No, Aznar no fue un ejemplo de liberalismo

Juan Ramón Rallo

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 21 jun, 2018 21:20
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Perdido el poder, ese eficaz aglutinante de enemigos mortales con el único interés compartido de aprovecharse de él, el Partido Popular de Rajoy ha saltado por los aires. El que fuera su líder durante 14 años se marcha y quienes aspiran a ocupar el cargo empiezan a mover sus fichas. Entre ellos, el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, quien reclamó una refundación del centro-derecha español el mismo día en el que Rajoy anunció su abandono.

Para algunos, el PP de Aznar representa las auténticas esencias ideológicas del partido: el alma liberal que Rajoy encerró bajo siete llaves durante su mandato y que es imprescindible recuperar en estos momentos de agonía. Pero no: el PP de Aznar —como el de Rajoy— no fue un partido ni siquiera remotamente liberal. Acaso pudo impulsar algunas medidas compatibles con el liberalismo —como también lo hicieron Zapatero o Rajoy— pero, en conjunto, su programa de gobierno fue más bien el de una socialdemocracia con tintes conservadores y mercantilistas que el de un liberal clásico, no digamos ya un libertario. Basta con repasar, de un modo no exhaustivo, algunos de los hitos políticos y económicos de Aznar —lo que hizo y lo que no hizo— para constatarlo:

Llegó al poder con una presión fiscal del 38% del PIB y se marchó con una presión fiscal del 38% del PIB. De hecho, nombró ministro de Hacienda a Montoro.

Le legó a Zapatero un gasto público equivalente al 38,2% del PIB y Zapatero lo dejó, al finalizar su primera legislatura, en el 39% del PIB.

Apadrinó la creación de medio millón de nuevos empleos públicos (prácticamente tantos como los que luego añadiría Zapatero).

Mantuvo la regulación del mercado laboral que a su vez conservaría Zapatero y que durante la última crisis provocó una masiva destrucción de empleo hasta ser enmendada por la reforma de Rajoy en 2012.

Santificó la negociación colectiva a través de los corporativistas acuerdos interconfederales entre sindicatos y patronal, intermediados por el propio Gobierno.

No sólo preservó el sistema de pensiones públicas —negándose incluso a dar pasos hacia un modelo mixto como el existente en la mayor parte de Europa—, sino que trató de consolidarlo y apuntalarlo con la creación de un Fondo de Reserva de la Seguridad Social.

No redujo el control estatal sobre la educación, sino que lo incrementó muy sustancialmente con leyes como la LOU (la cual autoriza a los parlamentos autonómicos a paralizar políticamente la creación de universidades privadas)... Leer Más

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