• Desde la CUP han reconocido que habrá un escenario de 'corralito' en una independencia
  • Cataluña estaba entre las mejores CCAA en crecimiento, creación de empleo o recepción de turistas hasta el inicio del 'procés'
artur mas carles puigdemont
Artur Mas y Carles PuigdemontGENERALITAT DE CATALUNYA

La crisis política de Cataluña no sale gratis a la Generalitat. Además del éxodo de empresas, ya hay indicios de daño al dinamismo económico de la región. Pero no es suficiente para detener las intenciones independentistas del Govern de Carles Puigdemont.

El president catalán envió ayer la carta a Mariano Rajoy cerca de que expirara el plazo dado por el requerimiento del Gobierno para confirmar si declaró o no la independencia el 10 de octubre. “El Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaración formal de la independencia que no votó el 10 de octubre”, asegura la misiva. El Gobierno ha convocado una sesión extraordinaria al Consejo de Ministros para el sábado con el fin de seguir con los trámites previstos para aplicar el artículo 155 “ante la ausencia de respuesta” en los términos exigidos.

En resumen, este jueves se ha escrito un nuevo capítulo de la tensión entre la Generalitat y Moncloa, que se disparó el 1 de octubre con el referéndum ilegal y sin garantías. La respuesta de los mercados fue de ventas moderadas tanto en el conjunto de la bolsa española, donde los grandes fondos han disminuido su apoyo este mes, como de los bonos del Tesoro en el mercado secundario.

Pero el daño que supone la incertidumbre política y jurídica en Cataluña no sólo se observa en los mercados financieros, especialmente en las empresas cotizadas con exposición en la región -CaixaBank y Sabadell se dejan un 10% y un 11% respectivamente desde el 29 de septiembre-, sino en la economía real. Aunque aún no hay datos agregados que incorporen las últimas semanas -como Producto Interior Bruto (PIB) o Encuesta de Población Activa (EPA)-, hay indicios de que ya se está produciendo un daño. Por lo pronto, más de 900 empresas han movido su sede social, siempre alegando razones de “inseguridad jurídica”.

La huida empresarial tiene una implicación limitada a corto plazo si no desplazan sus centros de trabajo y producción. En términos fiscales sólo afecta a impuestos menores como Actividades Económicas o Transmisiones Patrimoniales. Pero el 'procés' no saldrá gratis para Cataluña. Los más agoreros recuerdan que las empresas que en Canadá se fueron de Quebec a Toronto por el miedo a su independencia nunca volvieron, aunque no son procesos comparables. A corto plazo, la mudanza traslada en la estimación del Producto Interior Bruto (PIB) más de 6.000 millones de euros desde Cataluña hasta otras regiones, según el economista David Veredas, de la consultora Vlerick Business School, que afirma así que Madrid supera a Cataluña por PIB, algo que no pasaba desde 2012. En 2016 las cifras fueron de 210.813 millones y 211.915 millones, respectivamente.

El Gobierno redujo la previsión de crecimiento del 2,6% al 2,3% para 2018, lo que supone cuantificar el impacto de “la incertidumbre asociada a la situación política” en más de 3.000 millones de euros

También hay efectos perversos para la economía española, además de la congelación de la agenda de reformas económicas, como pensiones o financiación autonómica, y la prorrogación de los presupuestos de 2017 para el próximo año. El Gobierno redujo la previsión de crecimiento del 2,6% al 2,3% para 2018, lo que supone cuantificar el impacto de “la incertidumbre asociada a la situación política” en más de 3.000 millones de euros. La Autoridad de Responsabilidad Fiscal Independiente (AIReF) va más lejos: entre el 0,4% y el 1,2% del PIB. O, lo que es lo mismo, hasta 13.000 millones de euros. A lo que habría añadir el shock que sufra la economía catalana.

