• El barrio de St Pauli, uno de los núcleos obreros más reconocidos mundialmente
  • Los grandes canales a su paso del río Elba, un espectáculo para la vista
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Hamburgo, o la ciudad que abre el paso a Europa (como la llaman en Alemania), es la segunda urbe alemana más poblada después de Berlín. Está bañada por el río Elba y tiene uno de los puertos más grandes del mundo (segundo de Europa) y cuyos almacenes forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Tras ser devastada por la II Guerra Mundial tuvo que reconstruirse casi al cien por cien.

Si tuviésemos que describir a Hamburgo como ciudad bien se podría definir con ferias, comercio, puerto, barcos, contenedores de mercancía… ¿y hamburguesas? Exacto. El suculento alimento no es cosa de los Estados Unidos. Hay que remontarse al siglo XIX, cuando los alemanes emigrantes que partían de la localidad teutona llevaron hasta el otro lado del ‘charco’ la famosa masa de carne picada. Los pueblos tártaros colocaban un trozo de res bajo la montura del caballo para que quedase hecha picadillo, para cocinarla y colocarla entre dos trozos de pan. Este pueblo ruso vendía la carne a los comerciantes de Hamburgo, y de ahí su nombre.

d. La primera parada es incuestionable: la plaza del Ayuntamiento (Rathaüs). En 1842 sufrió un incendio que calcinó su fachada y su interior por completo

En esta ocasión, el punto de partidapara viajar a la ciudad alemana será Barcelona. Desde el aeropuerto de El Prat el vuelo hacia la ciudad alemana es el viernes a las 06:40 horas de la mañana. El regreso es el domingo a las 20:15 con llegada a las 22:45 horas. Skyscanner ofrece esta conexión por 121 euros. El aeropuerto de Hamburgo está a pocas paradas del centro, por lo que no se tarda mucho en instalarse dentro de la gran urbe. En cuanto a la pernoctación, el metabuscador ofrece hoteles a un kilómetro del centro neurálgico de la ciudad por apenas 60 euros la noche para dos personas. La plataforma airbnb ofrece apartamentos por tan sólo 33 euros el fin de semana.

Una vez que se ha dejado la maleta en el hotel, es el momento de conocer una de las ciudades más fascinantes de Alemania. Al igual que en el resto de otras grandes urbes de Europa, la bicicleta es un compañero de viaje idóneo. El precio es bastante asequible y la ciudad invita a ello puesto que apenas tiene cuestas. Alquilar este vehículo cuesta dos euros la hora y la primera media hora es completamente gratis.

Así pues, el viernes lo ideal es recorrerse el centro de la ciudad. La primera parada es incuestionable: la plaza del Ayuntamiento (Rathaüs). En 1842 sufrió un incendio que calcinó su fachada y su interior por completo. El nuevo consistorio se inauguró 55 años después en el que destaca la enorme torre de más de 30 metros. decoradas con más de 4.000 pilotes de roble. También es famosa la frase esculpida en latín sobre la fachada "Nuestros descendientes velarán con celo por conservar la libertad que consiguieron nuestros antepasados".

A escasos metros no se puede obviar una de las calles más importantes de la ciudad: la Jungfernstieg. En esta vía era muy habitual, en el siglo XVIII, ver a las personas de alta solera con sus hijas solteras para intentar buscar un futuro novio. Por eso, según avanzaron los años las principales tiendas abrieron las puertas de sus negocios, algo que las principales firmas lo han adoptado. En esta avenida también se encuentra el pasaje Hamburger Hof, en el que las tiendas más artesanales se entremezclan con las todopoderosas marcas internacionales. Otras delicias de la calle Jungfernstieg son el calzado, el cuero y los accesorios de viaje, la conocida casa “Alsterhaus” y lugares llenos de tradición como el cine "Streit's".

Al lado de esta mítica calle se encuentra el Binnenalster. Un enorme lago artificial que se encuentra en pleno corazón de Hamburgo en el que se descansan decenas de embarcaciones atracadas. Además, también hay un alquiler de pequeñas barcas para poder descansar en mitad del lago.

