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Los líderes chinos se reúnen desde este miércoles 18 de octubre con motivo del 19º Congreso del Partido, un pleno que se celebra cada cinco años en el que se reorganiza el liderazgo del Partido Comunista y se establecen las prioridades políticas y económicas.

Muchos observadores piensan que el Congreso marcará un importante cambio de rumbo en la dirección de la política china. No lo hará. Habrá nombramientos políticos que reflejan la centralización del presidente, Xi Jinping, de todavía más poder en torno a sí mismo. Pero la realidad es que el Congreso es solo un teatro político y los inversores necesitan mirar más allá para entender a qué se enfrenta China.

Es tentador centrarse en el Congreso del Partido, porque parece que ofrece un curioso vistazo del funcionamiento interno del opaco sistema político chino. Pero el Congreso es, sobre todo, un componente del Partido Comunista, más que un foro político. Quienes esperan reformas audaces y potencialmente disruptivas de las escleróticas empresas estatales, o un control agresivo del enorme crédito de China, probablemente queden decepcionados.

De la misma forma, los inversores deberían atender a las acciones del Banco Popular de China (BPC), en donde se ha producido una revolución silenciosa en el diseño de la política monetaria

Es más probable que los cambios políticos concretos emerjan en la Conferencia Central de Trabajo Económico, en el Congreso Popular Nacional de marzo o en el Tercer Pleno del año que viene. Son los encuentros en los que realmente se acuñan las políticas detalladas. Las medidas reformistas probablemente lleguen de estas reuniones, pero serán graduales y comedidas.

Quien espere entender a qué se enfrenta China necesita observar la economía un poco más de cerca. Hay una gran desconfianza en torno a las cifras oficiales de crecimiento en China. Hay una curiosa manera de cumplir el objetivo. El actual objetivo del 6,5% anual está por encima de estimaciones plausibles de la tasa de crecimiento sostenible a largo plazo y podría (y probablemente debería) rebajarse, quizás a cerca del 6%.

Esta es una de las razones por las que creamos una nueva previsión que estima el crecimiento chino en la que se incluyen una amplia gama de series de datos hasta la fecha. Sugiere que, tras desplomarse en 2015, el crecimiento ha sido muy sólido durante el año pasado. De hecho, China ha sido la guía principal del reciente auge global.

TEMOR POR LA DEUDA

Sin embargo, esta nueva previsión parece estar últimamente entrando en ebullición, aunque desde niveles muy sólidos. Las medidas ampliamente seguidas de la actividad económica china como la producción industrial, la inversión fija y las ventas minoristas también parecen estar cayendo.

Los legisladores chinos han actuado consistentemente para estimular a la economía cuando se ha desacelerado más de lo que les habría gustado durante los últimos años. Esto ha levantado temores sobre los niveles de deuda de China y su estabilidad financiera. Medidas como la nueva previsión serán de ayuda para observar cuánto de dispuestas están las autoridades a permitir que la economía se mantenga sobre sus propios pies.

EL PAPEL DEL BANCO CENTRAL

De la misma forma, los inversores deberían atender a las acciones del Banco Popular de China (BPC), en donde se ha producido una revolución silenciosa en el diseño de la política monetaria. El BPC solía establecer verdaderas cuotas de préstamo a bancos particulares y una amplia cuota de préstamo para todo el sistema empleando requerimientos de reservas. Pero mientras la economía ha madurado durante los dos últimos años, el BPC ha rotado hacia un enfoque más ortodoxo de ajustar tipos de interés para controlar el crecimiento y la inflación. El BPC probablemente mantendrá los tipos de interés constantes durante los próximos años dada la débil presión inflacionaria.

Sin embargo, el recorte de tipos de interés para estimular a la economía sería indicativo de que los legisladores están volviendo al viejo manual de abrir el grifo de estímulos cada vez que se frena el crecimiento. La reciente reducción de los ratios de reservas para aquellos bancos que prestan principalmente a pequeñas empresas y al sector agrícola parecer ser parte de los esfuerzos del BPC de apoyar el proceso reformista, más que un intento de sostener el crecimiento.

Han pasado 25 años desde que China se convirtiera en un país de renta medias. Muchos países se han atascado en este nivel mientras su competitividad salarial cae y se frena el crecimiento. Los próximos cinco años serán cruciales si China va a escapar de la trampa de la renta media. Las opciones para China son decentes, incluso con vientos demográficos en contra. Simplemente no hay que esperar que el teatro del 19º Congreso del Partido arroje mucha luz sobre cómo lo van a llevar a cabo los legisladores chinos.

* Paul Diggle es economista de la gestora Aberdeen Standard Investment

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