DINAMISMO EN PELIGRO

La región ha estado entre las más dinámicas en la recuperación económica, al menos hasta el segundo trimestre. Entre abril y junio, Cataluña promedió un nivel de 3.270.500 ocupados, tras crear 89.200 puestos de trabajo durante los 12 meses anteriores. Esto es, el 17% del empleo generado por la economía española en un año. La tasa de paro catalana se redujo al 13,2%, frente al 17,2% del conjunto de España.

Asimismo, la AIReF estimó un crecimiento interanual del PIB del 3,4% de la región en el segundo trimestre, sólo menos que el 3,5% de la Comunidad Valenciana. La fortaleza se produce gracias al sector industrial, que en 2016 tuvo un peso del 19%, según el INE, y a la hostelería, con un 22,5%. En este sentido, el turismo es clave para Cataluña, líder en llegada de turistas extranjeros, con el Prat como el aeropuerto que recibe más viajeros y el Puerto de Barcelona al que llegan más cruceros. Entre julio y agosto, temporada alta, los visitantes internacionales dejaron en la región 5.444 millones de euros -en torno a 1.100 euros por persona-, el 24% de los 23.244 millones de euros gastados en España. La patronal turística Exceltur advierte de que ya está habiendo una caída en las reservas del orden del 20% tras el 1 de octubre. Su estimación es que si persiste esta tendencia las pérdidas para el sector serán de 1.200 millones de euros.

Los datos de la industria automóvil, a la que los economistas dotaban de una alta capacidad predictiva en épocas anteriores, también reflejan cambios. Las matriculaciones se mantuvieron en octubre, según Faconauto, pero los pedidos de automóviles han disminuido en torno al 30% en las últimas semanas. Este sector, como el turismo, es decisivo para el superávit por cuenta corriente de Cataluña, aunque vende más a Aragón o Valencia que a Francia o a Italia. Es fácil predecir ante una hipotética salida del euro más dificultades para el comercio exterior y, como con el resto de indicadores de caídas de la actividad, más desempleo.

SIN RECURSOS PARA UNA REPÚBLICA INDEPENDIENTE

A largo plazo, el éxodo empresarial supone una nueva prueba del “desastre económico” al que quiere dirigir Puigdemont a los catalanes, como lo describió ayer De Guindos, que sostiene que habría un “empobrecimiento brutal” en la región en un ejercicio de economía ficción, ya que es imposible jurídicamente -e históricamente- que haya un reconocimiento a una declaración unilateral de independencia (DUI).

Para empezar, la Generalitat tendría difícil cuadrar sus cuentas. El impuesto de sociedades supone en 2017 un 12,6% de los ingresos tributarios del Estado estimados en los presupuestos. Un tributo que recauda el Estado y no está cedido a las comunidades autónomas, por lo que no hay efectos para una Cataluña que siga en España. En una independiente, se quedaría sin estos recursos para financiar la república. Esta es una tónica general.

Cataluña ya tiene una delicada situación financiera que extrema su dependencia respecto al Estado, al no haber aprovechado la recuperación para reducir los desequilibrios, y sí pedir un concierto como País Vasco de la mano de Artur Mas que Jordi Puyol rechazó décadas antes. La AIReF concedía antes de esta crisis únicamente un 40% de probabilidades a que cumpla este año con la meta fiscal pactada de un déficit no superior al 0,5% del PIB. La Generalitat, con un 35% de deuda sobre el PIB, financia desde 2012 sus desequilibrios presupuestarios con la emisión de una deuda que compra únicamente el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) a un coste medio del 1,5% pese a que la calificación crediticia de las agencias de ‘rating’ es de bono basura. Es decir, más barato que Estados Unidos con una nota como la de Senegal o Nicaragua. El acceso a los mercados de capitales seguirá cerrado para el Govern al menos hasta 2019, según Moody’s.

