MADRID, 21 (EUROPA PRESS)

"La empresa del Real, en su deseo de dar variedad al programa artístico, ha resucitado la vieja ópera de Bellini, que sirvió hace cuarenta años de piedra de toque á las tiples dramáticas de gran cartel". Así comenzaba el 21 de diciembre de 1914 la crónica de V. Contreras en el 'Correo Español'. Y, como en un viaje en el tiempo, podría empezar igual el relato de este jueves 20 de diciembre de 2016 sobre el estreno de la nueva producción que el coliseo madrileño vuelve a poner en escena 102 años después.

Como ocurrió entonces y dan cuenta las reseñas de aquella época del 'Correo Español' y el 'Heraldo de Madrid', facilitadas a Europa Press por la Biblioteca Nacional, esta noche el auditorio, salvo algunas excepciones, ha sido generoso en 'bravos y aplausos', a repartir entre el coro oficial del teatro, el reparto principal, el director de orquesta, Roberto Abbado, y el de escena, Davide Livermore.

ESTÉTICA 'TOLKIENIANA'

Este último ha elegido una estética 'tolkieniana' o, si se prefiere, de la versión fílmica que Peter Jackson realizó del 'El Señor de los Anillos', para contar una historia fechada en el año 50 antes de Cristo, durante la ocupación romana de la Galia. La narración ofrece la visión de dos pueblos con dos culturas y dos religiones distintas pero, sobre todo, traza los avatares de un triángulo amoroso con rebelión al fondo.

Es una tragedia lírica en dos actos que se estrenó por primera vez en Madrid a finales del siglo XIX, un 14 de noviembre de 1851 y, según anunciaba 'El Clamor Público' ese día, llegaba al entonces 'Teatro de Oriente' la "célebre partitura" de Bellini con "la notable circunstancia de ser españoles cuantos toman parte en ella". Por el contrario, el actual montaje y el de hace un siglo coinciden en que los tres personajes principales son y fueron recreados por extranjeros.

La Norma del XXI es una coproducción con el Palau de les Arts de Valencia y la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera. Se trata de la octava ópera de Vincenzo Bellini, para la que contó con la colaboración de Felice Romani en la elaboración del libreto, y que tuvo un sonoro fracaso en su estreno en el Teatro alla Scala de Milán, el 26 de septiembre de 1831.

MARÍA AGRETA VERSUS JUANITA CAPELLA

Este jueves, la interpretación de María Agresta, en el papel de la despechada suma sacerdotisa Norma, ha sido la más aplaudida, al igual que hace un siglo fue agasajada Juanita Capella sobre las tablas con el mismo personaje. Uno de los momentos culminantes de su papel es la plegaria del Acto I, 'Casta Diva', la preferida por el público y que refleja el talento melódico de Bellini.

"Lo que no puede negarse es que este aria pone a prueba, en ese momento de la partitura y en toda, a las cantatrices de mejores facultades, de más brío y agilidad, de mayor memoria y precisión", destacaba el 'Heraldo de Madrid' a principios del siglo pasado.

Así, el 'Casta Diva', cuyas representaciones más excelsas se atribuyen a las grandes María Callas y Claudia Muzio, también ha arrancado aplausos del respetable.

DE NUEVO KUNDE

Los primeros 'bravos' se han oído, sin embargo, para Gregory Kunde, habitual del coliseo madrileño y que abrió la presente temporada con el 'Otelo' blanco de Verdi.

El tenor estadounidense ha ilusionado más en la piel del enamoradizo procónsul romano Pollione de lo que lo hizo con el atormentado general shakesperiano. Su alter ego en 1914 fue el cantante Calleja, que casualmente, como Kunde, acababa de interpretar a 'Otello'.

Precisamente, esta noche, alguno de los asistentes ha abandonado el patio de butacas asegurando que se ha deleitado más con la creación de Bellini que hace unas semanas con la de Verdi.

Y en la piel de la inocente Adalgisa, la mezzoprano Karine Dashayes, ha sido la segunda mejor recibida y ha tomado así el pulso a su antecesora de hace cien años, la 'Antinua' que, como ella, "salió airosa y escuchó ovaciones por su concienzudo trabajo", según los diarios de la época.

Junto con ella, han recibido ovación Michele Pertusi, como Oroverso, María Miró, como Clotilde, y Antonio Lozano, como Flavio. Roberto Abbado, como en su día el joven maestro Neri, "llevó bien la obra" y ha sido también por ello palmeado.

UN BOSQUE GALO GRACIAS A LA TECNOLOGÍA

Sobre el escenario, Livermore ha desplegado una tecnología sólo disponible en la actualidad para recrear un frondoso bosque francés, sumido a ratos en la neblina de la Galia, combinando elementos espaciales con proyecciones de vídeo.

Por ese mundo de atmósfera onírica han desfilado druidas, guerreros y soldados romanos, junto con bailarines desnudos y caracterizados para fundirse sinuosamente con los árboles. Pero el elemento central encima de las tablas ha sido un gigantesco árbol sacro en representación de un tótem, a través del cuál puede verse el futuro y también adivinarse el final de la historia. "Un dios, un destino más fuerte que tú, nos une en la vida y en la muerte", anuncia Norma a Pollione antes del desenlace.

En definitiva, pese a los 'peros' que puedan poner a la producción críticos expertos, y a tenor de la hemeroteca, si se acierta en el futuro con la fórmula artística, escénica y de reparto, esta pieza tan representativa de la tradición belcantista puede contar con el favor del público, al menos, por otros cien años más.

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