un aumento de las expectativas de inflación. Pero es un experimento peligroso. Yo al menos no lo comparto. Veremos.

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