• Desde el primer intento fallido de reemplazar el Obamacare, en marzo, quedó claro que Trump no lo tendría tan fácil
  • La pelota está ahora en el tejado de Draghi: crecen las presiones para que empiece a retirar los estímulos
dollar trump

Igual que en un amor de adolescencia, la relación que los alcistas en el dólar han mantenido con el presidente de los EEUU, Donald Trump, ha sido intensa, turbulenta, llena de drama... y corta. Alrededor de seis meses ha durado el idilio de los operadores del mercado de las divisas con el ‘billete verde’, el mismo tiempo que han tardado en devolver el posicionamiento alcista neto en la divisa estadounidense a niveles de inicios de noviembre de 2016. Y ahora, cuando parece que los inversores han dado la espalda completamente a Trump, a quien ya no consideran capaz de cumplir con su agenda legislativa, quedan muy lejos los cantos de sirena que, a finales del año pasado, profetizaban la paridad entre el euro y el dólar.

Mucho trecho ha recorrido la divisa comunitaria en este período. Más de un 8%, para ser precisos, desde los mínimos de inicios de año, alcanzados en los 1,0339 dólares, hasta los máximos del 19 de mayo, por encima de los 1,1200 dólares. Por el camino se han quedado todas las predicciones de que la moneda comunitaria iba a depreciarse hasta llegar al 'empate' con el ‘billete verde’ este año y las firmas de inversión y análisis del mundo se han apresurado a rectificar sus pronósticos, hasta el punto de que el objetivo a finales del 2017 es, para muchos, claramente alcista y se ubica entre un 3% y un 4% por encima del récord de esta semana.

El cambio de tendencia que casi todos dan por hecho a estas alturas, con el euro fuertemente apuntalado contra otras divisas, después de alcanzar máximos de un mes y medio contra la libra y de más de un año contra el franco suizo o el yen, durante las pasadas sesiones, obedece a “un cóctel de acontecimientos en el que no toda la culpa es de Trump, aunque sea el ingrediente de mayor peso”, en opinión de Naeem Aslam, analista de ThinkMarkets. Detrás de las fuerzas de mercado que han estado marcando el paso para el cruce rey del mercado de las divisas en los meses pasados están los bancos centrales a uno y otro lado del Atlántico, la recuperación económica en la Eurozona, que avanza a muy buen ritmo, mejor que en EEUU, donde el crecimiento no es tan espectacular como se esperaba. Y, por supuesto, están los motivos geopolíticos, que también han incidido en la confianza de los inversores a este lado del ‘charco’.


El dólar nota el efecto de la “prima de riesgo política” que arrecia en EEUU después de los escándalos de la administración Trump y sus vínculos con Rusia

Insiste Aslam, sin embargo, en que el ingrediente de mayor peso en este ‘combinado’ es que “tanto la ambiciosa reforma fiscal de la Administración republicana en EEUU como el gasto en infraestructura parecen estar en peligro y los operadores se han vuelto más desconfiados hacia la habilidad del presidente de cumplir con sus promesas, ya que está envuelto en demasiadas cuestiones espinosas y muchos ya no creen que acometa su tarea más importante en el futuro cercano”, señala. Enrique Díaz-Alvarez, director de riesgos de Ebury, califica el fenómeno de "prima de riesgo" asociada al dólar que supone la “otra cara de la moneda de la ‘prima de riesgo política’ de la que tanto hemos oído hablar durante las múltiples crisis del euro” y que ahora, cree este experto, se está mimetizando en la política estadounidense.

Expertos de Link Securities, por su parte, profundizan en esta idea y ubican como culpable del último tramo a la baja en el dólar, que en cuatro días ha cedido un 2,6% contra su rival europea, a “la batalla entablada en Washington contra el nuevo equipo de Gobierno, con los grandes medios de comunicación de avanzadilla y la sorprendente colaboración de parte de los servicios secretos del país, que puede terminar torpedeando la agenda de actuación del presidente Trump, sin apoyos entre los Demócratas y con cada vez más detractores en las filas de su supuesto partido, el Republicano”.

