• Las empresas estadounidenses dependen en su gran mayoría de las ventas a Canadá, China y México, sus tres principales compradores de bienes y servicios
  • China pretende erigirse como la gran alternativa a Estados Unidos y así lo ha dejado claro en Davos
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Dicho y hecho. Lo adelantó durante la campaña y, lejos de ser una falsa promesa que lo encumbrara al poder, lo reivindicó como una auténtica declaración de intenciones en su discurso de toma de posesión: “Desde este momento, Estados Unidos primero. Y seguiremos dos reglas simples: comprar estadounidense y contratar estadounidense”. Tras las medidas tomadas en su primera semana de mandato es toda una realidad. El proteccionismo comercial es una de las prioridades de Donald Trump y sus potenciales consecuencias suponen ya un quebradero de cabeza para todo el mundo.

Después de la investidura, la Casa Blanca confirmó que el impulso al proteccionismo comercial figuraba entre sus planes más inmediatos. Así, sin tiempo que perder, esta misma semana el presidente estadounidense mantenía un encuentro con algunos líderes corporativos para instarles a producir en el país, al mismo tiempo que aseguraba a las compañías que recibirían múltiples beneficios de llevarlo a cabo, que no sucederían, sin embargo, si decidieran externalizar sus actividades fuera de las fronteras norteamericanas.

“El país hegemónico abandona un espacio de integración internacional, lo cual confirma el giro proteccionista y esto obviamente tiene consecuencias”

Por si fuera poco, el mismo lunes estampaba su rúbrica en una nueva orden ejecutiva que sacaba al país del Acuerdo de Asociación Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), del que forman parte otras once naciones, entre ellas Australia, Canadá, Japón o México.

Los expertos aseguran que, si bien el beneficio del TPP sobre la economía mundial iba a ser muy limitado, la decisión de Trump tiene un valor simbólico muy significativo. Gonzalo Gómez Bengoechea, profesor de Economía en Comillas ICADE y experto en globalización, asegura que con esta firma Estados Unidos da el primer paso y anula un acuerdo de libre comercio que hasta el momento siempre había impulsado, “el país hegemónico abandona un espacio de integración internacional, lo cual confirma el giro proteccionista y esto obviamente tiene consecuencias”, ratifica.

¿PASARÁ LO MISMO CON EL TTIP?

Y, efectivamente, hablando de estos grandes tratados comerciales es inevitable pensar en el futuro del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) sobre el libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea. Antonio Papell, analista político y presidente del Comité Editorial de Webfg, comenta que el TTIP tiene planteamientos y objetivos distintos. Se trata de un acuerdo temido por la izquierda europea, porque obligaría a hacer concesiones al país norteamericano en materia de regulación, de normas medioambientales y de relaciones laborales. Sin embargo, a su juicio, “es muy probable que Trump cancele definitivamente las negociaciones por una cuestión de principios, aunque ya tenía pocas probabilidades de prosperar por la resistencia europea”, esclarece.

Gloria Claudio, profesora de economía de la Universidad Francisco de Vitoria y Directora del Instituto Hispano Chino MatteoRicci, tampoco tiene dudas de que el TTIP seguirá un camino similar a la Asociación Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). “Trump ya ha mostrado su rechazo en campaña a los acuerdos transatlánticos y, por tanto, al TTIP, que además se ha convertido en una cuestión electoral en Europa, donde este año hay varias citas importantes en Alemania, Francia u Holanda”, sostiene.

Además, también está en jaque el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta). Y es que la Administración de Trump ha iniciado conversaciones políticas con Canadá y México, sus dos socios en este otro gran pacto comercial, para renegociarlo.

Esta situación puede desencadenar, como el propio Trump ya ha adelantado, en una tendencia de acuerdos bilaterales más que de grandes bloques

Gonzalo Gómez, profesor de Economía en Comillas ICADE, cree que esta situación puede desencadenar, como el propio Trump ya ha adelantado, en una tendencia de acuerdos bilaterales más que de grandes bloques, “donde Estados Unidos puede ganar más presencia en posiciones de negociación”, apunta.

LOS RIESGOS DEL PROTECCIONISMO

Lo cierto es que Estados Unidos, la segunda economía con mayor volumen de exportación en el mundo, por detrás de China, corre el riesgo, con la puesta en marcha de esta política comercial, de perjudicar a sus propias empresas que dependen en su gran mayoría de las ventas a Canadá, China y México, los tres principales compradores de bienes y servicios estadounidenses. Así lo corrobora Antonio Papell: “Hay pocas dudas de que el proteccionismo, que puede ser rentable para un país a corto plazo, tiene efectos muy negativos a medio y largo plazo”, advierte.

Medidas de este tipo se traducen para el consumidor en un encarecimiento de sus compras diarias, sobre todo en países con un elevado nivel de desarrollo como Estados Unidos, en los que los ciudadanos están acostumbrados a consumir bienes y servicios producidos en otras naciones de manera cotidiana, detalla Fernando Tomé, decano de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Antonio de Nebrija.

