Bolsamania

Las grandes rivalidades de la historia de la F1

En la vuelta número 20 del pasado GP de Azerbaiyán el respeto mutuo y fair play entre Lewis Hamilton y Sebastian Vettel se rompió en mil pedazos. En la curva 15 el alemán chocó contra la parte trasera del monoplaza del británico. Vettel interpretó la maniobra de Hamilton como un frenazo malintencionado, una provocación, y no dudó en embestir. El paddock fue casi unánime en culparle a él del desagradable incidente, pero todo el mundo sabe que sólo era cuestión de tiempo que se desataran las hostilidades entre ambos pilotos que hasta ahora mantenían una paz un tanto impostada.

Pero que nadie se escandalice. Las rivalidad extremas, las malas artes, las trampas y los celos profesionales siempre formaron parte de la F1, como demuestra este pequeño repaso a través de la historia:

Años 50: la época de los gentlemen

Los primeros tiempos de la F1, los años heroicos, vivieron grandes rivalidades como la del italiano Giuseppe «Nino» Farina y el campeón argentino Juan Manuel Fangio. Los egos eran enormes, pero se guardaban las formas. Eran otros tiempos: no todo valía para ganar, el honor era lo primero. Por eso los pilotos, como los ases de la aviación de la Primera Guerra Mundial, eran ante todo caballeros.

El mejor ejemplo lo tenemos en el campeonato de 1958, cuando Stirling Moss defendió a su compatriota y rival Mike Hawthorn de su descalificación en el GP de Portugal, aún cuando esa descalificación implicaba que el título sería para él por la mínima diferencia de un punto. El inglés lo explicó de esta forma: «Si no hubiera protestado habría sido campeón, sin embargo lo volvería a hacer otra vez porque era lo justo«. Una actitud impensable en nuestra época, ¿verdad?

Años 60: rivalidad y accidentes mortales

La publicidad de las grandes marcas de tabaco inyectaron fabulosas cantidades de dinero a la Fórmula 1. Motores más potentes y más tecnología hicieron monoplazas cada vez más y más rápidos. Sin embargo, la seguridad seguía siendo una palabra casi desconocida. Por ejemplo: la ausencia de barreras de seguridad en Hockenheim fue la causa de la muerte del escocés Jim Clark en 1968. Nada menos que 13 pilotos perdieron la vida en los circuitos en la década de los 60.

Sin embargo, las rivalidades en la pista no estaban por encima de las relaciones personales. Jackie Stewart y Jochen Rindt, un inglés y un austriaco, lucharon a muerte en cada carrera y pese a todo mantuvieron su amistad intacta hasta la muerte de Rindt en un trágico accidente en Monza.

Años 70: la era del glamour

Para muchos aficionados, la edad de oro de la F1, donde los monoplazas parecían torpedos con 1000 CV de potencia. Los pilotos eran adorados como héroes y aparecían en las televisiones y las revistas del corazón. No era para menos: se jugaban la vida en cada carrera y los accidentes mortales fueron demasiado frecuentes.

El duelo más épico de la década estuvo protagonizado por Niki Lauda y James Hunt (ver Rush, la película que narra el duelo de Lauda y Hunt en 1976). Ambos pilotos lucharon sin cuartel en los circuitos pero se admiraron mutuamente fuera de ellos.

Años 80: guerra sucia

¿Cómo no incluir en este repaso histórico el incidente de Imola de 1989? Ayrton Senna y Alain Prost, enemigos declarados, habían pactado no adelantar en la primera curva, pero el brasileño se salta el acuerdo y se pone por delante. Se había declarado la guerra. El francés llegaba a la última carrera en Suzuka con una ventaja de 12 puntos, a Senna sólo le quedaba arriesgar y así lo hizo, lanzándose a un adelantamiento suicida en la chicane interior en la vuelta 45. Nadie cedió y los dos pilotos chocaron y se salieron de la pista. Prost se proclamaba campeón Tras la descalificación de su rival.

Sí, en los 80 se habían perdido los buenos modales. Otro ejemplo es la «guerra» entre Nigel Mansell y Nelson Piquet. El brasileño llegó a soltar de Mansell perlas como esta: «¿Cómo puede tener una mujer tan fea siendo piloto de F1?».

Años 90: no hay lugar para la piedad

El relevo de las grandes y furibundas rivalidades de la década anterior fue recogido por pilotos como Jacques Villeneuve, Damon Hill, Michael Schumacher o David Coulthard. Precisamente entre estos dos últimos la cosa casi llega a las manos en el GP de Bélgica de 1998. Allí, bajo una lluvia torrencial, el alemán intentó un adelantamiento a ciegas con una maniobra tan peligrosa que acabó arrancando una rueda del McLaren de su rival.

En los boxes Coulthard salió a por Schumacher gritándole: «asesino de mierda, ¿quieres matarme?», si bien el análisis de los datos de telemetría atribuyó el accidente a la mala visibilidad.

Y ya en el siglo XXI… ¡Qué lejos han quedado los tiempos caballerosos de los albores de la F1! Hoy el dinero manda y tanto equipos como pilotos rebasan cualquier límite para poder conseguir la victoria. Las rivalidades continúan, también los malos modos, pero al parecer eso le encanta a los aficionados.

Fotos – Motorsport