El clásico de la semana: “La Ley del silencio”

Argumento: El ex-boxeador Terry Mallory (Marlon Brando) podría haber sido un serio aspirante al título, pero el destino le tenía reservado un futuro lejano al éxito. Ahora trabaja para Johnny Friendly (Lee J Cobb), el jefe del sindicato portuario, que utiliza métodos mafiosos para controlar y explotar a los estibadores de los muelles neoyorquinos. Cuando dos de los matones de Friendly asesinan brutalmente a un hombre y Terry se ve involuntariamente implicado, el boxeador fracasado comienza a sentirse culpable con la vida que lleva. A ello contribuirá Edie Doyle (Eva Marie Saint), hermana de una víctima de Friendly, que le acompañará en esa profunda transformación moral. A través de Edie conocerá también al padre Barrie (Karl Malden), que tratará de animarlo para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe para acabar con el imperio del terror de Johnny Friendly.

Leychicos

¿Por qué tienes que verla?: Con “La Ley del Silencio” nos enfrentamos a la obra cumbre de dos de los artistas más brillantes de la historia del cine como son el director Elia Kazan y el intérprete Marlon Brando. El primero seguramente sea uno de los diez mejores realizadores que ha visto este planeta. Si es cierto que en la cinta, Kazan trata de justificar metafóricamente su comportamiento durante la “caza de brujas”, donde se reveló como un “soplón” de manual, pero traten de ver la cinta dejando a un lado posibles consideraciones ideológicas o morales. Kazan era un gran director que ha dejado en herencia películas como “Al este del Edén”, “Esplendor en la hierba” o “Un tranvía llamado deseo”. Ahí es nada. Es difícil hablar de la mejor obra de un artista con semejante currículum, pero “La Ley del silencio” es la cumbre de su cine. La redención por la vía del amor como trasfondo de esta obra lírica, tan oscura y sucia como los muelles de Nueva York. Retrato dorado de la desolación.

Leucoche

Terry Mallori: “Eres mi hermano, Charlie. Tenías la obligación

de velar por mi. Pude haber tenido clase. Pude haber sido alguien,

en lugar de un vago, que es lo que soy. Aceptémoslo.”

 

Por su parte, Marlon Brando se mete en la piel de Terry Mallory con la maestría e implicación enfermiza que solo podrían lograr James Dean o, a día de hoy, Daniel Day-Lewis. Brando cautiva de una extraña manera con un equilibrio entre la rudeza de un zoquete y la sensibilidad de una persona que merecería algo mejor. Como contrapunto de la balanza se revela la ternura de Eva Marie Saint y la fe en el ser humano del idealista sacerdote interpretado por el inolvidable Karl Malden.

La secuencia: El vello se me pone de punta cada vez que recuerdo la gran secuencia de “La Ley del Silencio”. Paso a la primera persona y hablo de emociones personales en este párrafo ya que considero tal forma narrativa como la más indicada para transmitirles las sensaciones de esta secuencia en la que Terry viaja en el asiento de atrás de un coche junto a su hermano Charlie, un hombre más afortunado económicamente, pero que ha vendido su alma para lograrlo. En escena, Terry hace lo que nunca se atrevió a hacer: reprocharle a su hermano que le vendiese con un combate amañado en el momento en que Terry podría haberse convertido en alguien grande. Sin palabras.


La ley del silencio