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Sergio Perez

El Banco Santander firmó ayer el acta de defunción del Popular con el anuncio de la absorción definitiva de la entidad que se quedó por un euro en junio. La marca desparecerá definitivamente después de 91 años en los que la entidad ha sido decisiva no solo en la historia de la banca española, sino del propio país.

El Banco Popular fue fundado en 1926 con el mismísimo rey Alfonso XIII como accionista (eran otros tiempos). Entonces se llamaba Banco Popular de los Previsores del Porvenir, una aseguradora precursora de los actuales planes de pensiones, pero pronto se independizó y logró superar a duras penas las convulsiones de la República -por cierto, el miedo generado por su proclamación entre los clientes no afectó a su liquidez-, la Guerra Civil -donde tuvo un consejo en cada zona- y la posguerra.

El salto cualitativo llegó en 1957, cuando fue adquirido por una serie de grandes familias del entonces incipiente Opus Dei que buscaba un banco para extender su poder a la economía. La gran figura que capitaneó este asalto fue Luis Valls Taberner, que emergió como uno de los mejores banqueros de la historia y llevó al Popular a entrar en el selecto club de los famosos Siete Grandes, y a convertirse en el banco más rentable y eficiente del mundo.

Valls tuvo que lidiar con una eterna batalla entre crecimiento y rentabilidad en el seno de la entidad, en la que él siempre se puso del lado de la segunda. Pero no rehuyó la modernización: el Popular instaló el primer cajero automático en España en 1973.

También tuvo un papel destacadísimo en la vida política: fue decisivo en el nombramiento del famoso Gobierno franquista de los tecnócratas del Opus que sacó a España de la autarquía y la abrió al mundo, se hizo con el Diario Madrid para promover la sucesión del dictador por Juan Carlos I y en la Transición fue el primer banco que se atrevió a financiar al recién legalizado PCE (siendo del Opus), con lo que dio un impulso decisivo a la restauración democrática.

ÁNGEL RON: EL CÁNCER INMOBILIARIO

La enfermedad de Luis Valls provocó un grave problema sucesorio. El elegido de las grandes familias fue Ángel Ron, quien desbancó a Pablo Isla (hoy presidente de Inditex). Tras una copresidencia de dos años con Javier Valls (si Luis era el Opus Deia, a Javier se le conocía como el 'Opus Night'), tras el fallecimiento de Luis, el hermano salió del banco de forma tumultuosa. Una vez que Ron tuvo todo el poder, entró de lleno en la burbuja inmobiliaria. Pero lo hizo demasiado tarde, cuando solo quedaba lo peor, y no supo ver su final: cuando los demás pisaban el freno, él siguió acelerando.

Con el estallido de la crisis, el Popular se embarcó en una huida hacia delante con el fin de ocultar el enorme cáncer que tenía en su balance y sobrevivir hasta que la tormenta escampara. Incluso trató de enmascarar más la situación con la compra del Banco Pastor en 2011, que no hizo sino empeorar las cosas.

Sus vergüenzas quedaron al aire cuando suspendió los test de estrés de Oliver Wyman en 2012 (los del rescate de España). Y ahí el banco y el Gobierno tomaron una decisión crucial: no se le inyectó dinero público, lo que le habría permitido traspasar todo el ladrillo a Sareb, sino que hizo una ampliación de capital a todas luces insuficiente. El propio gobernador del Banco de España, Luis Linde, ha reconocido en el Congreso que fue un error.

A partir de ahí siguió intentando dar patadas adelante y tuvo la posibilidad de ser adquirido por varias entidades, pero siempre rechazó esos acercamientos. A la desesperada y con la acción en pleno derrumbe, Ron presentó un último intento de salvación: una especie de banco malo llamado Sunrise, pero el supervisor no lo autorizó. Varios grandes accionistas, liderados por el mexicano del Valle (que había entrado unos años antes) dieron un golpe de Estado y lo relevaron por Emilio Saracho.

SARACHO: NI AMPLIACIÓN, NI VENTA

Este intentó salvar el banco mediante una macroampliación o una subasta, pero fracasó en ambos intentos. En parte, porque no era consciente de la magnitud del problema; en parte porque se puso manos a la obra demasiado tarde; y en parte porque las cosas ya no tenían remedio.

El hundimiento de la cotización y unas desafortunadas declaraciones de la presidenta de la Junta Única de Resolución (JUR), Elke König, provocaron una retirada masiva de depósitos, lo que se conoce como 'run on the bank' que motivó su inviabilidad. Fue el primer banco sujeto a una resolución según las nuevas normas bancarias europeas, en la que los accionistas y tenedores de subordinada perdieron todo su dinero. Y fue vendido inmediatamente al Santander por un euro... más unas provisiones de 7.900 millones.

Los afectados se han embarcado en una larga batalla judicial, que ha llevado a Ron, a Saracho ya sus consejos a ser imputados en la Audiencia Nacional, si bien el Santander ha resarcido a muchos pequeños inversores mediante unos bonos de fidelización.

Y ayer anunció la muerte definitiva del Banco Popular. Descanse en paz.

Eduardo Segovia acaba de publicar el libro 'De los Borbones a los Botines: auge y caída del Banco Popular' en La Esfera de los Libros.

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