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Muchas de las autoridades europeas han insistido en que las pruebas de los balances de las entidades tienen que ser “rigorosas” y que incluso algunos bancos deben suspender para que los tests tengan credibilidad. Los críticos recuerdan que la última ronda de pruebas en 2011 no encontró debilidad en los bancos españoles o irlandeses y, sin embargo, ambos países se vieron obligados a pedir rescates para el sector.
J.M.