Crítica | “Metéora”

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Todo el mundo tiene un calentón de vez en cuando. Incluso los monjes y las monjas  que viven en monasterios a más de 500 metros de altura. Más o menos al minuto de dar comienzo la segunda película de Spiros Stathoulopoulos, imaginamos que el asunto va de calentones. Y de amor también, claro. Metéora cuenta la historia de dos monjes vecinos que viven en dos monasterios en el espectacular paraje de Metéora en Grecia.

Se agradece que el director y co-guionista no haya querido extender esta historia que no daba para mucho más. Metéora no pasa de 75 minutos. Cuando el conflicto de una narración es revelado en su presentación se arruina buena parte de la misma.  Sí, la cinta de Spiros Stathoulopoulos es bellísima, varios de sus planos son deliciosos y nos ha servido para conocer un espectacular lugar de la Grecia profunda, pero su historia no es gran cosa.

Metéora se estrena en España más de dos años después de que pasase por el Festival de Berlín. Su joven director había triunfado en Cannes tiempo atrás con su ópera prima que le llevó a ganar la Cámara de Oro. Es decir, Spiros Stathoulopoulos es de esos cineastas europeos que apuntan maneras. Metéora demuestra que es un director capacitado, pero aun debe trabajar más sus guiones, o al menos, esa es la conclusión que sacamos con su última película.

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Spiros pretende situarnos en un ambiente muy particular. Y lo logra. Aunque a muchos de nosotros nos parezca mentira, aun quedan muchos monjes que viven entregados a Dios en sus monasterios. El tiempo se detiene, no hay prisa, podemos contemplar el movimiento de las nubes. ¿Nos aburrimos? Bajamos a escuchar la flauta del agricultor, que combina algunas canciones de amor con filosofía milenaria. O podemos subir a ver al viejo eremita al que nadie le ha visto comer desde hace años.

Pero al final nuestra mirada se cruza con una monja que vive en el monasterio de enfrente. Y la cosa se tuerce. Comienza una terrible lucha con nuestros instintos. Y utilizaremos el icono de Jesús que tenemos en la mesita para hacer señales luminosas. Tal vez una comida a la sombra de un árbol, una relación pura de amistad… No, no solo es amor.

Metéora reflexiona tímidamente sobre las tentaciones, sobre el conflicto cuerpo y alma, nos plantea un combate entre la mente y las entrañas, que todos mantenemos a diario,  una disputa entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer. Los dos protagonistas de esta película luchan contra sus instintos, su entrega a Dios entra en conflicto directo con ellos. El pecado sería imperdonable, el infierno nos esperaría… ¿O no?

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El problema de Metéora es que las cartas se ponen al descubierto demasiado pronto. Como espectador, uno de los aspectos que más valoro es la capacidad de una película para sorprenderme, para contarme la historia de siempre de otra manera. Porque sí, es verdad, al final, las películas o las novelas siempre hablan de lo mismo, pero  existen mecanismos y recursos suficientes para contar la historia de siempre de otra manera. Y no vamos a repetir otra vez la dichosa frase de Goethe… El talento de un narrador debe aflorar, especialmente, en este punto.

Metéora nos sitúa en un escenario diferente, con personajes interesantes, pero la historia que nos cuenta no nos emociona, por previsible. No obstante se trata de un proyecto curioso que puede interesar al espectador aficionado al cine independiente europeo.

Lo Mejor: Las localizaciones, la delicadeza en el tratamiento de la relación entre los protagonistas, las animaciones.

Lo Peor: Apenas hay progresión dramática, todo queda al descubierto demasiado pronto.