LA VOLATILIDAD BAILA AL SON DE LA POLÍTICA

La última tormenta que se ha desatado sobre el polémico magnate arrecia con fuerza sobre los famosos ‘Trumponomics’. Su presunta injerencia en la investigación federal sobre el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Michael Flynn, y sus vínculos con Rusia o la filtración de información sensible sobre la lucha contra el terrorismo islamista al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, son nuevos escándalos que “han acabado con las ya escasas esperanzas del mercado de que el actual inquilino de la Casa Blanca tuviera la energía y compromiso necesarios para sortear todos los vericuetos legislativos que su ambicioso plan estímulos encontrará en el Congreso y el Senado en los próximos meses”, asegura Jane Foley, estratega de Rabobank. A pesar de que ahora el ‘Rusiagate’ parece haber ‘tocado de muerte’ al republicano, para esta experta, no obstante, “independientemente del alcance de este último episodio de la convulsa era Trump, desde el primer intento fallido de reemplazar el Obamacare, en marzo, quedó claro que las profundas divisiones dentro del partido ya constituían un obstáculo para la agenda de la Administración republicana”.

El punto de inflexión en la joven era Trump llegaba exactamente en aquel momento para Alberto Muñoz Cabanes, profesor de la UNED y fundador de X-Trader.net. A finales de marzo, el euro ya se catapultó por encima de los 1,0900 dólares, en medio de la primera gran crisis legislativa del presidente estadounidense por las trabas puestas dentro de su propio partido para dar marcha atrás en la reforma sanitaria del anterior presidente, Barack Obama. Pero la depreciación del dólar no significaba ningún problema para Washington. Semanas antes, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, el consejero de Comercio Exterior, Peter Navarro, o el mismo Trump se habían encargado de enfriar el ‘billete verde’ a base de intervenciones verbales que tenían como objetivo rebajar el precio de la moneda. Todos coincidían en un mismo punto: un dólar fuerte no es bueno para EEUU en el corto plazo.

Pero a veces hay que tener cuidado con lo que uno desea. A las presiones buscadas o circunstanciales que se cebaban en el dólar estadounidense, que se depreciaba no sólo contra el euro, sino también contra el yen y otros rivales, siguiendo en gran parte los designios de la Administración Trump, se añadió el impulso al euro que llegó de la mano de la geopolítica del ‘viejo continente’. “En el arranque de año, el temor a que los movimientos de la ultra-derecha pudieran atenazar Europa provocaba el rechazo de los inversores de los activos europeos, entre ellos la moneda comunitaria. Pero desde el mismo momento en que las elecciones en Holanda alejaron al eurófobo y xenófobo Geert Wilders del cargo de Primer Ministro en los países bajos, la amenaza empezó a disiparse”, recuerda Bill Hubard, economista jefe de Trade.com.

Europa pasó satisfactoriamente las dos primeras pruebas de fuego políticas, tanto las elecciones holandesas, como las francesas. Ambas acabaron por tener resultados favorables al proyecto europeo

Con las presidenciales francesas y la posibilidad, por remota que fuera, que la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, se hiciera con el Elíseo, la aversión al riesgo volvió a dominar los mercados y el euro sucumbía, una vez más a la presión de las ventas. La divisa compartida buscó el área de los 1,0570-1,0550 dólares, que se ha convertido en un soporte formidable, desde el punto de vista del análisis técnico, y se mantuvo deprimida durante buena parte del mes de abril hasta la primera vuelta de los comicios galos, cuando rompió con fuerza al alza, dejando un hueco alcista en el área de los 1,0730 dólares que aún no se ha rellenado. “Europa pasó satisfactoriamente las dos primeras pruebas de fuego políticas, tanto las elecciones holandesas como las francesas. Ambas acabaron por tener resultados favorables al proyecto europeo, provocando de inmediato una revalorización de la divisa europea que anteriormente había descontado estos dos eventos de riesgo”, apunta José Lagarto, analista de Orey Financial.

