Cine y literatura: “Muerte en Venecia” de Luchino Visconti

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Thomas Mann, célebre especialmente por La montaña mágica, publicó en 1911 la novela Muerte en Venecia. Una historia de tintes autobiográficos que presentaba la estancia de un escritor alemán en un hotel veneciano en el que terminaría enamorándose perdidamente de un joven chico de 14 años. Una novela que abordaba la búsqueda, casi siempre infructuosa, de la belleza pura y la perfección armónica.

Luchino Visconti, ya asentado como uno de los grandes del cine europeo, llevó el libro de Thomas Mann a la gran pantalla. Tras iniciarse en como director con la estupenda Obsesión, el cineasta lombardo transitó por el neorrealismo durante los años 50, a medida que iba introduciendo elementos románticos y barrocos en su cine como en la maravillosa Noches Blancas. A finales de los años 60, quedaba poco rastro del neorrealismo en su cine y con La Caída de los dioses confirmaba su tendencia al manierismo y la grandilocuencia.

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No son pocos los aficionados que detestan esta segunda fase de la carrera de Visconti, pero en 1971 estrenaba Muerte en Venecia, facturando una de las películas europeas más cautivadoras de la década. Dirk Bogarde interpretaba a Gustav von Aschenbach. El actor británico nunca ha sido reconocido como uno de los grandes de su generación, pero en esta película, al menos, está sobresaliente.

Von Aschenbach es un veterano compositor venido a menos que atraviesa por un delicado estado de salud. Decide pasar el verano en Venecia alejándose durante una temporada de sus obsesiones. Pero las obsesiones nunca se quedan en casa. El compositor sufre un shock al conocer a un efebo rubio y de mirada gélida que envenena y fascina su mente.  El personaje de Bogarde inicia así su deliberado camino hacia la autodestrucción con el impresionante paisaje veneciano como telón de fondo.  ¿Seguir malviviendo o acariciar la belleza absoluta una última vez, aunque conduzca a la muerte?

Muerte en Venecia combina imágenes maravillosas con sesudas discusiones filosóficas sobre el sentido del arte. Y la vida. Bogarde está muy bien en su papel de compositor burgués amanerado que lucha de forma patética contra el paso del tiempo. Pura y glamurosa decadencia. Visconti muestra su lado más manierista en una película monumental con uno de los desenlaces más emocionantes de la historia del cine europeo. Irrepetible.

 

8 Comments

  1. David Cañedo Mesinas julio 16, 2013
  2. Jahh Mtz junio 12, 2014
  3. David Cañedo Mesinas junio 12, 2014
  4. Jahh Mtz junio 12, 2014
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