MADRID, 09 NOV. (Bolsamania.com/BMS) .- Aunque “construir en un escenario de recuperación menos robusta de lo esperado una mayor cooperación internacional” es uno de los objetivos principales de la próxima reunión del G-20, que se celebra este jueves y viernes en Corea del Sur, parece que llegar a un punto de encuentro está cada vez más lejos para las principales potencias del mundo. Y es que, la segunda ronda de medidas cuantitativas (QE2) anunciada por la Reserva Federal la semana pasada parece haber gustado sólo al mercado, porque una tras otra las autoridades del mundo van mostrando su disconformidad ante una medida que debilita al Dólar con respecto al resto de divisas.

Así, no son sólo China y los emergentes (por ejemplo, Henrique Meirelles, presidente del banco central de Brasil, comentaba ayer que “la liquidez excesiva en la economía estadounidense crea riesgos para todos”) los que acusan a Estados Unidos de intentar devaluar el billete verde, sino que muchos de sus aliados naturales han criticado también la postura de la Fed. El primero, el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgan Schäuble, que declaraba a Der Spiegel que este plan “daña a la credibilidad de la política financiera de Estados Unidos. No tiene sentido que los americanos acusen a los chinos de manipular su divisa, sólo para luego bajar artificialmente el valor del Dólar gracias a las imprentas de su banco central”. Poco después, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, negaba que las autoridades monetarias globales busquen activamente debilitar sus divisas.

Por su parte, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, señalaba esta mañana ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara que la decisión de la Fed “no es la buena”. En su opinión, las empresas estadounidenses no van a invertir más, ni tampoco sus consumidores a gastar más dinero tras estas decisiones. Lo que sí hará el estimulo monetario será “hacer fluir a los países emergentes volúmenes de liquidez que estos países no podrán absorber”. Además, ha declarado que “el Dólar no se encuentra al nivel que debería estar en relación al Euro”. Finalmente, ha pedido a los países de la Unión Europea que participen en la reunión del G-20 que hagan llegar este mensaje a la delegación estadounidense.

Mientras, la canciller alemana, Angela Merkel, reconocía al diario Financial Times que “hay que convencer a China con hechos y parámetros de que debe fijar un tipo de cambio razonable”. Asimismo, advertía que “el mayor peligro que nos acecha es el proteccionismo, y todavía no damos los pasos necesarios para garantizar un comercio realmente libre. Hay algo que podemos hacer y que no cuesta mucho ni va a generar nuevo endeudamiento, y es terminar la ronda de Doha” sobre liberalización comercial.

Finalmente, Lee Myung-bak, anfitrión y presidente de Corea del Sur, ha explicado en una entrevista al diario JoonHang Daily que harán falta “meses de trabajo para estabilizar el mercado de divisas”. En su opinión, “la cumbre de Seúl será vista como un gran éxito si los líderes pueden llegar a un acuerdo de principios”. Así, su mayor aspiración en este sentido es tener “una discusión entusiasta” al respecto.

EL BANCO MUNDIAL PRESENTA AL ORO COMO PACIFICADOR

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, proponía en un artículo publicado por el Financial Times, “considerar la posibilidad de utilizar el oro como punto de referencia internacional” tanto para las previsiones del mercado sobre inflación o deflación, como sobre los “cambios futuros de las monedas”.

Así, declaraba que “aunque los manuales pueden considerar el oro moneda vieja, los mercados lo utilizan hoy como activo monetario alternativo”. De hecho, el metal precioso ha marcado hoy un nuevo máximo histórico en los $1.422 por onza.

Si bien la opinión mayoritaria entre los expertos a este respecto, recoge El Mundo, es que su uso como patrón “podría conducir a una política monetaria excesivamente rígida que podría afectar negativamente al crecimiento y al nivel de empleo”.

BALANZA COMERCIAL: EL OTRO CABALLO DE BATALLA DEL G-20

Estados Unidos se ha marcado como objetivo alcanzar algún tipo de acuerdo que límite los desequilibrios de los países en su balanza por cuenta corriente. En un principio, la Administración Obama pretendía que el G-20 se comprometiera a que estos excedan el 4% del PIB, si bien, ahora podrían conformarse con una restricción, aunque no sea vinculante.

Una medida que no es del gusto de Angela Merkel, que afirma no creer “mucho en la fijación de objetivos cuantificados en materia de balanza de pagos. No es cuestión sólo de tipos de cambio sino también de competitividad”.

S.C.
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