Las 12 mejores películas de la primera mitad del año (Parte II)

8. Jurassic World: El reino caído: Nuestro J.A. Bayona ha dejado claro que si se apuesta por el talento, la cosa siempre sale bien. así, el director español lograba filmar la mejor secuela de la saga jurásica desde la cinta original. Una erupción volcánica amenaza a los dinosaurios restantes en la Isla Nublar, donde las criaturas han vagado libremente durante años tras de la desaparición del parque temático “Jurassic World”. Claire Dearing, ex gerente del parque, ahora fundó el Grupo de Protección de Dinosaurios, una organización dedicada a proteger a los dinosaurios. Para ayudar con su causa, Claire ha reclutado a Owen Grady, el ex entrenador de dinosaurios que trabajó en el parque, para evitar la extinción de los dinosaurios… 

7. Lady Bird: Uno de esos impagables retratos de una generación. Con el modo indie activado, Greta Gerwing debutaba en la dirección a lo grande. Una joven estudiante que se hace llamar “Lady Bird” (Saoirse Ronan) se muda al norte de California para pasar allí su último año de instituto. La joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la costa Este, tratará de ese modo encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre (Laurie Metcalf).

6. El Hilo Invisible: Paul Thomas Anderson es uno de los directores más brillantes de las últimas décadas. Su arrollador estilo volvía a hacer de las suyas en compañía del excelso Daniel-Day Lewis, el más grande de la interpretación. En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la irrupción del amor. 

5. 120 pulsaciones por minuto: El cine francés sigue de dulce, lo que queda de manifiesto con una película sin espacio para la autocompasión y plagada de energía. París, principios de los años 90. Un grupo de jóvenes activistas intenta generar conciencia sobre el SIDA. Un nuevo miembro del grupo, Nathan, se quedará sorprendido ante la radicalidad y energía de Sean, que gasta su último aliento en la lucha.