• En las condiciones actuales, es posible que el 'toma y daca' se les vaya de las manos
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Nadie quiere una guerra comercial. Es el mantra que se ha instalado en los mercados y que se recita, a ver si de tanto repetirlo se convierte en realidad. El mismo Donald Trump ha llegado a negar que EEUU esté “en guerra con China” en comercio exterior y el gigante asiático ha insistido en que espera evitar dicha contienda. Pero el presidente estadounidense sigue incrementando sus apuestas: veo tus 50.000 y subo 100.000 millones de dólares más en aranceles. Una peligrosa partida de póker en la que se especula que el republicano va de farol pero que se le puede ir de las manos si no juega bien sus cartas.

“Las dos primeras rondas del conflicto comercial que se han estado ejecutando de acuerdo con el guión trazado por Trump y China en los últimos siete u ocho meses han terminado y entramos en territorio desconocido”, asegura Allan von Mehren, jefe de análisis de Danske Bank. La tercera fase ha arrancado con un juego de ’toma y daca’ que ha puesto a los mercados financieros en estado de alerta, pero que, a la vez, ha revelado que las dos primeras potencias mundiales están negociando extraoficialmente, “mientras de cara a la galería enseñan los dientes”, apunta por su parte el equipo de estrategas de Rabobank.

Las dos primeras potencias mundiales están negociando extraoficialmente, “mientras de cara a la galería enseñan los dientes”

En juego, 200.000 millones de dólares en aranceles, después de que el republicano haya anunciado que valorará la imposición de 100.000 millones adicionales a los 50.000 ya publicados el miércoles sobre 1.300 productos chinos. La respuesta del Gobierno de Xi Jinping llegó pocas horas después, en forma de medidas homologables sobre 106 productos estadounidenses. Pero los inversores han decidido no hacer caso a los árboles que no dejan ver el bosque y centrarse en los indicios de que ambos países ya han arrancado conversaciones extraoficiales.

El comunicado que ha acompañado el último envite de Trump habla claramente de que Washington está dispuesta a negociar con Pekín, lo que refuerza la imagen global de que EEUU es un “perro ladrador y poco mordedor”, insisten los expertos del banco de inversión holandés. El Ministerio de Comercio chino, por su parte, ha mantenido su contraataque anterior con la amenaza de que si la primera potencia mundial respalda sus palabras con hechos, están listos para contestar con una nueva batería de gravámenes. Al tiempo, ha declarado que no busca la temida guerra y ha marcado perfil porque, si EEUU es la mayor potencia económica del mundo, ellos son la segunda, y entre iguales deben tratarse con respeto. China “no tiene miedo y su postura es clara”, ha agregado.

DOS ESCENARIOS PARA EEUU Y CHINA

Así ha acabado la mano, pero la partida sigue y mucho hay en juego porque, si finalmente las negociaciones que se hacen entre bastidores descarrilan, el conflicto comercial que se fragua puede desbordar sus fronteras, ya que supone “una amenaza para lo que ha sido un buen período de crecimiento global”, advierte Craig Erlam, analista de Oanda. Von Mehren hace hincapié en que ambos países se mueven ahora en tierra desconocida y todo puede pasar en un conflicto para el que se dibujan dos escenarios en los 30 días que se ha dado Estados Unidos para someter a consultas su lista de aranceles a los productos chinos.

1. Las negociaciones son un éxito y se acaba con un gran acuerdo

Varias declaraciones de miembros del gabinete del republicano han contribuido a rebajar la tensión desatada el pasado miércoles. El secretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, ha reconocido abiertamente que las medidas son parte del proceso de conversaciones con Pekín. El nuevo asesor económico superior de Trump, Larry Kudlow, ha ido incluso más allá y ha señalado que es posible que los aranceles no se implementen y su objetivo es enviar un "mensaje" al gigante asiático.

Además de estas declaraciones políticas, la presión interna que llega del ‘lobby’ de productores y exportadores de soja podría hacérsele insoportable a un presidente que se enfrenta en seis meses a los comicios legislativos de mitad de mandato y palpa el enfado en su base de electores. China ha puesto la diana en sectores que votaron masivamente por el magnate en las elecciones de hace un año y medio y espera que su estrategia le dé réditos. Por ahora, varias entidades, entre ellas Americans for Farmers and Families, han avisado al inquilino de la Casa Blanca que serán los granjeros y sus familias quienes pagarán “un alto precio”.

