No ha sido Mario Draghi, quien se ha amparado en las cláusulas de la separación de poderes y de que el BCE no habla de "bancos concretos" para no hablar del Popular, pero sí ha sido su número 2, el vicepresidente de la institución, Vítor Constancio, quien han confirmado los irreparables problemas que venía soportando la entidad española.

Esas dificultades respondían a dos cuestiones conectadas. La primera, la liquidez. "Popular tenía un problema de liquidez, no de solvencia", ha precisado. Y la segunda, el huida de los clientes. "Se estaba produciendo una fuga de depósitos", ha remachado.

Con estos ingredientes, el veredicto del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), encargado de la supervisión bancaria europea dentro de la organización del BCE, pero separado de las atribuciones monetarias de la entidad -de ahí que Draghi no se haya querido pronunciar sobre este asunto-, estaba cantado: ratificó que el Popular estaba "en graves dificultades o existía la probabilidad de que fuera a estarlo" y que, por lo tanto, la entidad era "inviable".

"Con esto es suficiente", ha sostenido Constancio para los acontecimientos que se desataron a continuación. Es decir, que la Junta Única de Resolución (JUR) estudiara la situación del banco y decidiera su intervención y que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) la ejecutara, para lo cual convocó una subasta en la que el Popular terminó en manos de Banco Santander.

Sobre el resultado de la subasta, Constancio también ha dejado claro el rol de cada organismo. Ha matizado que el MUS no eligió al Santander, sino que su 'trabajó' se limitó a constatar la inviabilidad y que, a partir de ahí, comenzó el de la JUR y el FROB.

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