• La arrogancia es uno de los mayores pecados que cometen los jefes
  • Saber escuchar es fundamental para poder manejar a un equipo
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Un líder es una persona de referencia, alguien que, con la batuta de mando bajo el brazo, ordena y orienta a los demás para que realicen sus funciones de la mejor manera posible. Estas personas tienen que estar preparadas para asumir una responsabilidad tan elevada, ya que de su capacidad de dirección dependen numerosos proyectos y objetivos.

Por este motivo, estos líderes tienen que saber en qué errores no deben caer. No escuchar, ser arrogantes o no saber comunicar son algunos de los errores más comunes, pero no los únicos. Un artículo de MBA ha recopilado los diez pecados más importantes que pueden tirar por la borda el liderazgo de una persona que no sepa cómo dirigir a sus subordinados.

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1- No comunicarse bien:

Hay qué saber qué decir y en qué momento. No se puede caer en un exceso de emotividad ni de dureza. Muchos líderes o jefes tratan de mostrarse duros ante sus empleados y lo único que consiguen es generar miedo entre la plantilla.

2- Ser desmotivado:

Si el referente está desmotivado, el proyecto tiene muy pocas posibilidades de éxito. El líder es el espejo en el que se miran los empleados. Si esta referencia falla, falla todo el equipo. Un jefe debe tener grandes motivaciones para ser capaz de transmitirlas a sus subordinados.

3- Estar estresado:

Ocurre algo muy parecido que con la motivación. Un líder estresado termina estresando a sus empleados. Da la sensación de que el equipo no es capaz de llegar al punto al que se ha propuesto llegar.

4- Hablar mucho y escuchar poco:

Un líder tiene que ser una fuente de confianza para sus empleados. Tiene que saber escuchar tanto lo bueno como lo malo y hablar con los empleados de lo que vea que les preocupa. Un buen referente sabe cuál es el momento adecuado para cada tipo de conversación.

5- Ser cómodo:

Un jefe no puede permitirse terminar acomodándose. Un líder tiene que sumergirse en una búsqueda continua de retos para mantener la motivación de su equipo. Además, cuando un jefe se acomoda, no suele tardar en caer, ya que se vuelve propenso a terminar desanimado y criticando todo lo que le rodea.

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6- Ser manipulador:

El líder debe influir, no manipular. Muchos jefes recurren a un discurso incorrecto para conseguir un beneficio propio. La manipulación no es lo mismo que la influencia.

7- Ser mandón:

Un líder es una persona que tiene que dirigir a un equipo. Pero no se pueden confundir estas funciones ejecutivas con una actitud dictatorial. Los jefes no tienen que demostrar de forma continua sus dotes de mando, ya que están en un puesto superior y eso se valora por los empleados. Un buen referente sabe dar libertad a los empleados para que puedan desarrollarse también por sí mismo.

8- Olvidarse de los demás:

Los jefes dirigen equipos de los que forman parte. El éxito o el fracaso viene de la mano de estos equipos, por lo que tienen que saber reconocer el trabajo de sus empleados cuando lo hacen bien.

9- Ser arrogante:

La capacidad de mando no va de la mano de insultar o despreciar a los empleados. Un líder tiene que mostrarse cercano a sus subordinados, no espantarlos. Este es uno de los problemas que más debilitan a la figura del líder.

10- Desequilibrio emocional:

Un puesto de liderazgo requiere de una preparación emocional especial. Esta experiencia no se aprende, se adquiere. Y para conseguirlo no hay nada mejor que pasar por todos los escalones del escalafón jerárquico. Un buen líder, antes de ser un buen referente es buen empleado y buen hijo.

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