La presión interna que llega del ‘lobby’ de productores y exportadores de soja podría hacérsele insoportable a un presidente que se enfrenta en seis meses a los comicios legislativos

Pero en este tango bailan dos. El presidente estadounidense, a su vez, “persigue el objetivo de presionar a China”, subraya el jefe de análisis de Danske Bank. “El anuncio sobre los impuestos a los productos del gigante asiático ha coincidido con una ofensiva diplomática de EEUU sobre Taiwan que vuelve a poner el foco sobre lo que Pekín considera una quiebra de la política de ‘una sola China’”, añade Von Mehren, por lo que “puede usar Taiwan como moneda de cambio”, redondea.

Por otra parte, el experto del banco de inversión danés cree que Trump vuelve a echar mano de la estrategia negociadora que ha usado en otras ocasiones, mediante la que “coloca a su contendiente contra las cuerdas para obtener, a cambio, grandes concesiones”. En definitiva, espera el economista del banco con sede en Copenhague que “EEUU vaya retrocediendo en las próximas semanas sobre el asunto taiwanés y reduzca los aranceles, a cambio de obtener un mejor acceso de las empresas estadounidenses al mercado chino”. Además, argumenta, EEUU también espera conseguir que “finalmente Pekín dé su brazo a torcer en la protección de los derechos intelectuales -punta de lanza de la ofensiva de Trump-”, añade.

2. El ’toma y daca’ se les va de las manos… Y es la guerra

Siempre cabe la posibilidad de que durante las hostilidades, Trump acabe por apretar el gran botón rojo de la guerra comercial y China responda con sus anunciadas represalias. Esto ocurriría si, transcurrido el próximo mes, Washington cumple sus amenazas de aplicar aranceles a más de 1.000 exportaciones chinas y la disputa se intensifica hasta desembocar en el ya mencionado enfrentamiento comercial.

S&P Global Ratings alerta en un reciente informe de que el riesgo de que se produzca este desenlace ”está aumentando”. Es más, "una ruptura de las negociaciones comerciales" o "pasos en falso de las políticas" que ambos países lleven a cabo podrían conducir "a una guerra comercial en toda regla", aseguran.

TODOS PIERDEN

Pero la mayoría de analistas consultados descartan que la sangre comercial llegue al río. Demasiado hay en liza. El gigante asiático es el tercer mercado de exportación de bienes estadounidenses. Los aranceles chinos ya anunciados en respuesta a los impuestos sobre el acero y el aluminio alcanzarán 3.000 millones en exportaciones estadounidenses, desde frutos secos, frutas y vino hasta tubos de acero.

La próxima ronda pone en jaque 12.000 millones de dólares en soja -el país asiático asume el 61% de las exportaciones de esta legumbre-, 16.000 millones de dólares en aviones civiles y 30.000 millones de dólares en suministros industriales que los productores estadounidenses vendieron a China en 2017. Con todo, los 50.000 millones con los que el país asiático está listo para gravar 106 productos estadounidenses, sólo representan el 0,3% de su PIB.

EEUU tiene a su favor que es el mayor cliente comercial de China, ya que vende anualmente un 20% de sus exportaciones a los consumidores estadounidenses

Pero Pekín tiene todavía algunos ases en la manga, el mayor de todos ellos es que EEUU podría acabar por quedarse sin su trozo del pastel “en el mercado de consumo de más rápido crecimiento en el mundo”, subraya Von Mehren. El más mínimo boicot a las marcas estadounidenses dañaría, por ejemplo, las ventas de automóviles de EEUU en el país asiático, que sólo en 2017 granjearon a fabricantes como General Motors 10.000 millones de dólares, apunta el experto de Danske Bank.

EEUU tiene a su favor que es el mayor cliente comercial de China, ya que vende anualmente un 20% de sus exportaciones a los consumidores estadounidenses. Un fuerte impacto en esta fuente de ingresos “podría hacer descarrilar las ambiciones del Gobierno de Xi de incrementar la calidad del crecimiento, ya que el país debería recurrir de nuevo a impulsar al gasto en infraestructura para cubrir la brecha en la demanda, causada por el decremento de las exportaciones”, argumenta Von Mehren. Es una senda que implica más préstamos y un riesgo de sobreinversión, circunstancias de las que, precisamente, China trata de escapar.

Así que ambos países deambulan por terreno pantanoso por lo que, concluye en jefe de análisis de Danske Bank, “no es imposible que esta semana pasada ya hayamos visto lo peor en el frente de la contienda comercial por ahora”.

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