• En el libro que publicó en 2016 ya mencionaba el apoyo del entonces ministro alemán
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El ministro de Economía, Luis De GuindosCOMISIÓN EUROPEA

Luis de Guindos ya cuenta los días. Las horas. Si todo transcurre como se espera, en breve dejará su despacho en el Paseo de la Castellana de Madrid por otro en el majestuoso Main Building de Fráncfort. Sin transición ninguna, soltará la cartera de Economía para coger la de banquero central, como vicepresidente además. Porque está convencido de su victoria. Lo está, de hecho, desde 2014.

Según relata en el libro que Luis de Guindos publicó en 2016, titulado 'España amenazada', hace cuatro años ya recibió el compromiso del auténtico factótum de la Eurozona, el entonces ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, de que España volvería al Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) en cuanto fuera posible: "Schäuble me garantizó que la primera vacante en el BCE sería para España".

"Estaba claro que nos bajaban, por lo menos, a la segunda división", escribió Guindos para definir lo que supuso para España perder su silla en el BCE en 2012. Ahora toca ascender, con él en el papel protagonista

Esa oportunidad, esa primera vacante, se ha demorado hasta ahora, con el vencimiento del cargo del vicepresidente, el portugués Vítor Constancio, el próximo 31 de mayo. Será la ocasión de que España repare lo ocurrido en 2012, cuando nuestro país no pudo retener el puesto que había ocupado en el Comité Ejecutivo desde la fundación de la entidad en 1998, primero con Eugenio Domingo Solans (1998-2004) y luego con José Manuel González-Páramo (2004-2012).

"Era la primera vez (...) que España quedaba fuera del directorio de la autoridad monetaria de la zona euro. Se incumplía así el pacto no escrito que daba un puesto en la cabina de mando a los cuatro grandes del euro: Alemania, Francia, España e Italia", relata el aún ministro de Economía en su libro. "Estaba claro que nos bajaban, por lo menos, a la segunda división", continúa. Y luego, el remate: "Creo que todavía no he llegado a encajar [que España perdiera su puesto]".

EN PRIMERA PERSONA

Seis años después de aquel descenso, España cuenta con altas posibilidades de ascender. Y será el propio Guindos, en primera persona, el encargado de recuperar la silla. Para ello, deberá recibir el respaldo este lunes de por los menos 14 de los 19 ministros de Finanzas del euro, representativos de al menos el 65% de la población.

En el Ejecutivo español lo dan por hecho, pese a que su oponente, Philip Lane, gobernador del Banco Nacional de Irlanda, encaja mejor con el perfil requerido para ser banquero central. "El presidente, el vicepresidente y los demás miembros del Comité Ejecutivo serán nombrados por el Consejo Europeo, por mayoría cualificada, de entre personas de reconocido prestigio y experiencia profesional en asuntos monetarios o bancarios, sobre la base de una recomendación del Consejo y previa consulta al Parlamento Europeo y al Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo", establece el artículo 283.2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Por su formación específica en asuntos monetarios y por haber formado parte ya de los Consejos de Gobierno del BCE al ser gobernador de uno de los bancos centrales nacionales del euro, Lane cuenta a priori con ventaja, tal como ha constatado incluso el Parlamento Europeo esta semana.

Guindos ha mutado su perfil; si en el Gobierno de Rajoy se 'vendía' como un tecnócrata para defender su independencia, para llegar al BCE ha subrayado que es un hombre de acción, un pragmático, que ha vivido una profunda crisis desde dentro

Pero Guindos cuenta con otros avales. Los mostró el pasado miércoles en el 'examen' al que fue sometido en el Parlamento Europeo. Expuso como credenciales la recuperación económica y el saneamiento del sector bancario español, en el que el ministro de Economía ha desempeñado un papel determinante desde que accedió al cargo en 2011. Guindos, por tanto, se postuló por su experiencia, lo cual no deja de resultar curioso, porque invierte el papel que ha desempeñado en los últimos años: si en el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha sido una suerte de tecnócrata, un independiente, sin carnet político, dentro de un Gobierno, para saltar al BCE se ha 'vendido' como un pragmático, como un hombre que ha vivido desde dentro una crisis como la que sufrió España, un hombre del mundo real, ajeno a la 'torre de marfil' que son los bancos centrales.

Y, por supuesto, la baza política, que resultará determinante en la elección del nuevo vicepresidente del BCE y que emerge a través de varias ramificaciones. La primera, aquella garantía de Schäuble, que ya no dirige las Finanzas germanas, pero cuya influencia sigue vigente; la segunda, la realidad que supone la reducida presencia española en los órganos europeos más relevantes, un argumento que ha enarbolado el Gobierno para enfatizar que esta situación debe empezar a cambiar ya; y la tercera, la sensación de que ya es hora de que Europa 'premie' a España por haber hecho los 'deberes' para dejar atrás la recesión y cumplir lo impuesto en el Memorándum de Entendimiento suscrito en 2012 para recibir el rescate bancario.

CUESTIÓN DE CONTRASTES

2012. Un año grabado en la historia financiera y económica de España y Europa que nunca se va del todo, que siempre vuelve. En 2012 España perdió su sitio permanente en el BCE; en 2012 estalló la crisis de Bankia que desembocó en la petición por parte de España de un rescate bancario; en 2012 la prima de riesgo española, que mide la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, escaló hasta los 650 puntos básicos, el nivel más alto desde los tiempos de la 'peseta', y el Ibex 35 se hundió hasta perder incluso los 6.000 puntos por primera vez desde 2003; y en 2012 el presidente del BCE, Mario Draghi, tuvo que lanzar su famoso compromiso de que estaba dispuesto a "hacer todo lo que sea necesario para salvar al euro" cuando a la 'moneda única' le estaban saltando las costuras por todos los lados.

Hasta Luis de Guindos reconoce ahora la relevancia que aquel 2012 tiene en sus opciones actuales. "Existe un contraste notable" entre la España de hace seis años y la actual. Entonces, España estaba en recesión; ahora acumula tres años con crecimientos superiores al 3%. Un antes y un después del que tampoco fue ajeno en su libro. Porque en él también recoge lo que Schäuble le dijo para justificar el motivo por el que España no pudo colocar a su candidato, Antonio Sáinz de Vicuña, para relevar a González-Páramo. "Era una decisión de [Angela] Merkel motivada por el disgusto con la política económica del presidente [José Luis Rodríguez] Zapatero", relata el aún ministro de Economía en su libro.

Seis años después, España cree que ya es hora de que le levanten ese 'castigo'. Luis de Guindos no tiene ninguna duda. Lo sabe desde 2014. Se lo dijo Schäuble.

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