• El gigante asiático posee prácticamente el monopolio de los considerados "minerales raros"
  • Los expertos tampoco descartan un boicot contra las marcas estadounidenses
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Las guerras comerciales no se ganan. Esta máxima que analistas y expertos se esfuerzan en recordar, cae en saco roto en el contexto de la escalada de tensiones comerciales entre China y EEUU de las últimas 24 horas. Las represalias del gigante asiático a los aranceles de 50.000 millones de dólares de EEUU han llegado a velocidad de relámpago, provocando una sacudida monumental en todos los mercados, pero no son nada comparado con lo que guarda en la manga.

Las dos primeras potencias mundiales han enseñado sus cartas en un ‘toma y daca’ que pone en peligro un negocio de 100.000 millones de dólares en intercambios y que se reparten, a partes iguales, entre ambas economías en industrias como la robótica, la agricultura, la aviación o la automoción. Pero lo que más atemoriza a los inversores es que ninguno de los dos países envía señales de ceder ni un ápice ante su oponente y la guerra comercial que se fragua puede desbordar sus fronteras, ya que supone “una amenaza para lo que ha sido un buen período de crecimiento global”, advierte Craig Erlam, analista de Oanda.

Ni EEUU ni China envía señales de ceder ni un ápice ante su oponente y la guerra comercial que se fragua puede desbordar sus fronteras

Mucho hay en liza para EEUU. El gigante asiático es el tercer mercado de exportación de bienes estadounidenses. Los aranceles chinos ya anunciados en respuesta a los impuestos sobre el acero y el aluminio alcanzarán 3.000 millones en exportaciones estadounidenses, desde frutos secos, frutas y vino hasta tubos de acero. La próxima ronda pone en jaque 12.000 millones de dólares en soja -el país asiático asume el 61% de las exportaciones de esta legumbre-, 16.000 millones de dólares en aviones civiles y 30.000 millones de dólares en suministros industriales que los productores estadounidenses vendieron a China en 2017.

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Pero hay en juego mucho más y China guarda munición en la recámara para el contraataque. Descabalgarse de los acuerdos bilaterales del año pasado, inundar el mercado de la deuda con bonos del Tesoro estadounidenses o parar en seco las exportaciones de los minerales raros, que son fundamentales para productos tan cotidianos como los móviles o las pantallas Led, son algunos de los ámbitos en los que el gigante asiático puede actuar.

1. Deshacer los acuerdos alcanzados en 2017

De incrementarse los ataques de Donald Trump, el Gobierno Chino de Xi Jinping “puede dar marcha atrás en los acuerdos bilaterales alcanzados entre ambos países en mayo y noviembre de 2017 en exportaciones de carne de vaca y otros acuerdos valorados en 250.000 millones de dólares”, avisan los analistas de Danske Bank.

Por un lado, hace poco menos de un año, Pekín abrió las puertas a los productos de res estadounidenses después de 14 años de restricciones. En aquel momento, el secretario de Comercio de EEUU, Wilbur Ros, calificó el acuerdo de “hercúleo” y llegó a describirlo como del “mayor logro en las relaciones entre ambos países de la historia”. “Sin embargo, el Gobierno de Xi podría dar ahora marcha atrás y sumar los ganaderos estadounidenses a la lista de perjudicados por la contienda en comercio exterior”, argumentan desde el banco de inversión danés.

Meses más tarde, durante la visita de Trump a Pekín, el republicano se trajo a casa contratos por valor de un cuarto de billón de ‘billetes verdes’, pero tal como recuerdan los analistas, se basaron en “el entendimiento mutuo, por lo que ahora China podría dar marcha atrás”. Uno de los puntos candentes de ese documento era la venta de 300 aviones de Boeing, valorados en 37.000 millones de dólares.