Para seguir con la ruta es necesario volver a coger la bicicleta antes de comer para desembarcar a los canales de Speicherstadt: la llamada ciudad almacén. Construida a finales de siglo XIX y siglo XX, a base de ladrillo rojo, está considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En esta mini población se almacenaba (y se siguen guardando) especias, café, tabaco o té.

ST PAULI: UNA ‘CIUDAD’ DENTRO DE UNA CIUDAD

St Pauli es uno de los barrios más famosos de Europa. Su actividad contra la homofobia, xenofobia y lucha social desde hace 150 años le ha puesto en un buen lugar en el mapa del mundo. La ciudad comenzó a crecer fuera de los muros en el siglo XIX. Allí comenzaron a emigrar las familias más humildes dedicadas a la industria y la pesca. Los políticos marginaron el barrio y el ocio fue uno de los atractivos de St Pauli, con los bares y la prostitución como atractivo principal. Tras el incendio que asoló Hamburgo, muchas personas se fueron a vivir allí y el ayuntamiento edificó el hospital para los enfermos mentales y los que sufrían epidemias. Esto provocó que hubiese hacinamiento y sobre todo muchas muertes por el contagio de enfermedades.

Con el paso del tiempo, St Pauli se fue adhiriendo a Hamburgo y se creó un clima obrero con edificaciones e industria hasta dar paso a lo que se ha convertido en la actualidad. La historia de St Pauli está perfectamente contada en algunos de los museos históricos que cuenta el barrio.

Dentro de esta ‘ciudad’ es aconsejable que caminar por la calle de Reeperbahn o denominada ‘calle del pecado’ en la que se encuentran algunos importantes teatros como el Imperial Theather o el Schimidt Theater. Cuando empieza a caer la noche, St Pauli cobra vida y los bares (recomendable el 99 c, en el que toda la comida y la bebida cuesta 99 céntimos) ganan protagonismo. Este barrio también cuenta con su propia calle roja cubierta por unas murallas. Si el cuerpo pide fiesta, es una buena oportunidad para visitar las numerosas discotecas que pueblan St Pauli.

SÁBADO DE EXCURSIÓN

Con el sábado por delante recorrer las tripas de Hamburgo. No hay mejor manera que navegar por la ribera del río Alster. Los barrios más selectos se posicionan a orillas del río. merece la pena subirse a uno de los barcos turísticos y navegar en dirección a Halenhorst, Harvestehude o Eppendorf, los barrios ‘bien’ del centro de esta ciudad hanseática, para acabar prolongando el placer tomando una cerveza en algún local en torno al lago.

Una vez finalizado el tour, una buena opción es acudir a la Hafen City, una de las zonas más vanguardistas de Hamburgo. Un contraste visual ya que está al finalizar el barrio más antiguo de la ciudad. En 2011, la urbe alemana fue la Capital Verde Europea gracias a este espacio, en el que destaca el jardín japonés más grande de Europa.

A la hora de comer, Hamburgo ofrece la posibilidad poder almorzar dentro de un banco, aunque habrá que rascarse un poco el bolsillo (50 euros de media). Si se quiere vivir una experiencia diferente reserva (o no podrás sentarte) en el Die Bank, un antiguo banco reconvertido en un restaurante. La fachada sigue intacta y por dentro aún conserva algunos elementos característico de una entidad financiera.

Por la tarde toca coger un tren y viajar hasta Bremen. Sí, la ciudad del famoso cuento de los trotamundos. Visitar el molino de viento o la Marktplaze mientras se pasean por la calle (hasta toparse con la estatua de los Músicos de Bremen) se antoja como el mejor plan. ¡Ah, no olvides de comer un buen currywurst con una buena cerveza de Bremen.

DOMINGO DE PUERTO

Lo mejor siempre se ha dicho que queda para el final .Por eso, el domingo hay que acudir al mercado del pescado. En el puerto de Hamburgo (el segundo más grande de Europa) se congregan 70.000 personas en el Fischmarkt en el que se se vende el pescado fresco, aunque también se pueden comprar todo tipo de alimentos. Tras visitar el mercado, es conveniente pasear por todo el puerto para conocer una de las infraestructuras más imponentes de Europa.

Para culminar el viaje, qué mejor manera que hacer un pícnic en el Wasserlichtkonzerte. Un enorme parque con lagos en el que las familias y amigos van a disfrutar de la tranquilidad de Hamburgo.

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