• El apetito por el dólar hará sufrir a los emergentes: fuga de capitales, encarecimiento de la deuda e inflación
  • La apreciación del 'billete verde' también puede causar efectos negativos en EEUU
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Que el dólar está exultante no escapa a nadie. Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU, los operadores se han lanzado a por el ‘billete verde’ con renovadas ansias, ante la perspectiva del impulso a la economía estadounidense que dará el presidente electo cuando ponga en marcha su política de estímulos fiscales. Pero después de las seis últimas semanas, los inversores ya comienzan a preguntarse si el mundo está listo para soportar un dólar fuerte.

Los analistas están tomando posiciones. Los hay que apuntan a que los mercados acabarán por ignorar a Trump una vez se den cuenta de que hay “poca sustancia” tras su retórica y piden tomarse las cosas con calma hasta que el republicano se mude a la Casa Blanca el 20 de enero. Otros muchos, en cambio, comienzan a hablar de un nuevo paradigma, que no sólo llega de la mano del republicano: la Reserva Federal, que incrementará el ritmo de las subidas de tipos empezando este diciembre, también tendrá un papel central. Este jueves, de hecho, el dólar se aprecia hasta su cambio más alto desde 2003 contra el euro ante las nuevas expectativas sobre los tipos alentadas por la Fed.

“La entrada en escena de Trump con sus políticas proteccionistas cambia las normas del juego en el mercado de las divisas, aunque la próxima evolución de los tipos en EEUU también marca un nuevo escenario”, señala Ramon Morell, analista de ETX Capital Markets. Para Lukman Otunuga, experto de FXTM, será precisamente la combinación de un incremento de las expectativas de alza de las tasas y la mejora del sentimiento hacia la economía de EEUU lo que podría asegurar que “la fortaleza del dólar siga siendo un tema dominante en 2017”.

Expertos de Goldman Sachs hablan directamente de “reset” para el ‘billete verde’ tras las elecciones estadounidenses y creen que la divisa está a punto de romper la tendencia actual, que data de marzo de 2015, cuando entró en un “modo de espera” después de la aguda expansión en 2014. Así las cosas, el dólar ha alcanzado máximos de 30 años contra la libra, máximos de un año ante el euro, de seis meses contra el yen y de nueve meses contra el franco suizo. Y todos los expertos consultados coinciden que en 2017 se podría alcanzar la tan largamente pronosticada paridad con la ‘moneda única’.


La combinación de un incremento de los tipos de interés y la mejora del sentimiento hacia la economía de EEUU podría asegurar que ‘la fortaleza del dólar siga siendo un tema dominante en 2017’

En los mercados emergentes, la situación se repite y, se mire donde se mire, la moneda estadounidense se acelera ante divisas como el peso mexicano, que planea sobre sus mínimos históricos, muy cerca de los 21 pesos por cada dólar -a pesar de la intervención de su banco central que incrementó las tasas en 50 puntos básicos el pasado 17 de noviembre, hasta el 5,25%-. En Latinoamérica, el real brasileño ha caído un 6,3% frente al dólar y el peso colombiano acumula pérdidas de más de un 5%. En Asia, el yuan está en mínimos de ocho años y se cambia a 6,9 yuanes por cada unidad estadounidense, mientras la rupia indonesia ha sufrido lo suyo contra el dólar, al igual que el won de Corea del Sur o la rupia india, cediendo en ambos casos entre un 1% y un 3%. En otros lugares del mundo, divisas como el rand sudafricano o el zloty polaco también acumulan pérdidas.