Si se incrementan los ataques de Trump, el Gobierno Chino de Xi Jinping puede dar marcha atrás en los acuerdos bilaterales alcanzados entre ambos países en mayo y noviembre de 2017

2. Boicot de los consumidores a los productos estadounidenses

Si el sentimiento de los consumidores chinos se gira contra los Estados Unidos, podría perjudicar a las marcas estadounidenses en el mercado de consumo de más rápido crecimiento en el mundo. En números, incluso un boicot de bajo impacto dañaría, por ejemplo, las ventas de automóviles de EEUU en el país asiático, que sólo en 2017 granjearon a los fabricantes como General Motors o Ford 10.000 millones de dólares.

Desde la entidad financiera con sede en Copenhague arguyen que “este bloqueo no se puede dar en sentido contrario” ya que pocas firmas de la segunda potencia mundial comercializan sus creaciones en EEUU. Incluso entre las que sí lo hacen, son en realidad subsidiarias de marcas estadounidenses como Nike y Apple.

3. Inundar el mercado de deuda de EEUU

China y Japón lideran el ranking de acreedores del país de Donald Trump. Así ha sido durante lustros y los dos países asiáticos se turnan para ostentar el puesto del mayor tenedor de deuda del país, lo que significa que el Gobierno de Xi posee más de 1 billón de dólares en bonos del Tesoro. Y si decide inundar el mercado de la renta variable, disparará el rendimiento de los bonos estadounidenses.

Sin embargo, esta “no será la primera línea de defensa de Pekín ya que las implicaciones en los mercados financieros globales no se pueden tomar a la ligera y podrían acabar por dañar también a China”, aseguran desde Danske Bank. Todavía en el ámbito financiero, los expertos sugieren que China también puede optar por vetar las inversiones de EEUU en un momento en el que está abriendo las puertas a fondos internacionales.

A poco más de medio año de las elecciones legislativas, que se celebran en noviembre, China ya ha situado en el punto de mira algunos sectores estratégicos que pueden perjudicar a Trump

4. Sequía de minerales raros

El gigante asiático prácticamente ostenta el monopolio de los llamados ‘minerales raros’. Se trata del 90% de explotaciones del gadolinio, el tulio, el lantanio, el neodimio o el cerio y así hasta 17 de estos elementos que son clave para la producción de artículos de alta tecnología que van desde teléfonos móviles, televisores de pantalla plana, cables de fibra óptica, vehículos híbridos y hasta misiles teledirigidos. El gigante asiático ya los usó como arma contra Japón en un incidente diplomático hace cerca de ocho años y podría no dudar en volver a hacerlo.

5. Ataque político contra Trump

A poco más de medio año de las elecciones legislativas, que se celebran en noviembre, China ya ha situado en el punto de mira algunos sectores estratégicos que pueden perjudicar a Trump en su examen ante las urnas sobre sus dos primeros años de mandato. Los productos agrícolas que ha incluido en su lista de exportaciones que prevé gravar con impuestos no se han elegido al azar, ya que “sus productores se ubican, predominantemente, en Estados que votaron por Trump”, destacan los analistas del banco de Dinamarca.

Asimismo, el ataque contra Boeing o una hipotética "anulación del acuerdo comercial sobre esta aerolínea en favor de la europea Airbus", son acciones que van en la misma línea de torpedear políticamente al republicano.

En resumidas cuentas, Pekín está más que lista para la batalla y “envía el mensaje al presidente estadounidense, Donald Trump, de que si cree -como ha dicho en el pasado- que las guerras comerciales son fáciles de ganar, va a tener que respaldar sus acciones con hechos”, añade Craig Erlam. Por ahora, las listas de 1.300 productos chinos que EEUU piensa gravar con impuestos y los 106 estadounidenses a los que China quiere imponer aranceles, en ambos casos del 25%, son una declaración de intenciones. Washington ha abierto un período para consultas públicas de 30 días, pero si decide apretar el gran botón rojo, Pekín también dejará caer la bomba comercial.

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