La agencia recuerda que “Cataluña tiene altas necesidades de refinanciación y su posición de liquidez se ha debilitado significativamente en los últimos años. Inicialmente, Cataluña puede tener dificultades para acceder a los mercados financieros como estado independiente”, añade Moody’s, que avisa de una reevaluación de la calificación en este escenario que podría llevar la nota hasta Caa1 -siete escalones por debajo del grado de inversión-, reservada para entidades en suspensión de pagos y a países con dificultades para emitir bonos como Bielorrusia o Mongolia.

Sin capacidad para financiarse en el mercado y con menos ingresos tributarios -además de una previsible caída de la actividad y, por lo tanto, menos ingresos por IRPF o IVA-, la única opción incluye recortes y subidas de impuestos. Además, la Seguridad Social cuenta con un déficit en Cataluña de 4.700 millones de euros, según la ministra Fátima Báñez, el 25% del total. Los jubilados adquirieron el derecho a la pensión cuando trabajaban, pero ésta se paga con las cotizaciones actuales. Una Seguridad Social catalana independiente tendría que hacer malabares para cumplir con sus pensionistas.

EL MIEDO A UN ‘CORRALITO’

Además de la seguridad jurídica, las empresas que se han mudado destacan la intención de seguir bajo la supervisión de sus respectivos reguladores o protectores, como el Banco Central Europeo (BCE) en el caso de los bancos. En una Cataluña independiente, los depósitos dejarían de estar garantizados, con lo que se aceleraría y multiplicaría la fuga de capitales que ya se ha producido. La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, afirmó en 'Onda Cero' que en un día se perdieron 4.000 millones de euros en cuentas catalanas. Durante las últimas semanas han sido constante las colas para abrir cuentas en Fraga (Huesca) y en otras localidades limítrofes de Aragón o Castellón.

Si los depósitos no están garantizados habría una huida con un ‘corralito’ peor que el de Grecia en 2015, que al fin y al cabo estaba en el euro

Esta fuga de depósitos llevaría a aplicar un control de capitales, lo que se conoce como ‘corralito’, como reconoció la diputada de la CUP Eulàlia Reguant. “A partir de la declaración de independencia, hacemos un control de capital y de flujos en Cataluña para garantizar, al menos durante un tiempo, dar la capacidad de funcionar a la república”, dijo en Nació Digital. Aunque la declaración llega desde un partido anticapitalista, la afirmación tiene sentido teórico en el marco económico actual. De hecho, no habría otra posibilidad: “Si los depósitos no están garantizados habría una huida con un ‘corralito’ peor que el de Grecia en 2015, que al fin y al cabo estaba en el euro”, recuerda Antonio Cánovas del Castillo, presidente y gestor de Altair. Aunque en algunos sectores parecen promover el 'corralito' desde dentro: ANC y Ómnimun han pedido retirar dinero en efectivo de los bancos más grandes en señal de protesta.

El escenario que prevé Reguant es el inevitable ante una independencia por dos razones: miedo de los depositantes -empresas y particulares- y que no tendría acceso a la liquidez del BCE. Pese a que Oriol Junqueras planteó crear un Banco Central de Cataluña como autoridad monetaria dentro de la Eurozona, la Unión Europea ha dejado claro reiteradamente que un territorio independizado quedaría fuera del área y, por extensión, del euro. Existe la posibilidad de que usara esta divisa, pero no tiene garantías de ello y, de todos modos, el banco central no contaría con Cataluña para la emisión de monedas.

En cualquier caso, el ministro Luis de Guindos alejó ayer estos fantasmas sobre los dos principales bancos catalanes, cuya sede ya está fuera. “Las dos entidades están perfectamente bajo el paraguas del BCE y el Fondo de Garantía de Depósitos español, tienen todo el apoyo del Gobierno. No va a haber corralito”. Según datos del banco estadounidense Citi, los bancos con más exposición crediticia a Cataluña con datos de 2016 son Sabadell y Caixabank, con un 16% de su cartera en la región, seguidos de Bankinter (9%), BBVA (8%), Bankia/BMN (7%) y Santander/Popular (3%). Aunque ya ninguna de estas entidades tiene su sede en Cataluña.

Noticias relacionadas

contador