• El objetivo es lograr una valoración de la filial O2 entre 10.000 y 11.000 millones de libras (12.000-13.000 millones de euros al cambio actual).
  • La deuda financiera de Telefónica roza los 50.000 millones hasta septiembre
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Es hora de volver a hacer caja aprovechando la relativa calma de los mercados financieros. La operadora está retomando los planes para vender parte de su filial británica en una operación que se asemeja a la de Telefónica Deutschland en 2012, que estuvo liderada por el actual presidente, José María Álvarez-Pallete, y la directiva Eva Castillo, la persona que mejor conoce O2 dentro de Telefónica. El objetivo es ingresar hasta 6.300 millones de euros para reducir en, al menos, un 10% la deuda de la multinacional española.

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O2 es actualmente propiedad de Telefónica, y los rumores sobre la colocación del negocio británico por parte del gigante español están revoloteando desde hace algún tiempo. Con más de 25 millones de clientes en el territorio, el grupo es uno de los mayores operadores móviles de Reino Unido y también tiene la mitad del negocio móvil de Tesco (supermercados)”, señalan los analistas del bróker Hargreaves Lansdown, que sitúan a O2 Telefónica como uno de los claros candidatos a protagonizar una salida a bolsa en Londres en los próximos meses.

Telefónica aspira a vender entre el 20% y 49% de la operadora, en función del apetito inversor, con una valoración de 10.000-11.000 millones de libras, de manera que Telefónica podría ingresar entre 2.000 y 5.390 millones (2.300-6.300 millones de euros) con la operación, según estiman fuentes del sector. Sería la mayor desde Orange (France Telecom) en 2001, en plena burbuja de las telecomunicaciones europeas. Portavoces de la operadora descartaron que haya novedades, “por el momento”, sobre el futuro como cotizada de O2. Además de poner en valor un activo, la entrada a cotización de O2 le ayudaría a recuperar el crédito de los inversores y agencias de 'rating'. A finales de noviembre, Moody’s bajó la calificación de la operadora y la situó al borde del ‘bono basura’, un nivel que le puede hacer perder el favor del Banco Central Europeo (BCE), uno de los principales compradores de sus bonos desde junio de 2016.

La venta de O2 para reducir la gigantesca deuda financiera de Telefónica se truncó en mayo de 2016 después del veto de las autoridades de competencia de Bruselas a la compra por parte de Three, el operador propiedad de Hutchison Whampoa. La venta, acordada en marzo de 2015, quedó así en papel mojado. Desde las autoridades comunitarias alegaron un exceso de concentración que podría dificultar la competencia. Telefónica iba a ingresar 10.300 millones de libras (13.000 millones de euros al cambio de entonces) con los que iba a aliviar sus problemas con la deuda -que roza los 50.000 millones de euros-, pero tras ese revés comenzó a explorar otras alternativas como la venta a fondos de capital riesgo o la salida a bolsa. Sin embargo, el golpe del ‘Brexit’ (24 de junio) dejó empantanada esta vía.

El veto a la unión de O2 y Three fue la primera de las cuatro grandes calamidades a las que tuvo que hacer frente José María Álvarez-Pallete tras ser nombrado nuevo presidente de Telefónica en abril de 2016. Después llegó el ‘Brexit’, la fracasada salida a bolsa de Telxius (infraestructuras) o el recorte del dividendo de la compañía, todas ellas marcadas por la necesidad de Telefónica de controlar el pasivo que mantiene con sus acreedores. La herencia de César Alierta, bajo cuya presidencia se duplicó la deuda de Telefónica entre 2006 y 2016 a golpe de operación corporativa, se ha convertido en un asunto crítico para el futuro de la compañía, que ha emprendido la búsqueda de clientes más rentables en España aun a costa de perderlos a manos de la competencia, como informó 'Bolsamanía'.

UNA O2 BRITÁNICA, MEJOR ANTE EL BREXIT

Hasta que en 2006 fue adquirida por la Telefónica de Alierta, que estuvo asesorado entonces por la actual ejecutiva Eva Castillo (entonces como banquera en Merrill Lynch), O2 cotizaba en la bolsa británica con miles de accionistas locales, un estado al que podría volver diez años después y, según los analistas de Hargreaves Lansdown, sería de ayuda a la hora de retener clientes en un “sector cada vez más voluble” y en un entorno de creciente nacionalismo en el país. O2 se reincorporó al perímetro del negocio de Telefónica el pasado de verano, pasando de una situación como “disponible para la venta” a ser contabilizada por "integración global" en las cuentas de la compañía.

Entre enero y septiembre de 2016, los últimos resultados disponibles, la filial británica aportó a la española 5.140 millones de euros en ingresos, un 11,8% menos que en el mismo periodo de 2015. La caída se explica, sobre todo, por la súbita depreciación de la libra esterlina tras el referéndum para salir de Reino Unido. En términos de resultado bruto (Oibda), O2 llevó a Telefónica 1.375 millones, un 8,5% menos. Eso sí, la operadora se protegió del ‘Brexit’ y logró un extraordinario de 80 millones de euros a través de derivados financieros (opciones de corto plazo), según consta en las cuentas del grupo.

“Creemos que estamos en una buena situación en el Reino Unido (...) Tenemos el mejor activo móvil allí, con la menor tasa de churn (fuga de clientes) y, por tanto, es un activo muy valioso pase lo que pase en ese mercado”, dijo Pallete a los analistas a finales de octubre. Con todo, de salir a bolsa, O2 se convertiría en una de la operaciones del año, aunque Telefónica no parece que esté por la labor de perder el control sobre su participada. Será otro satélite más del grupo como lo son Deutschland en Alemania o Vivo en Brasil.

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