Pero para Adrián Aquaro, fundador de Trader College, a pesar de la rotunda fortaleza del dólar, su “comportamiento es irregular”, porque “ha perdido preponderancia en los mercados, y cada moneda se mueve más por su propia idiosincrasia que por un dólar uniforme”. Esta situación podría cambiar ligeramente en los próximos tiempos, “aunque de ningún modo es un cambio de época”, afirma el experto. Para Aquaro, el dólar crecerá principalmente “ante el euro, contra el cual puede buscar el empate y ante el yen, cuya depreciación está apoyada por el Banco de Japón”. De hecho, para este experto, la resiliencia que ha demostrado la libra ante los envites de su rival de EEUU explica que en el mundo occidental el apetito por el riesgo impulsa a un mercado que desecha los activos seguros por otros instrumentos financieros. “Si el Brexit se aplaza o si se descarta, la libra tiene mucho que ganar y regresar a 1,40 por lo menos”.

EL APETITO POR EL DÓLAR PROVOCA FUGA DE CAPITALES EN LOS EMERGENTES…

Sin embargo, la situación en las divisas emergentes es justamente al revés: los operadores se dejan llevar por una clara aversión a los activos de mayor riesgo en favor de la divisa de EEUU, desencadenando un drenaje de capitales extranjeros. Estas naciones ya le vieron las orejas al lobo en 2013, con el llamado 'taper tantrum' activado por Ben Bernanke, y en 2015, cuando el mercado empezó a descontar un incremento de tipos por parte de la Fed, que tenía que encarrilar al banco central por la senda de la normalización monetaria. La subida llegó, hace prácticamente un año, y los países en desarrollo observaron cómo el dinero volaba por miedo a un entorno de tipos de interés altos en el dólar.

Pero el banco central no siguió por el camino esperado y las aguas volvieron a su cauce. No obstante, si verdaderamente la renovada fortaleza del dólar ha venido para quedarse y acentuarse, la fuga de capitales puede adoptar tintes dramáticos y obligar a los bancos centrales a quemar reservas de divisas para apuntalar las monedas. China ya ha tomado la delantera en cuanto a intervencionismo se refiere, y aunque ahora prefiere dejar que el yuan se deprecie de manera orgánica, el banco central del país ha tenido que acudir al rescate de su divisa en más de una ocasión.

El gigante asiático, además, ha impuesto medidas regulatorias adicionales que dificultan la repatriación de capitales y la huída física de efectivo del país. Se ha blindado contra un futuro incierto, pero el resto de emergentes podrían no estar tan bien preparados. “Es demasiado pronto para aventurar si podrán afrontar una salida de fondos internacionales sin precedentes”, opina Otunuga. “Los inversores todavía se encuentran en proceso de digerir la nueva realidad que impondrá Trump y el alcance de los ‘Trumponomics’ -como se conoce a sus planes para la economía estadounidense”, comenta el analista de FXTM.


En los emergentes, se da un combo letal entre la salida de capitales y el encarecimiento de la deuda denominada en dólares que comporta la depreciación de las monedas locales

Además, muchos de estos países mantienen “altas tasas de interés, lo cual a su vez es perjudicial para las inversiones”, indica Adrián Aquaro. Para este analista se da un combo letal entre la salida de capitales y el encarecimiento de la deuda denominada en dólares que comporta la depreciación de las monedas locales. “Los que medianamente hicieron las cosas bien durante la época del dólar barato pueden salir bien parados; los que tuvieron o tienen gobiernos populistas afrontan un futuro muy duro”, arguye el experto.

… ENCARECE LA DEUDA DENOMINADA EN DÓLARES

Emergentes

Este es precisamente el segundo efecto de una etapa prolongada de fortaleza en el ‘billete verde’: se multiplicarían los problemas para los países y las empresas que se hayan endeudado en dólares. Si sigue el dólar boyante, se enfrentarán a serias dificultades para hacer frente a la deuda denominada en dólares que han acumulado durante los últimos ocho años “aprovechando el bajo coste de esas emisiones”, tal y como recuerda el profesor de ISEFi y gestor de carteras en SLM, Robert Casajuana. Para más ‘inri’, la mayoría de los países en desarrollo dependen fuertemente de las entradas de fondos extranjeros para financiar sus déficits de cuenta corriente, así que las fugas de capitales dejarían a estas economías muy vulnerables.