“Por el momento, el bloque comunitario parece haber dejado atrás la oleada política disruptiva, justo en el mismo momento que en EEUU se incrementan los problemas de Gobierno, muchos de ellos causados por el inexperto equipo que ostenta el poder”, señala Jane Foley. Además, el apoyo a la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel en Alemania avanza sólidamente después de obtener una victoria en el feudo socialdemócrata de Renania del Norte-Westfalia, la tercera consecutiva en las elecciones regionales que preceden a las federales de septiembre, “donde la canciller tiene claras opciones de hacerse con el poder de manera cómoda”, sostiene la analista de Rabobank.

“Las probabilidades de una reelección de Merkel están ahora mismo en el 85% según los recientes sondeos”, indica por su parte Hubard, un hecho que “refuerza la sensación de que las turbulencias de la política de Europa han pasado a un segundo plano, al menos hasta las elecciones italianas que se celebrarán, con toda probabilidad en la primavera de 2018”, argumenta el economista de Trade.com. Añade que “el motivo fundamental que explica la fortaleza del euro y que justifica la volatilidad que ha vivido su precio en los últimos meses no es otro que el tablero de ajedrez de los gobiernos de la vieja Europa, donde se ha derrotado al populismo”.

LA ECONOMÍA TAMBIÉN PESA

Si bien los factores geopolíticos son la gasolina que quema el motor del euro, los engranajes están en el territorio de la economía. La protagonista es, de nuevo, Alemania, cuyos datos macroeconómicos, “que suelen pesar en el ánimo de los mercados más que los datos de la Eurozona en general, muestran que el crecimiento la primera potencia europea es sólido, con datos destacados como la confianza de los inversores del mes de mayo, que avanzó con buen tono y se proyecta aún mejor para el resto del año”, señala Adrián Aquaro, fundador de Trader College.

El resto de países de la Unión Monetaria siguen en la misma senda y los datos se muestran acorde con las previsiones más optimistas. Por ahora, el crecimiento en Europa va “viento en popa, más teniendo en cuenta los niveles de los que venimos” señala Alberto Muñoz, con el recientemente publicado dato del PIB del primer trimestre que demuestra que las economías del bloque comunitario en su conjunto han crecido más que EEUU y Reino Unido y los niveles de inflación van en aumento, alcanzando de nuevo el 1,9% en abril en términos anuales, justo por debajo del 2% objetivo del Banco Central Europeo (BCE). Recientemente, la confianza del inversor que mide el índice Sentix también escaló a su mejor nivel en casi una década, dejando claro que la combinación de avance de la economía y retroceso del riesgo político apuntala los activos del ‘Viejo Continente’ y, por ende, su moneda.

En contraste, las presiones inflacionarias han caído durante dos meses consecutivos en EEUU y otros indicadores económicos han dejado peores resultados de lo esperado. Además de los precios al consumo, Naeem Aslam destaca el dato del PIB del primer trimestre, muy por debajo de lo previsto por el consenso de mercado, así como la caída en las ventas minoristas. Pero tanto el experto de ThinkMarkets como el profesor de la UNED hacen especial hincapié en los precios al consumo, que ha retrocedido en los meses de marzo y abril, como el más relevante de los indicadores que tiene en cuenta la Reserva Federal de EEUU (Fed) para seguir adelante con sus planes de subir tres veces más los tipos este año. Y aunque hay prácticamente unanimidad entre los analistas consultados en que el banco central moverá ficha en cuanto a la tasa de interés se refiere en las reuniones de junio y septiembre, Muñoz subraya que estos incrementos ya están “descontados por el mercado” y la atención de los operadores virará hacia la reducción del balance de 4,5 billones en activos que ahora mismo posee la Fed y que “tendrá un impacto mucho mayor en el dólar que el futuro encarecimiento del precio al que se presta la moneda”.

