• S&P ha amenazado con bajar más el rating y ahondar en el bono basura por su incertidumbre política
  • El real cae un 6% en 2017 respecto al euro, especialmente tras las acusaciones sobre el presidente, Michel Temer
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El presidente de Brasil, Michel TemerPRESIDENCIA DE BRASIL
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La enésima crisis política de Brasil es, a la vez, una nueva amenaza para su economía. Así lo han puesto de manifiesto los inversores, con una ola de ventas que se traduce en una depreciación del real del 6% frente al euro. La agencia S&P amenaza con bajar el rating, que ya está en bono basura.

La tormenta se desató el pasado jueves, cuando se conocieron audios en los que supuestamente el presidente, Michel Temer, habla sobre sobornos. El político sustituyó a Dilma Rousseff tras ser destituida en un proceso de ‘impeachment’ con el que el mercado inauguró un periodo de complacencia al esperar reformas de calado.

Sin embargo, lo anterior se ha truncado de golpe. El real cae un 6% frente al euro en el acumulado del año principalmente por las ventas del jueves, mientras que el Bovespa, principal índice de la Bolsa de Sao Paulo, cede un 7% en los últimos días. La nueva escalada de la incertidumbre política pone en riesgo medidas que son necesarias “más pronto que tarde”, aseguró ayer S&P cuando puso la calificación crediticia de ‘BB’ en perspectiva negativa.

La renovada tormenta política, algo de lo que saben mucho en Brasil en los últimos tiempos por el escándalo de Petrobras, supone un desafío para las empresas españolas. La principal economía emergente es destino importante de las inversiones y ventas en el exterior del tejido empresarial.

Especialmente en el primer caso, como pone de manifiesto el hecho de que grandes cotizadas tienen un peso importante de sus beneficios en Brasil. En Telefónica, por ejemplo, alcanzó el 21% en 2016. En Banco Santander, otro 21%. Mapfre generó un 19% de sus ingresos en el país, mismo porcentaje de ventas en Brasil de DIA.

La mayor parte de esta exposición se produce tras inversiones en la economía brasileña. Telefónica y Santander, por ejemplo, tienen filiales en el país. Pero la crisis política también es una amenaza para el sector exportador, uno de los principales motores de la economía española en su recuperación.

Esta semana el Ministerio de Economía y Competitividad ha publicado los datos de la balanza comercial del primer trimestre, con un aumento de las exportaciones en un 14,1% interanual hasta alcanzar los 69.741 millones de euros. Un récord en la serie histórica insuficiente para frenar el aumento del déficit comercial del 45,6% hasta los 7.199 millones.

En los tres primeros meses del año las exportaciones a Brasil alcanzaron los 596,9 millones de euros, un 16,5% más que el año anterior, con un peso sobre el total del 0,9%. En el conjunto de 2016, las ventas hacia la economía latinoamericana ascendieron a los 2.245,5 millones de euros. Esta cifra supuso una caída anual del 17,8% precisamente por la depreciación del real, aunque en el primer trimestre se recuperó parte de lo perdido con un mejor comportamiento de la divisa.

MIEDO AL DESPLOME DE UNA DIVISA

Sin embargo, las empresas se enfrentan a un nuevo retroceso del valor del real. Esto tiene un doble efecto sobre las compañías españolas. Por una parte, se encarecen las compras para los brasileños, con lo que perjudica a la demanda de productos españoles. Por otra, los ingresos que obtienen en Brasil las empresas son inferiores al cambio en euros.

Las empresas tienen vías para aliviar el daño sufrido por el desplome de un país en el que tienen intereses. De hecho, el 61% de las compañías exportadoras reconoce tener preocupación ante el riesgo de los tipos de cambio, según un estudio de la consultora EY y del instituto IEB en el que han participado 134 empresas de las que el 42% factura más de 1.000 millones de euros anuales.

Entre las divisas a las que hay mayor exposición por parte de las empresas encuestadas están las latinoamericanas como el real brasileño, con un 73% del total. Por su parte, el 52% tiene intereses en dólares y también un 52% en libras esterlinas. Asimismo, el 46% explica que obtiene al menos un 40% de sus ingresos fuera de la Eurozona.

El interés por limitar el impacto de los tipos de cambio en las cuentas empresariales es generalizado. El 84% de los grupos consultados en el estudio de EY y del IEB tiene una política definida de gestión del riesgo de tipo de cambio. No obstante, sólo el 53% la documenta con una metodología aprobada por la dirección de la empresa. Por su parte, el porcentaje se reduce al 17% si se tienen en cuenta únicamente las compañías con un departamento específico de gestión de riesgos financieros para ejecutar la estrategia.

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