Entre las consecuencias de un dólar rutilante, Otunuga señala que la ya “abultada deuda en dólares se retroalimentará con la apreciación de la divisa estadounidense y pondrá trabas al crecimiento económico en estos países”. La depreciación de las divisas locales repercute en la balanza comercial de las potencias emergentes, que pierden poder adquisitivo, mientras empeoran sus perspectivas de crecimiento y, a la vez, ven cómo se encarece el precio de su deuda. Un círculo vicioso que, en opinión de Aquaro, será complicado de romper. A su juicio, conducirá a estos países a “dejar a un lado las emisiones y ajustar sus economías”, algo muy difícil para gobiernos “demasiado acostumbrados a tirar de este mecanismo de financiación”, explica el fundador de Trade College. Para muestra, un botón: Argentina, por ejemplo, ha asumido más de 40.000 millones de dólares en deuda sólo en 2016.

Este país, junto a Brasil, Indonesia, Rusia y México, encabezan la lista de emergentes con mayor carga de deuda en dólares, según datos de Bloomberg, con porcentajes que van del más del 20% del producto interior bruto (PIB) en Argentina, a menos del 10% del PIB del resto de países. Serán estas naciones las que “van a sufrir serias dificultades”, señala Casajuana. La situación se agrava cuando se añade al cóctel que los movimientos internacionales de capitales, en busca de retorno, pueden tener más rendimiento invirtiendo en dólares por las subidas de tipos de interés de la Fed, hecho que “animará la salida de capitales, y por tanto de inversiones, desde los emergentes hacia USA”, argumenta Casajuana. “No sé si se podría reproducir la crisis de los tigres asiáticos que padecimos en el 1997, pero no podemos descartarlo en el peor de los escenarios”, apunta el profesor de ISEFi.

Ramon Morell coincide con esta visión y cree que se verán “impagos o reconversiones de deudas”, algo de lo que se “alimenta el sistema financiero”, según Fernando Guillermo Piqueras, operador docente de MolFX. Para este experto, el de la deuda soberana “no es ‘el’ problema de estos países, tan sólo es uno más”. Morell, por su parte, ve la luz al final del túnel para estas economías y señala que hay un atisbo de esperanza en que “haya una traslación a otras divisas como el euro para las nuevas emisiones de deuda o para los préstamos de las grandes entidades financieras, lo que en alguna medida también paliará ese movimiento de fortalecimiento del dólar”.


Casajuana: No podemos descartar que en el peor de los escenarios se desate una crisis como la de los tigres asiáticos

… Y DISPARARÁ LA INFLACIÓN

El trío de repercusiones de la devaluación de las divisas locales se completa con un más que seguro repunte de la inflación: “Es una máxima que se cumple en todos los países latinoamericanos”, asegura Aquaro. Con cifras ya muy altas en el índice de precios al consumo (IPC) anual de muchas de estas naciones -Brasil, por ejemplo acumula un 8,5% en lo que va de año y Sudáfrica un 6,7%-, una mayor escalada de los precios puede tener “consecuencias oscuras si el dólar se refuerza más allá de un 20% en los próximos meses”, avisa Morell.

Sin embargo, Fernando Piqueras cree que hay capacidad para soportar el consecuente incremento y subraya que “pasará un tiempo antes de que regresen las cifras de dos dígitos a economías como la brasileña”. Pero los gobiernos de las naciones en desarrollo se verán obligados, sin duda, a implementar medidas económicas y fiscales de excepción para mitigar los efectos de un repunte de los precios al consumo. “Adoptar políticas monetarias restrictivas que incluyan un período de tipos de interés altos puede rebajar las inversiones y el gasto del consumidor, pero, por otra parte, fortalecerá las divisas locales para plantar cara a los efectos del repunte en los precios”, aduce Otunuga.

Desde un punto de vista de política fiscal, un incremento en los impuestos directos puede reducir los ingresos, lo que también acabará resultado en una caída de la inflación. “Sin embargo, un declive de la demanda y la producción, que podría derivarse de una fiscalidad más restrictiva, puede impactar negativamente en el crecimiento económico y el empleo”, reconoce el analista de FXTM.

