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Aunque el hundimiento de los precios del petróleo es “un arma de doble” filo en opinión de los analistas de Danske Bank, estos expertos destacan especialmente que este desplome, después de que la OPEP haya decidido no reducir la producción, “es una muy buena noticia para los consumidores occidentales”.

En Estados Unidos, señalan, los precios de la gasolina han caído esta semana por debajo de los 2,80 dólares por galón por primera vez en cuatro años y un movimiento similar se está viviendo en Europa, a pesar de la debilidad del euro que está “entorpeciendo” este descenso. “Los precios de otros productos, incluidos los alimentos, también están bajando y añadiendo presión a la baja sobre la inflación”, destaca la firma.

CONTRIBUYE AÚN MÁS A LA PROBABILIDAD DE MÁS ESTÍMULOS DEL BCE

Así, como estos expertos esperan que “los precios del petróleo se mantenga bajos en el corto plazo, ahora estimamos que la inflación de diciembre será del 01,% en tasa interanual. También reconocemos que existe un riesgo de que la inflación en la zona euro podría caer a cero o entrar en terreno negativo se las caídas se agudizan”.

Si bien, matizan, “en principio esto no debería ser un gran problema (…) todavía puede dar lugar a titulares sobre el riesgo de deflación y añadir presión sobre el Banco Central Europeo (BCE)”. En este sentido, subrayan que la caída del petróleo “contribuye aún más a la probabilidad de que la autoridad monetaria aumente sus estímulos el año que viene y ponga en marcha un programa de compra de bonos soberanos”.

RUSIA, EL PAÍS MÁS VULNERABLE

Con todo, estos expertos advierten: “Aunque la caída del crudo debe ser positiva para la economía mundial, es un poco un arma de doble filo... En algún momento, los descensos de los precios podrían ser tan grandes que provocarían dificultades financieras en los países exportadores. Rusia, en particular, parece vulnerable”.

Danske Bank no cree que “estemos cerca de un riesgo sistémico, pero es cada vez más un factor a seguir”. En este sentido, recuerdan que la fuerte caída del crudo en 1997-1998 fue uno de los factores más importantes de presión sobre Rusia, que finalmente terminó en default en agosto de 1998.

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