• La selección albiceleste ha sido una de las grande sorpresas, junto a Irán o Egipto
  • Sin gran apoyo desde su país, protagoniza un hito similar al de la selección de baloncesto en 2002
argentina mundial

A muchos ‘expertos deportivos’ les gusta decir que hay países con un gen competitivo especial, y que entre ellos están Italia o Argentina. Algo que no ha demostrado la albiceleste desde hace mucho tiempo en fútbol, pero sí en otros deportes como en baloncesto y ahora en fútbol sala. Argentina ha hecho historia este sábado al proclamarse campeona del octavo Mundial de fútbol sala, celebrado en Colombia.

Argentina venció 5-4 en la final a Rusia, que partía como favorita, y que se adelantó en el marcador con un golazo de Eder Lima, el pívot ruso-brasileño que fue el mejor de su equipo y que acabó marcando otros dos goles. Pero Argentina se repuso a esto, remontó y se fue con ventaja de 2-1 al descanso. Volvió a reponerse, en este caso al empate por parte de Lima, con un parcial de dos goles que fue definitivo. Con el 4-2 se llegó a los últimos minutos, en los que los rusos lo intentaron sin éxito con portero jugador y sólo tras un impulso final pusieron emoción durante apenas 20 segundos, para acabar 5-4.

Los argentinos se llevan así el torneo de la democratización de este deporte y el de las mayores sorpresas de la historia. Por primera vez, ni Brasil ni España han ganado el Mundial, y de hecho ni siquiera han alcanzado una final totalmente inédita. De hecho, las cuatro selecciones que alcanzaron las semifinales nunca habían disputado la final.

El primer bombazo llegó en octavos de final cuando Brasil cayó en la tanda de penaltis contra Irán, un equipo que es un clásico de este deporte y que siempre ha puesto las cosas difíciles a los grandes, sin llegar a cuajar una actuación como ésta. Los iraníes no se conformaron con ello, sino que ganaron en cuartos a Paraguay y se lo pusieron difícil en semis a Rusia (4-3). En la lucha por el tercer y cuarto puesto, sin conformarse, volvieron a dar la sorpresa ante la Portugal de Ricardinho, bota de oro del torneo y el mejor jugador del mundo para la mayoría.

El segundo bombazo también ocurrió en octavos. Fue menos sonado pero mucho más sorpresivo para los clásicos del fútbol sala. Egipto se cargó a Italia, una de las aspirantes a ganar el torneo, semifinalista del último Mundial. Esto sí que fue cosa de un partido, ya que en semifinales Argentina pasó por encima del los egipcios. Además, España perdió con Rusia en cuartos. La sorpresa fue la claridad con la que esto sucedió (6-2), tras cinco finales consecutivas disputadas por España, actual campeona de Europa tras vencer en febrero precisamente a Rusia.

ARGENTINA SORPRENDE

Los argentinos perdieron en la prórroga del Mundial de Tailandia en 2012 ante la todopoderosa Brasil, que remontó un 0-2 y acabó ganando el torneo al superar también en la prórroga a España en la final. Aquel equipo argentino estaba dirigido por Larrañaga, un entrenador de la antigua usanza obsoleto para muchos. Y de esta opinión era Fernando Wilhelm, capitán de la albiceleste y a la postre balón de oro, en un justo premio al colectivo.

El crack argentino, cierre y líder en la pista en Benfica tras desarrollar casi toda su carrera en Italia y habiendo dicho que no en su día a Movistar Inter, ha jugado su cuarto Mundial. Hubiera sido el quinto si no hubiera rechazado acudir a Tailandia por sus discrepancias con Larrañaga, encabezando así una ‘mini revolución’ que acabó con la salida del veterano técnico y con la llegada de un joven Diego Giustozzi, que jugó en Italia y en los equipos españoles Caja Segovia y Lobelle Santiago.

Diego, que aprendió de entrenadores como el seleccionador español José Venancio López Hierro o el ahora seleccionador de Tailandia Miguel Rodrigo, se ha ganado los elogios de la comunidad internacional del futsal. Ha creado un equipo sólido, casi impenetrable en defensa, con orden en la pista y con capacidad de saltárselo para aprovechar las capacidades individuales de sus jugadores. Que no son pocas.

Además de Wilhelm, Argentina cuenta con jugadores importantes en Europa. Borruto y Cuzzolino son dos de los jugadores más destacados del Calcio A5, con una Uefa Futsal Cup (la Champions del futsal) en su historial conquistada con Montesilvano. También es un jugador destacado de Italia Rescia, que ahora recalará en el decano del fútbol sala español, Santa Coloma.

España ha tenido cierta representación en la final. Con el árbitro principal, Gutiérrez Lumbreras, que termina una dilatada y exitosa trayectoria, y con uno de los campeones argentinos: el pívot Alan Brandi (Las Palmas, 1987), hijo de argentinos, ha tenido una meteórica carrera por casualidad. Llegó a Madrid para estudiar periodismo, Movistar Inter le vio jugar al fútbol sala en el Colmenarejo y le reclutó para su filial. Después se fue una temporada cedido a Lobelle, donde fue jugador revelación de la Liga, y acabó fichando por Benfica, donde ha sido una de las piezas clave desde 2013. Ahora, jugará en Italia.

La LNFS española también ha tenido representación con el portero Sarmiento, de Palma Futsal merecido ‘guante de oro’ y todo un muro en la portería albiceleste.

Argentina, con los jugadores ya mencionados y con otras piezas importantes como Taborda, Quevedo, Basile o Vaporaki, hace historia. Sin excesivo apoyo de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) ni desde su país en general, sin ser un clásico de este deporte, pero dando una lección de talento enfocado al trabajo. Como hizo en baloncesto en 2002, esta generación de fútbol sala reclama un hueco entre las leyendas del deporte argentino.

Resumen de la final de FIFA TV

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