MIENTRAS TANTO, EN LOS EEUU, ¿INTERESA UN DÓLAR FUERTE?

El resurgimiento del ‘billete verde’ desencadenará, por tanto, consecuencias nada deseables para la mayoría del mundo si realmente se asienta. Pero es que la propia economía estadounidense tampoco se libra del reto que supondría un dólar más fuerte. Las políticas económicas de Donald Trump podrían ser un arma de doble filo, con parejos efectos beneficiosos y perjudiciales. Los expertos consultados creen que, en una primera instancia, el sentimiento global se volverá positivo, lo que incrementará la confianza del consumidor, que verá aumentar su poder adquisitivo en bienes importados y podrá volver a viajar más barato.

Las compañías internacionales que recaudan sus beneficios en dólares darán la bienvenida al impulso de la apreciación de la divisa en sus cuentas de resultados, y esto se acabará traduciendo en un aumento en los sueldos de los trabajadores y presionará al alza la inflación. A fin de cuentas, “el principal motor de la economía americana es la demanda interna, ajena, al menos directamente, a un dólar más fuerte”, señala Robert Casajuana.


Los bienes estadounidenses serán menos competitivos en una economía que no es ni mucho menos una potencia exportadora

Por último, “tener un dólar fuerte permite a la industria estadounidense invertir barato en otros países y ganar cuota de mercado en el extranjero, preparando las trincheras para escenarios de un dólar más débil en el futuro”, apunta Ramon Morell.

Sin embargo, muchas de las compañías que obtienen sus beneficios traspasando las fronteras del país pueden ver recortadas sus ganancias drásticamente. “Si las presentaciones trimestrales de resultados incurren en la decepción, los inversores comenzarán a mostrar ansiedad, lo que provocará una caída de la confianza y perjudicará la economía de EEUU”, comenta Otunuga.

Entre el resto de sectores que se verán castigados están el del turismo, el mercado de acciones y, obviamente, las exportaciones. Los bienes estadounidenses serán menos competitivos en una economía que a pesar de manejar volúmenes ingentes en comercio exterior -1,5 billones de dólares en 2015-, este representa sólo un 8,4% del PIB. La maquinaria y los componentes electrónicos suponen el 25% del total de bienes que EEUU vende al resto del mundo, siguen la industria aeronáutica, la del motor y el petróleo.

Sorprende, además, que entre los principales clientes del país están, precisamente, aquellos países con los que Trump quiere cortar lazos comerciales: Canadá (18,6%), México (15,7%) y China (7,7%). Con los dos primeros, el país mantiene el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), que el presidente electo ya ha anunciado que revisará. Con el tercero, el republicano ya ha anunciado que tan pronto como se siente en el Despacho Oval cortará relaciones comerciales al anular los efectos del Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés).

Mientras las exportaciones sufren, será difícil mantener cerrado el mercado a productos extranjeros que se volverán muy competitivos, excepto si se implanta una política agresiva de aranceles, otro de los planes de Trump. “Esto llevaría a facilitar un mercado común internacional al margen de EEUU, lo que no es ni política ni comercialmente positivo para sus intereses”, señala Morell.

Por este motivo, el nuevo líder de EEUU pondrá todo el acento en el mercado interno que se fortalecerá y que podría impulsar el crecimiento que ha prometido a su masa de electores. Para los expertos consultados, es sólo cuestión de tiempo que se demuestre si puede cumplir con su reclamo del retorno al proteccionismo y al aislacionismo. La otra predicción que se descuelga de los comentarios de los analistas es que hay que esperar a 2017 para comprobar los auténticos efectos del nuevo ciclo del dólar ya que no será rápido, sino gradual e irá acompañado de ajustes por parte de la Fed.

Eso, si se confirman los augurios de cambio de era porque, según apunta Morell en su reflexión final: “En el fondo no le interesa a nadie: ni a ellos, ni a nosotros los europeos, ni a los chinos ni a los emergentes”.

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