Crítica: “Ready Player One”

Cuando mira, cuando habla, cuando sonríe… Hasta cuando estornuda, Steven Spielberg desprende esencia de cine. Algunas veces se nos olvida lo inmenso que es este tipo y lo importante de su figura para la historia del cine. Afortunadamente, cuando nos sentamos ante la proyección de una película como Ready Player One, no tardamos ni dos minutos en recordar que nada sería lo mismo de no haber existido el bueno de Steven.

Estamos en el año 2045. El mundo es un auténtico desastre en el que la inmensa mayoría de la humanidad trata de evadirse con la utopía virtual a escala global llamada “Oasis”. Cuando su creador muere, dejará el destino de la empresa en manos de quien culmine la búsqueda de un tesoro que ha dejado oculto en Oasis. Comenzará así una competición en la que Watts tendrá que enfrentarse a jugadores de todo el planeta y a corporaciones temibles dispuestas a hacer lo que sea por hacerse con el control de ese mundo virtual.

Efectivamente, la novela de Ernest Cline ofrece el caldo de cultivo ideal para que Steven Spielberg despliegue todo su talento. Una historia familiar, cargada de aventuras y con infinitas alusiones a la cultura pop es el epicentro de todo el asunto. Ahí se mueve como pez en el agua un tipo que, a lo largo de los últimos años, se había reencontrado con su mejor versión en el drama gracias a Lincoln, El puente de los espías o los Archivos del Pentagono, pero que patinaba constantemente al buscar un tono parecido a ese que le encumbró en los años 80. Y es que Spielberg siempre se ha movido entre estos dos perfiles de películas.

Ready Player One es el filme que estábamos esperando desde hace muchísimo. Visualmente imponente y cargada de corazón, la película tiene ese encanto especial que nos hace volver a los tiempos de Jurassic Park o Indiana Jones. Cierto es que la sobredosis digital empalaga un pelín en algún momento, pero este maestro de la narrativa logra emocionar sin caer en lo ñoño, algo que se le escapaba en los últimos tiempos.

Nadie mejor para hablar de cultura pop que uno de sus grandes iconos. Y es que Ready Player One está plagada de alusiones a los 70 y los 80. Incluso existen varios guiños a los 90 ya entraditos. Así, la ensalada de nostalgia es tan sabrosa que incluso se pasa por alto cualquier pequeño bache en el desarrollo. Ready Player One es la maravilla que todos esperábamos.

Héctor Fernández Cachón