Y LOS BANCOS CENTRALES TIENEN LA BATUTA

“La perspectiva de que el BCE cambiará su política monetaria es lo que mantiene al euro apoyado, no sólo contra el dólar, sino también contra una cesta de divisas”, Naeem Aslam, ThnikMarkets

No obstante, recuerda el también fundador de x-trader.net que la presidente del banco central estadounidense, Janet Yellen, ha dejado claro que esta reducción “no se hará hasta que los tipos de interés lleguen al nivel adecuado, sin dejar claro qué considera el organismo como ‘adecuado’, dándose así un amplio margen para ir preparando al mercado ante la masiva reducción que planea acometer de los activos financieros que tienen ahora en cartera, que podría ser de hasta 3 billones, y que acumuló durante los años del famoso 'quantitative easing' -de 2008 a 2013- y no desencadenar una crisis de la deuda”. Jane Foley destaca las elevadas posibilidades de que “se reactive en las próximas reuniones” el debate en torno a cuándo empezará el banco central a desprenderse de sus inversiones tanto en bonos del Tesoro como en activos respaldados por hipotecas, ya que en el cónclave de abril el regulador estadounidense fijó el inicio de la disminución de su balance a finales de 2017. La experta de Rabobank avisa que este factor será “alcista para el dólar y podría volver a poner sobre la mesa la divergencia de políticas entre la Fed y el BCE”, por lo que no apuesta a que el actual rally del euro tenga mucho más recorrido desde los niveles actuales.

Pero si alguien tiene de verdad el poder de seguir dando alas a los alcistas en el euro es Mario Draghi. Para José Lagarto, la mejora de la economía de la Eurozona añade presión sobre el presidente del BCE para que adopte la retórica de otros miembros del Consejo de la autoridad monetaria europea de forma oficial y empiece a preparar al mercado para una “disminución de su programa de compra de activos antes de lo que está descontado”. Si no hay cambios, el programa actual de adquisición de deuda de la entidad, que es de 60.000 millones de euros mensuales desde el pasado mes de abril, acaba en diciembre de este año, cuando se alcanzará la cifra total de 2,3 billones de euros desde su inicio, en marzo desde 2015.

En este sentido, Adrián Aquaro expone que han sido los “rumores de que Draghi podría iniciar una subida de tipos de interés antes de lo esperado y de que podría disminuir su programa de compra de activos”, lo que han acabado por colocar un soporte adicional en la divisa europea, “pues el mercado de divisas se rige esencialmente por expectativas, que son las que han impulsado el proceso de corrección de las fuertes pérdidas del euro contra el dólar hasta ver al par negociar en tendencia alcista en lo que va de año”, argumenta el analista de Trader College. Apoya esta visión Naeem Aslam, que es de la opinión de que “la perspectiva de que el BCE cambiará su política monetaria es lo que mantiene al euro apoyado, no sólo contra el dólar, sino también contra una cesta de divisas”.

Pero Alberto Muñoz se encarga de echar un jarro de agua fría ante estas expectativas y señala el profesor de la UNED que Draghi “no va a mover ficha oficialmente hasta después de septiembre”, una opinión que contrasta con la de otros expertos que apuestan por un cambio en la orientación de los mercados del banco central en la reunión del mes de junio. Si el presidente del BCE decepciona a los inversores y, tal y como está previsto, la Fed incrementa los tipos en tres ocasiones, Adrián Aquaro espera que el momento actual pase para la divisa estadounidense e inicie de nuevo “un alza en prácticamente todos los frentes”. “Si esto sucede, el euro no tardará en retroceder varios céntimos, al menos hasta cubrir la brecha que dejó el 24 de abril en 1,0730 dólares, aunque si llega a dicho nivel, es probable que acelere a la baja aún más, buscando los 1,05 dólares”. “Estimamos, de todos modos, que esto podría suceder no antes de julio o principios de agosto próximos”, concluye el analista de Trader College.

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