• El ya nuevo presidente tendrá que cuadrar los números y recomponer la reputación de Banco Popular
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Emilio Saracho, presidente de Banco PopularArchivo Bolsamanía

Ya está. La 'era Ron' es historia. Y empieza la 'era Saracho'. Aunque será inevitable que la primera se proyecte durante la segunda, al menos durante una temporada. O mientras dure el profundo malestar que los accionistas sienten hacia una entidad que respetaban y que, en los últimos años, se ha convertido en un torrente de minusvalías.

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Porque la estela de la Junta General en la que los accionistas han nombrado ya oficialmente a Emilio Saracho como nuevo presidente de Banco Popular ha sido nítida: difícilmente podrían estar más enfadados. Y más desencantados. Tanto es así que uno de ellos ha augurado que Saracho necesitará mucho más que una buena gestión; lo que necesitará será un milagro. "Este banco está en la ruina. No lo levanta ni San Pedro aunque viniese en persona", ha expresado un accionista lleno de frustración en el transcurso de la reunión de inversores.

No ha sido la única manifestación de impotencia y 'cabreo' entre los accionistas. Ha habido más. Muchas más. "Adiós, hasta nunca", ha 'deseado' otro accionista que no ha dudado en calificar a Ron como "posiblemente el peor presidente de Banco Popular". La entidad ha dejado tras de sí una estela de destrucción de valor como pocas en la historia de la Bolsa española, algo que han puesto de relieve importantes accionistas del banco como el fundador de Naturhouse, Felix Revuelta, que se quejó amargamente de su error al invertir en el banco. “Creo que me equivoqué al invertir en Popular. Pude elegir entre Sabadell y el Popular, pero me equivoqué (...) Los dueños del banco son los accionistas, no son ustedes", dijo después de revelar que perdió el 91% de los 60 millones de euros que invirtió en 2004 en la entidad.

La mayoría de accionistas cargó contra la gestión del anterior presidente, que desde este lunes comenzará a cobrar su pensión de jubilación del banco, a razón de 1,1 millones de euros anuales. "El señor Ángel Ron no puede irse con toda su cara dura de rositas, cobrando un fondo de pensiones millonario. Todos los accionistas debemos llevar a cabo una demanda social de responsabilidad contra Ángel Ron y su cúpula por dejar el banco hecho una 'mierda'", dijo un accionista.

La propuesta de Emilio Saracho como presidente y consejero ejecutivo ha sido aprobada por mayoría en la junta general de accionistas como estaba previsto, además de la ratificación de Pedro Larena como consejero delegado y del consejero Jaime Ruiz Sacristán, presidente de la Bolsa de México y representante de la familia Del Valle. Mientras se celebraba la Junta se conoció que la retribución del nuevo presidente ascenderá a 1,1 millones de euros, además de recibir una prima de 'fichaje' e incorporación de 4 millones de euros.

AMARGO LAMENTO ACCIONARIAL

Pero el gran protagonista de la Junta fue el vicepresidente de la entidad, Roberto Higuera, encargado de llevar de responder a los accionistas junto al consejero delegado, Pedro Larena, y el secretario del consejo, Francisco Aparicio. "Defender al señor Ron ante esa serie de avalanchas requiere coraje y humildad", aseguró y señaló que el banco está viviendo "las consecuencias de una crisis histórica que se ha llevado a bancos por delante, no solo a Popular (...) Una gestión enérgica se ha hecho, si ha sido correcta les toca a ustedes decidir".

Higuera respondió así un accionista que se dirigió al consejo y espetó: "Pido que todo el consejo que está se vaya a freír espárragos", después lamentar la gestión del anterior presidente. En su opinión, Ron heredó un banco saneado y rentable, pero después de doce años "se ha gastado usted con malas decisiones dos ampliaciones de capital por valor de 5.500 millones y nos deja un banco con un valor que no llega a los 3.500 millones (...) Como accionista, ni le doy las gracias ni jamás se las daré por los servicios prestados".

Saracho debe recomponer la reputación de un banco que en los últimos años, seducido como tantos por el 'ladrillo', olvidó lo que fue, sus históricas señas de identidad, pero sigue contando con un músculo comercial -sobre todo, en el segmento de pymes- más que considerable

La evolución de la cotización del banco ampara las amargas quejas de los accionistas. La destrucción de valor es casi total: Popular cae un 95% desde 2007 tras tragarse 5.000 millones en ampliaciones y vale 3.500 millones en bolsa. El banco cotiza con un valor en libros de 0,31 veces, peor que Liberbank, la mitad que Sabadell y casi tres veces menos que Bankia, Caixa, Santander o BBVA. Cuando Ron llegó a la presidencia en 2004 -entonces junto a Luis Valls Taberner y desde 2006 ya en solitario-, su valor bursátil más que triplicaba su valor tangible.

La sostenibilidad de Banco Popular es la principal cuestión sobre la mesa. El banco, que mantiene un coste de capital superior al retorno que obtiene, registró pérdidas históricas de 3.485 millones de euros tras provisionar cerca de 5.200 millones. Tras este golpe contable, su ratio de solvencia CET fully loaded ha caído al 8,2% al cierre de 2016, un nivel dos puntos por debajo del ejercicio anterior y por debajo del resto del sector. Para recuperar el nivel anterior de solvencia, Popular debería ampliar capital por 4.000 millones de euros, pero algunos analistas no lo recomiendan porque sería peor este remedio que la enfermedad.

Los accionistas se lo han dicho muy claro al nuevo presidente. Necesitan pruebas y datos para volver a creer en la entidad. Están cansados, hartos, de acumular minusvalías. Será cuestión de cifras, por supuesto. Pero también de recuperar la confianza perdida. Y la reputación de un banco que en los últimos años, seducido como tantos por el 'ladrillo', olvidó lo que fue, sus históricas señas de identidad, pero sigue contando con un músculo comercial -sobre todo, en el segmento de pymes- más que considerable. Ese es el reto que asume Saracho. Tan mayúsculo que para algunos accionistas será un milagro que lo consiga. Amén.

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