• Desde marzo de 2016, los intereses de la facilidad de depósito se encuentran en el -0,40%
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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi.

Dicen que lo poco gusta. Y que lo mucho cansa. Y bastante de eso ocurre ya con la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), que cada día que pasa resulta más pesada para los bancos. No sólo por el impacto en su negocio de siempre, que también, sino porque los tipos de interés negativos vigentes en la facilidad de depósito desde mediados de 2014 suponen una 'multa' cada vez más costosa para las entidades.

Porque la factura no para de crecer. En sus más de tres años de vigencia, los tipos negativos les han costado ya 8.250 millones de euros a los bancos europeos. Y este importe, en un momento delicado para el sector, por los bajos tipos de interés, la presión regulatoria y la nueva competencia tecnológica, no es poca cosa.

La secuencia arrancó en junio de 2014. Fue entonces cuando la institución presidida por Mario Draghi penetró en el hasta ese momento desconocido mundo -al menos, para el BCE- de los tipos negativos. En concreto, lo hizo a través de los tipos de interés de la facilidad de depósito. Habitualmente, estos tipos están en positivo -por encima del 0%-, y eso implica que el BCE abona a las entidades privadas ese interés por el dinero que les sobra y llevan de vuelta a la ventanilla del banco central para que se lo guarde.

Con un exceso de liquidez que ahora alcanza los 1,7 billones de euros, la 'factura' diaria ronda los 19 millones de euros

Este orden habitual quedó desterrado cuando la crisis apretaba más que ahora, ante lo que Draghi empezó a recurrir a medidas cada vez más excepcionales. El problema es que ya han pasado más de tres años, y la excepción sigue siendo la norma. Porque situar los tipos de la facilidad de depósito en negativo -por debajo del 0%- representa justo eso, altera ese orden habitual: desde que están vigentes, son los bancos los que pagan al BCE por el dinero que les sobra.

Primero, ese 'peaje' fue del -0,10%; luego pasó al -0,20%; posteriormente, al -0,30%; y ahora, desde marzo de 2016, se encuentra en el -0,40%. Es decir, ha ido subiendo conforme el BCE entendía que debía apretar más a los bancos para que no retengan el dinero y lo canalicen hacia la economía real -empresas y hogares- en forma de préstamos. Porque ese el propósito de Draghi: que los tipos de depósito negativos supongan un incentivo para reactivar el crédito y un desincentivo para que lo atesoren. De ahí que equivalga a una multa o sanción, porque los bancos deben pagar un interés de penalización si no mueven ese dinero y lo llevan de vuelta al BCE.

El problema es que en este periodo no sólo ha ido creciendo ese 'peaje'. También lo ha hecho el dinero sobrante de los bancos. Y lo ha hecho igualmente hasta cifras desconocidas hasta ahora. Actualmente, y también precisamente por la abundante inyección de dinero que el BCE está volcando en el sistema financiero mediante sus políticas monetarias, el exceso de liquidez diario en la Eurozona alcanza ya los 1,7 billones de euros. Es el dinero que los bancos están devolviendo a la ventanilla del BCE, por muy conscientes que sean de que al hacerlo tienen que enfrentarse a esa penalización del 0,40%. La combinación de los tipos de depósito negativos y exceso de liquidez desemboca en una factura cada vez mayor para los bancos. Ahora, la penalización le cuesta al sector alrededor de 19 millones de euros al día.

EL PRIMERO... Y MÁS SENSIBLE

Pero el coste de los tipos de depósito negativos van más allá para el sector. Son el factor determinante que figura tras el descenso del euríbor -en todos sus plazos- también a cotas negativas y, por tanto, la palanca que más estrecha el margen de intereses de la banca. Es decir, su negocio de siempre, el consistente en ganar dinero con el margen que obtienen de cobrar intereses por los préstamos y pagarlo por los depósitos.

Estos efectos son los que explican que el sector esté tan pendiente de la hoja de ruta del BCE, después de que en los últimos meses haya deslizado ya su intención de ir reduciendo los estímulos monetarios incluso desde finales de este año. En este sentido, el repliegue inicial consistiría en una progresiva reducción de las compras de deuda en el mercado, que ahora ascienden a 60.000 millones de euros al mes, y en una gradual subida de los tipos de depósito. Lo último que tocaría serían los tipos oficiales, situados en el 0% desde marzo de 2016.

El problema es que el euro se ha cruzado en los planes del BCE. La renacida fortaleza de la divisa europea ejerce un efecto desinflacionista y endurece las condiciones monetarias, con lo que puede retrasar el calendario de la retirada de los estímulos por parte de la institución. Cuanto más lo haga, mayor será el impacto de los tipos negativos para la banca.

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