El cinéfilo indignado: La “cultura de la subvención”

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Jamás comprenderemos la configuración de las subvenciones al cine español que funcionaba hasta ahora. Lejos de lo que la mucha gente pueda pensar, el problema no está en la subvención propiamente dicha, sino en la forma de entregarla. No son pocos los que suelen atacar a la industria patria y a lo que se ha venido a llamar “la cultura de la subvención”, gran error que solo pone de manifiesto un importante desconocimiento de esta práctica.

Partamos de la base de que el cine es, como mínimo, una forma de ocio de lo más sana. Cultura al fin y al cabo. El cine español lleva muchos años demostrando que sus profesionales están a la altura de lo mejor del planeta. Mientras Javier Bardem y Penélope Cruz llenan de Oscars las estanterias de su casa, Luis Tosar o Maribel Verdú continúan con sus clases magistrales de interpretación. Al mismo tiempo, Alejandro Amenábar y J.A. Bayona firman trabajos capaces de reventar taquillas. Nuestro Pedro Almodóvar sigue siendo un referente mundial del cine al tiempo que gente como Carlos Vermut prometen un dulce futuro. Estos son solo pequeños ejemplos de la cantidad de motivos que tenemos para sentirnos orgullosos del cine patrio.

Volvamos al tema de la subvención. Cualquier país que se precie dedica una importante cantidad de dinero al fomento de su cultura nacional en sus distintas vertientes. Una sociedad culta es una sociedad libre. Esa es la razón por la que en España se suelen destinar unos 50 millones a subvenciones, cifra irrisoria si la comparamos con los 120 millones de Reino Unido, los 340 de Alemania o los 770 de la impresionante industria francesa. ?Cultura de la subvención? Pues va a ser que no.

Si nos limitamos a un factor meramente económico, la industria del cine genera importantes beneficios a nuestro país. Además de los empleos directos o indirectos que genera y sus resultados en taquilla, el hecho de que España figure en el mapa cinematograficamente hablando provoca cosas como que Ridley Scott se traiga su “Exodus” a rodar a España o que la HBO apueste por nuestro territorio para “Juego de Tronos”. Solo entre ambas producciones, el dinero que se ha quedado en nuestras fronteras supera los 60 millones.

¿Cuál es el problema de la subvención? Pues que se entregue en función de la taquilla. Sujetar la llegada de esos fondos a una mayor venta de entradas provoca fraudes como el que nos hemos visto obligados a contemplar estos días. Vergonzosos acuerdos entre productoras y exhibidoras mostraban datos de asistencia de público ficticios para lograr tales subvenciones. Hace tiempo que sabíamos de esto, pero nadie se lanzaba a meterle mano.

Pero esta forma de dar subvenciones tiene un problema mayor si cabe. ¿Necesitan las películas que han recaudado mucho dinero y llevado a miles de espectadores al cine ese dinero? ¿No sería más adecuado dedicar tales ayudas a buscar al nuevo Amenábar en vez de a subvencionar a quien ya triunfa? Ese es el único cambio que necesitamos.