¿Por qué los grandes estudios siguen contando con este actor?

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Algo tenemos que estar pasando por alto. Imaginaos que hay un actor alcanza cierta fama. Acto seguido, el intérprete en cuestión protagoniza un par de película de cierto éxito. Ya no hablamos de que llegue a firmar alguna interpretación llamativa o que sus cintas sean aclamadas por la crítica. Nos referimos a meros éxitos de taquilla. Después de eso, más de una década entera de interpretaciones de contagiosa desidia, balazos de la crítica y películas auténticamente horrendas. Lo normal sería pensar entonces que el tipo en cuestión iría cayendo a producciones menores, pero resulta que es uno de los mejor pagados de la industria. ¿No os lo creéis? Pues existe y se llama Adam Sandler.

Alguno se sorprenderá, pero Sandler es un tipo que suele cobrar alrededor de 20 millones de dólares por película. Encima resulta que no despierta grandes simpatías ni entre el público americano que le encumbró. Es cierto que comedias como “Niños grandes 2” o “Sígueme el rollo” lograban sensacionales resultados en taquilla, pero por cada buena noticia en la carrera de Sandler podemos encontrar tres fiascos. “Desmadre de padre”, “Hombres, mujeres y niños”, “Funny Peolple” o la reciente “Pixels” resultan buenos ejemplos de auténticos fracasos.

Por si esto no fuese suficiente, la revista People situaba al actor en la cabeza de los actores menos rentables de la industria, logrando un retorno de 3,2 dólares por cada dólar cobrado. Visto todo esto, los argumentos que explicarían la supervivencia de Adam Sandler en la industria acaban por parecer residuales. Incluso en los correos filtrados de Sony hace casi un año nos encontrábamos con enormes críticas internas al empeño en seguir produciendo cada nueva y desastrosa cinta del otrora cómico de éxito.

¿Por qué Adam Sandler sigue entonces en la cresta de la ola? Probablemente sea una pregunta que solo podrían responder Mulder y Scully. En cualquier caso, le mandamos nuestros respetos, porque se lo monta de miedo.