“Birdman”, ¿un Oscar merecido?

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*cuidado, este texto tiene spoilers…

Ya hace semanas que se entregaron los Oscar. Birdman, como sabemos, fue la gran triunfadora. El año anterior fue 12 años de esclavitud, y en 2013 el premio gordo fue para Argo. The Artist, El discurso del rey… ¿Alguien se acuerda de El discurso del rey?

Hace tiempo que los Oscar son una ceremonia del entretenimiento en el que el cine queda en un segundo plano. Como la Super Bowl, lo importante son los anuncios del entretiempo. Quien gane o no el partido, no tiene mucha trascendencia.

Birdman ha vuelto a mi cabeza tras un artículo de Millas en El País. Y pienso: “no, si al final tendré que ver la película”. No tenía muchas ganas, la verdad. Me gusta más bien poco Iñárritu. Dicen que Amores perros es una obra maestra pero solo mantuvo el pulso en la primera historia. 21 gramos o Babel son ejemplos de historias ampulosas, pesadas, rayando la pedantería que, por lo visto, satisfacen al espectador biempensante.

Así me presentaba yo a la hora de ver Birdman. Sin ganas. Pero es cierto que tenía cierta intriga por lo que ya sabía de la trama. Y los actores.

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Una vez vista, considero que es la película más atinada y divertida de Iñárritu. Que, tampoco es decir mucho, como he explicado más arriba. La crítica ha destacado su primera hora de metraje. Es cierto, Birdman impacta en este inicio de película. Y no solo técnicamente, también apunta maneras desde el punto de vista narrativo.

Su ambición técnica queda clara desde la primera secuencia. A buen seguro que los responsables de Birdman tenían en la mente a tipos como Orson Welles. No solo en los planos secuencia, sino también en los enfoques, los juegos de cámara, y otros recursos. Vemos Birdman y pensamos en Sed Mal, Mr. Arkadin, El Proceso. La cámara de Iñarritu sigue a los personajes como lo hacía Welles en muchos casos. Ok, está bien, mola.

El guión logra captar nuestra atención en la primera fase. La aparición del personaje de Edward Norton es fundamental para ello. Keaton realiza un trabajo duro, pero por alguna razón que no acabo de poder explicar, su actuación no logra fascinar. Tal vez abuse de la sobreactuación. Pero no me lo creo del todo. Y si no te crees a un personaje, algo falla.

Naomi Watts está, pero como si no. Y Emma Stone se lleva dos buenas escenas en la azotea. Porque Birdman es también una ventana para los amantes de Nueva York, del Manhattan nocturno, con sus bares y sus personajes.

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Pero al final Birdman se estrella. Iñárritu y los suyos debatieron demasiado sobre cuestiones técnicas y se les olvidó rematar el guión. “¿Por qué no se suicida en escena y la crítico del Times aplaude su honestidad?” Venga, ¿en serio, Alejandro?

¿Cuántas historias, cuántos relatos existen de actores que se suicidan en escena? Y el bueno de Keaton no presenta ese perfil. No es creíble. En el momento en el que Keaton echa a volar, el invento se viene abajo. El tono del guión deja de ser coherente mezclando realidad y fantasía sin ningún tino. Iñárritu se pregunto: “¿cómo termino esto?”. Se tomó una birra y respondió: “Qué más da, mis planos secuencia son mogollón de largos”.

Al final, lo único que queda de Birdman es su aspecto técnico y algunas líneas de guión. La trama no puede ser más vulgar. Decenas de historias que empiezan y terminan igual y nos cuentan lo mismo. Millás habrá leído muchos relatos en su taller literario. Y aunque Keaton y compañía estén representando una obra de Carver, no es suficiente para ganarse el favor de los aficionados a la literatura… Por muy pedantes que estos sean.

Birdman no es la peor película que ha ganado un Oscar en los últimos años. Y de hecho, la preferimos a ese caramelo empalagoso de aroma indie llamado Boyhood. Pero la última de Iñárritu (quizás su mejor película), demuestra, una vez más, que los Oscar no significan nada desde el punto de vista artístico.

Escrito por David Rubio para Alucine

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