• El repunte de los precios desafía la actual estrategia edificada por Draghi
  • La inflación vuelve a los niveles que empujaron el italiano a acerar las medidas expansivas
European Central Bank (ECB) president Mario Draghi

Mario Draghi se asustó en octubre de 2013. Ese mes, la inflación de la Eurozona se situó bajo el 1% y regresó a los niveles de 2009. El fantasma de la deflación amenazaba de nuevo. Y el presidente del BCE inició inmediatamente el despliegue de unas medidas monetarias sin precedentes en la región. Ahora, la inflación está de vuelta y regresa a aquellos niveles de 2013, un retorno que comienza a apretar las tuercas al banquero italiano.

Porque, sin duda, ese camino de vuelta complica la vida a Draghi. Eurostat confirmó este miércoles que la inflación de la Eurozona alcanzó en diciembre una tasa interanual del 1,1%, la mayor desde septiembre de 2013. Un mes después, en octubre de aquel año, fue cuando descendió al 0,7% y cuando el presidente del BCE decidió que no había tiempo que perder, de ahí que a comienzos de noviembre anunciara una inesperada rebaja de los tipos del del 0,50% al 0,25%.

Más de tres años después, esos tipos, los oficiales, se encuentran en el 0%. Otros tipos, los de depósito, están incluso más bajos: en el -0,40%. Además, la entidad bombea periódicamente dinero a los bancos, con operaciones especiales a largo plazo. Y cada mes el BCE destina 80.000 millones de euros a la compra de deuda en el mercado, que responde a las siglas en inglés APP -aunque es más conocido por otras siglas, QE, derivadas de 'quantitative easing', porque esas compras son una expansión de la cantidad de dinero en circulación-. De hecho, hace tan sólo seis semanas amplió la vigencia del APP durante nueve meses más, hasta finales de 2017, aunque a partir de abril reducirá el montante hasta 60.000 millones mensuales.

Y claro, semejante despliegue casa mal con la inflación de regreso hacia niveles menos gélidos. La amenaza de la deflación -caída continuada y generalizada de los precios- parece haberse disipado, y son varios los países para los que esa media del 1,1% se queda pequeña. Con la medición de Eurostat, en España se situó en diciembre en el 1,4% y en Alemania escaló hasta el 1,7%. De nuevo, tasas que no se veían desde 2013.

Por muy incipiente que sea, el retorno de la inflación abona el terreno de las críticas a Draghi. Sobre todo desde Alemania, y más aún en un año marcado por las elecciones en la mayor economía de la Eurozona

Estos incrementos remueven el terreno de las críticas hacia la estrategia del BCE. Principalmente, afila las críticas desde Alemania por la pérdida de poder adquisitivo que sus ciudadanos sufren por culpa de los tipos al 0%. Y eso, en un año electoral como es 2017 para el país germano, no resulta fácil de digerir. De hecho, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, ya manifestó la semana pasada que le parecería "correcto que el BCE se atreviera a salir de la política ultraexpansiva este año".

"El incremento de la inflación en diciembre, aunque era ampliamente esperado, pone al BCE en una situación difícil", exponen desde S&P Global. En concreto, lo sitúa entre dos posiciones: "Por un lado, tendrá que apaciguar los llamamientos a favor de unos tipos más altos por parte de los miembros más duros del BCE y de los políticos, en particular, de la economía más fuerte de la Eurozona. Y por otro, la entidad tiene que dejar claro a los inversores que no considerará una retirada prematura de los estímulos, algo que podría conducir a un injustificado endurecimiento de las condiciones financieras".

DEMASIADO PRONTO

Por ahora, y lejos de amilanarse, Draghi soportará las presiones. Y no variará el rumbo de la actual política, tal como ha dejado claro en la primera reunión del año. Primero, porque apenas ha transcurrido un mes desde la reunión en la que amplió el calendario de aplicación de sus estímulos más extraordinarios. Y segundo, porque insistirá en que tanto la inflación general como su núcleo duro, el que no incluye la energía y los alimentos frescos por su volatilidad y que en diciembre se situó en el 0,9%, todavía siguen alejados del objetivo de la institución de mantener la inflación por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo.

"La inflación en la Eurozona se disparará en el primer trimestre, pero el BCE no se inmutará", apuntan desde Pantheon Macroeconomics. Y añaden: "Esperamos un tono blando de Draghi, y la reiteración de que la inflación subyacente es todavía demasiado baja". "No esperamos un tono duro por parte del BCE. Posiblemente, Draghi argumentará que no reacciona a una sola cifra", señalan igualmente desde Danske Bank.

El euro estará muy pendiente de sus palabras. Esta semana ha tocado de nuevo los 1,07 dólares, un terreno que no pisaba, precisamente, desde la víspera a la reunión de diciembre del BCE. Tras haber caído a comienzos de año hasta los 1,03 dólares, está recuperando terreno por las dudas de que tanto Donald Trump con la Reserva Federal cumplan con las elevadas expectativas descontadas en las semanas anteriores.

Y LAS CIFRAS SIGUEN ENGORDANDO

Draghi, por tanto, tirará de dialéctica para defender su estrategia y que todo siga el curso marcado en diciembre. Y el mantenimiento de esta hoja de ruta continuará engordando las históricas cifras que siguen dejando las masivas compras de deuda.

Como consecuencia fundamentalmente de esas compras de deuda, el balance del BCE ya ha engordado hasta los 3,7 billones de euros, con lo que ya se ha triplicado desde el inicio de la crisis. Otro efecto se refleja en el exceso de liquidez, que también continúa creciendo. Alcanza igualmente cotas históricas, por encima ya de los 1,2 billones de euros al día. Y aún hay más, puesto que este dinero que les sobra a los bancos a diario debe pasar por el 'peaje' de los tipos de depósito. Hasta la fecha, la 'factura' que ya han pagado los bancos desde que Draghi situó los tipos de depósito en negativo en junio de 2014 supera ya los 4.500 millones de euros.

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