Por el contrario, restringir la llegada de productos de otros países incrementará la producción y ventas de esos mismos productos fabricados en Estados Unidos, y eso se traduce en mejores condiciones, tanto en salarios como de beneficios. “A cambio de dejar de compararse con la competencia en otros países, que suele generar pérdida de competitividad”, destaca Tomé.

No obstante, los expertos coinciden en que el cierre relativo de fronteras coincidirá con una fuerte bajada de impuestos y con una subida notable de la inversión con cargo a deuda, lo que se antoja como una mezcla explosiva. Así, Saxo Bank o JP Morgan, entre otros, hablan ya de que el país ha emprendido una ruta hacia una inexorable depresión.

Saxo Bank o JP Morgan, entre otros, hablan ya de que el país ha emprendido una ruta hacia una inexorable depresión

Si las políticas proteccionistas de Donald Trump provocan una guerra comercial entre Estados Unidos y China, “afectará al crecimiento global, incluyendo a Europa”, advierte Robert Wescott, asesor del comité de asignación de activos de Pioneer Investments y ex asesor de Bill Clinton cuando éste fue presidente de Estados Unidos. Su análisis se centra en la posibilidad de que si la Casa Blanca impone aranceles a los productos del gigante asiático, Pekín podría responder con represalias que golpearían a la economía norteamericana, como la disminución o cancelación de pedidos que realiza a grandes corporaciones estadounidenses, además de incluir también medidas proteccionistas sobre sus importaciones.

¿ES CHINA LA ALTERNATIVA?

Precisamente, hay quien puede aprovechar esta situación y así lo ha dejado entrever en Davos. En la 47º edición del Foro Económico Mundial celebrada esta misma semana, las reacciones a las políticas proteccionistas de Donald Trump se han sucedido y ha sido uno de los temas candentes. De este modo, la respuesta del presidente chino, Xi Jinping, fue toda una declaración de intenciones: “Debemos permanecer comprometidos con el libre comercio y la inversión. Es necesario facilitar la apertura y decir ‘no’ al proteccionismo”.

Resulta paradójico que el presidente de un país que cuenta con férreos controles a las transferencias de capital y que todavía mantiene su rechazo a las inversiones extranjeras se declare fiel defensor de la economía de mercado: “China mantendrá su puerta muy abierta y no la cerrará”, declaró Xi Jinping. Pero la guerra iniciada por Donald Trump podría beneficiarles. Y lo sabe.

En la actualidad, China es la primera economía en volumen de exportaciones y parece inspirar confianza, pese a que el año pasado creció al ritmo más bajo desde 1989. El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó este lunes su previsión de crecimiento cinco décimas al alza, hasta el 6,5%, en la actualización del informe ‘Perspectivas Económicas Globales’.

El mundo se encuentra en un momento en el que países defensores del liberalismo como EEUU se convierten en defensores del proteccionismo, y países como China se convierten en adalides de la globalización

Los expertos no dudan y saben que si alguien tiene posibilidades de erigirse como la alternativa a Trump es China. “El mercado siempre busca mecanismos de ajuste, y en este caso parece claro que China va a aprovechar la oportunidad de presentarse ante el resto de la comunidad internacional como el perfecto sustituto del espacio que parece va a dejar Estados Unidos, como comprador y vendedor internacional”, apunta Fernando Tomé.

En la misma línea, Gonzalo Gómez, esclarece que “es lógico el apoyo de China a la globalización porque ha sido su fuente de a crecimiento en los últimos años, aunque existan grandes paradojas internas por su régimen de comunismo de mercado”. No obstante, según su criterio, “no es tan fácil” que China asuma este gran reto “ya que carece de un tejido empresarial tan sólido y estructurado como el de Estados Unidos”, concluye.

En este sentido, la sensación es que Trump se ha cansado de esta forma de globalización, de la que tanto partido ha sacado el gigante asiático y pretende apretar las tuercas a Pekín para que también ofrezca ‘algo’ a cambio. Como una revalorización de su divisa, el yuan. Trump, de hecho, ya ha criticado la estrategia cambiaria de China.

La profesora Gloria Claudio concluye y explica que, efectivamente, el mundo se encuentra en un momento en el que países defensores del liberalismo económico a ultranza como EEUU se convierten en defensores del nacionalismo y el proteccionismo, y países como China se convierten en adalides de la globalización. Esto último, comprensible si se tiene en cuenta que China es el mayor exportador del mundo y tiene mucho que perder en una guerra comercial, que va a evitar todo lo posible. En su opinión, China es un gran proveedor y, cada vez más, un ingente mercado que no hará más que crecer en el futuro por la evolución económica del país y por la apuesta decidida por el consumo interno. “Cerrar las puertas a este mercado sería un suicidio para las empresas estadounidenses”, finaliza la directora del Instituto Hispano Chino MatteoRicci

Lo que está claro es que los movimientos de Donald Trump seguirán siendo clave en los próximos meses, China por si acaso, ya está al acecho. Los dos colosos, frente a frente. El espectáculo (comercial) está garantizado.

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