Informe semanal: Lo que no mata engorda

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Capitalbolsa | 16 ene, 2018 17:23
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Europa empieza el ejercicio 2018 sin el catalizador fiscal de EEUU, el momentum de los emergentes o el “entusiasmo” inversor japonés. No obstante, pensamos que los activos de riesgo de la región tienen un elevado grado de atractivo apoyado en los fundamentales cíclicos y unas valoraciones atractivas.

Desde el punto de vista económico, las señales de la fortaleza de la zona Euro son amplias. La confianza de los inversores y la inversión han experimentado un rebote significativo. El gasto del consumidor está subiendo y el nivel de desempleo en la región se encuentra en niveles de 2005. El proceso de consolidación del gasto público está prácticamente terminado y se empieza a observar un, todavía tímido, proceso de expansión fiscal. Además, el superávit por cuenta corriente del 3,1% del PIB, permite la reducción de la deuda externa de la región.

Esta mejora de la economía europea se sustenta sobre una base sólida con amplio recorrido. Aunque el crédito al consumo y a empresas está creciendo, lo hace desde una base baja que no hace pensar en futuros problemas de apalancamiento. Es cierto que el buen tono cíclico no es completamente uniforme pero existe un elevado grado de sincronía interno. El buen tono macroeconómico tiene su reflejo en la esfera empresarial.

Mientras los beneficios de las compañías europeas descendían entre 2011 y 2016, debido en buena medida a la exposición de los índices de la zona Euro a las materias primas, al sector financiero y a los países emergentes (con una reducida exposición a tecnología, el sector que mejor se ha comportado), las tornas para estos sectores empiezan a ser cada vez más favorables.

Adicionalmente, en el plano político, a pesar de que todavía nos queda por conocer el resultado de las elecciones italianas, lo cierto es que la reforma electoral de 2017 reduce la probabilidad de aparición de escenarios “extremos” (y el año pasado se despejaron las mayores incógnitas en la región, Francia y Holanda). Por último, en contraste con otras regiones, el mandato de Draghi se mantendrá hasta 2019, por lo que no habría motivos para esperar una alteración de la política monetaria.

Por tanto, seguimos haciendo una apuesta por la renta variable europea, apoyada en un contexto macro y micro favorables, así como unas valoraciones atractivas (en relativo) frente a otras zonas geográficas cuyo comportamiento tiene, a nuestro juicio, más que ver con unos niveles de “exuberancia” ligados a la última parte de ciclo.

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