Crítica: “Logan”

Nota: 8

Hay cosas que, cuando se rompen, resultan imposibles de arreglar. Estamos acostumbrados a convivir con mensajes que nos animan a levantarnos después de cada caída o a la búsqueda de la felicidad. Parece que todavía queda gente que no se ha dado cuenta de que hay situaciones que suponen un final prematuro y de que hay almas totalmente destruidas, sin ninguna posibilidad de recuperarse para la causa. En esos casos, sobrevivir es el mayor de los éxitos a los que se puede aspirar.

Son ya muchos años conviviendo con nuestro queridísimo Logan. Uno de los mejores superhéroes de las viñetas de Marvel se presenta ahora con el cierre de una etapa cinematográfica memorable. Lo que pasa es que todo este tiempo ha ido masacrando física y emocionalmente a un personaje que creíamos indestructible. Ya poco queda del famoso Lobezno más allá de un mutante roto. No hay esperanza, ni se la espera. A su lado, vestigios de un tiempo en el que los mutantes fueron grandes. El albino Caliban o un demente profesor Xavier son el último legado de los casi extintos mutantes.

Así se nos presenta un filme que se convierte en la mejor entrega de la saga monográfica de Lobezno, pero también en la obra cumbre de todo lo que hemos visto de X-Men en la gran pantalla. Con la despedida del genial Hugh Jackman, se inaugura también un género al que podríamos llamas “cine de superhéroes crepuscular”. En este mundo, las niñas ya no quieren ser princesas y a los superhéroes les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra. Todo es tristeza y melancolía. Nostalgia de un tiempo feliz que quedó atrás y que jamás podrá regresar. Sólo un chispazo queda en el alma de tipos como Lobezno. Un a pequeña descarga de energía que aquí llegará con esa pequeña llamada Laura, pero a la que todos conocemos como X-23.

Logan es una delicia del cine de superhéroes. Aquí, cualquier lugar común queda desterrado en pro de una triste historia. El llevar a una de las últimas mutantes vivas más allá de la frontera con Canadá será el objetivo de Lobezno y Xavier, dos personajes a los que Hugh Jackman y Patrick Stewart dan vida con una maestría inusitada. No menos sorprendente es el trabajo de esa pequeña medio española llamada Dafne Keen, convertida en auténtica robaplanos de una película en la que flojean los villanos, pero que nos ofrece los golpes de un enemigo tan poderoso como es el tiempo.

Se acaba una era. Hugh Jackman y su Lobezno se van. Seguro que, a no tardar mucho, otro ocupará su lugar. En cualquier caso, jamás olvidaremos a un Logan que se va por todo lo alto: Homenaje a Raíces profundas y un plano final que pone la piel de gallina.

Héctor Fernández Cachón