¿Podrá seguir Cataluña dentro del euro tras la DUI?

Juan Ramón Rallo

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 16 oct, 2017 14:41 - Actualizado: 14:41
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Un Estado puede verse empujado a abonar una moneda que no controla en dos tipos de situaciones. Por un lado, cuando su sistema bancario no dispone de suficientes reservas como para atender todos los reembolsos: en tal caso, los Estados suelen optar por redenominar todas las deudas de su sistema bancario en una nueva divisa que ellos mismos emitan para así imprimir tanta como se requiera.

Por otro, cuando ese Estado es incapaz de financiar su déficit público: si, en esas circunstancias, el gobierno se enroca en no recortar los gastos o en no subir los impuestos, su única vía para hacer frente a un volumen de gastos estructuralmente superior al de sus ingresos sería adoptar una nueva divisa e imprimir tantas unidades de la misma como él mismo necesite para cubrir su déficit.

Ahora bien, no pensemos que, ni en un caso ni en el otro, estamos ante soluciones mágicas: hacer frente a los pagos (de los bancos o del gobierno) con una multiplicación de la cantidad de una nueva divisa sólo depreciará su valor y, en consecuencia, menguará la magnitud real de los importes nominales recibidos por los acreedores. Por ejemplo, a lo largo de 2002, los bancos argentinos salieron el corralito decretado por De la Rúa a finales de 2001 mediante el corralón impuesto por el gobierno de Duhalde: a saber, se autorizó a la banca a pagar con pesos sus depósitos denominados en dólares (y a hacerlo a un tipo de cambio de 1,4 pesos por dólar, cuando el tipo de cambio real oscilaba entre 3-4 pesos por dólar); en otras palabras, los argentinos cobraron el 100% de sus depósitos, sí, pero recibieron un valor real inferior a la mitad del que realmente les adeudaban las entidades financieras.

Siguiendo esta lógica, un Estado catalán independiente podría verse forzado a salir del euro y a adoptar una nueva moneda si lo necesitara o bien para evitar un corralito bancario o bien para financiar su déficit público. Como ya explicamos, después del traslado de la sede social de Sabadell y de Caixabank a Alicante y Valencia, la posibilidad de un corralito bancario se reduce significativamente (aunque no desaparece por entero): ambas entidades, merced a su “nacionalidad” española, podrán continuar enchuchadas a la respiración asistida del BCE para así hacer frente a la eventual retirada de buena parte de sus depósitos en Cataluña.

Distinto es el caso del déficit público de un Estado catalán. Si éste no consigue financiación para su déficit y, pese a ello, se niega a efectuar un ajuste de caballo, abandonar el euro (o establecer un sistema de divisas paralelas, al estilo de los patacones argentinos o de los ‘dracmacones’ proyectados por Varoufakis) sí resultará imperativo. ¿Cuán probable resulta este escenario?... Leer Más

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