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José Manuel Nieves, periodista especializado en Ciencia y Tecnología en ABC publicó un artículo el pasado mes de agosto sobre la regeneración de nuestro cuerpo. ¿Qué posibilidades tenemos? ¿Cómo es posible? ¿Qué futuro tiene? Preguntas cómo estas son las que el periodista de origen informático, intenta responder en base a una investigación de la Universidad norteamericana de Arizona.

El secreto está en la comprensión de cómo algunos reptiles consiguen regenerar partes de forma natural

“El 'secreto' está en la comprensión de cómo algunos reptiles, como los lagartos, consiguen hacerlo de forma natural.” Con esta frase comienza su espléndido artículo el cual toma como referencia a un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona que recientemente han dado un gran paso en éste sentido: Investigando la regeneración de tejidos en humanos.

CUESTIÓN DE GENES

Los métodos de análisis molecular para averiguar con exactitud cuales son los genes que se ven implicados en el proceso de regeneración se han centrado, por ejemplo, en el análisis de la cola de Anolis carolinensis, lagarto cuya cadena genética fue secuenciada en 2011. Esta especie es capaz de desprenderse de su cola si es cortada por algún depredador y tiempo después, esa misma cola vuelve a crecer.

Kenro Kusumi, principal investigador del grupo, afirma que los lagartos utilizan la misma “caja de herramientas genéticas” que los humanos. Y de hecho, según aclara Nieves en el artículo, entre los animales que pueden llegar a regenerar partes de su cuerpo, el lagarto es el más parecido a nosotros. Para esto tienen que utilizar por lo menos 326 genes diferentes, incluidos los mismos que desarrollan los embriones y la cicatrización de las heridas.

Algunos animales son capaces de regenerar sus órganos como las salamandras, las ranas o algunos peces, y al hacerlo activan los genes de la llamada “senda Wnt”, proceso necesario para controlar las células madre en muchos órganos, como el cerebro o los vasos sanguíneos. Aunque sólo el lagarto posee la capacidad mediante ese patrón de ver su cola volver a crecer.

No es un proceso instántaneo

Elizabeth Hutchins, coautora de la investigación añade que “se trata de un proceso que no es instántaneo. De hecho, necesitan más de 60 días para regenerar una cola que sea funcional. Forman una compleja estructura de regeneración que consiste en el crecimiento de nuevas células sobre tejidos que ya existen y en lugares determinados de sus colas”.

“Si secuenciaramos todos los genes que se expresan durante la regeneración, habríamos conseguido desvelar el misterio de qué genes se necesitan exactamente para que los lagartos puedan volver a tener cola. Si seguimos esta receta genética hallada en los lagartos, y a su vez aprovechamos los mismos genes en células humanas, en el futuro podría ser posible regenerar cartílagos, músculos e incluso médula espinal”.

MECANISMOS

Actualmente existen tres tipos de regeneración que son la epimorfosis, la morfalaxis y la compensatoria. La primera de ellas, está caracterizada por diferenciar un blastema -masa de células desdiferenciadas- y la generación de nuevo tejido o partes del cuerpo.

En segundo lugar, la regeneración por morfalaxis transforma partes del cuerpo o tejidos existentes en estructuras nuevas, acompañada de un crecimiento nuevo limitado. Y por último la compensatoria mediante la cual las células se dividen manteniendo sus funciones diferenciadas produciendo células similares que forman masas de células indiferenciadas.

En el caso que nos ocupa, la regeneración de las salamandras, por ejemplo, se da por epimorfosis, pudiendo reconstruir la extremidad completa e incluso puede reconstruir partes faltantes. Aunque como aclara Nieves y Kusumi, los genes más parecidos a los nuestros son los de los reptiles como las lagartijas.

Nosotros podemos compensar a nuestro hígado mediante una regeneración compensatoria. Este proceso no crea las partes restantes sino que hace crecer las partes que quedan para compensar la pérdida del tejido faltante.

MIRANDO AL FUTURO

Este tipo de estudios nos ayudan mucho a comprender la estructura compleja de los seres vivos y de una manera u otra adaptarla a nosotros para nuestro confort. Los hallazgos de ésta y otras investigaciones paralelas ayudan a descubrir tratamientos y terapias para combatir lesiones tan frustrantes como la de médula, reparar defectos de nacimiento u otras enfermedades como la artritis.

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