Como nunca he tenido un accidente puedo conducir sin cinturón. Así funciona la bolsa

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Capitalbolsa | 26 jun, 2017 19:41 - Actualizado: 08:14
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Siempre he dudado de la Hipótesis de los Mercados Eficientes, que sostiene que los inversores son tomadores de decisiones racionales, y que los precios del mercado reflejan plenamente toda la información disponible, es decir, la sabiduría de las masas.

Mi experiencia como gestor no se ajusta a esa hipotética “decisión racional de las masas”, ni a que el mercado refleja plenamente toda la información disponible. Esto se ve con más claridad en momentos de picos emocionales, ya sean de pánico o de euforia. En esos momentos, la racionalidad brilla por su ausencia.

Andrew W. Lo, profesor de finanzas en el MIT Sloan School, ha expuesto otra hipótesis con la que estoy mucho más de acuerdo: La Hipótesis de los Mercados Adaptativos.

Andrew W. la resumen así:

Esta hipótesis se basa en las recientes investigaciones en psicología, neurociencia, biología evolutiva e inteligencia artificial, para mostrar que el comportamiento humano es el resultado de varios componentes del cerebro, algunos de los cuales producen un comportamiento racional, mientras que otros producen un comportamiento emocional más instintivo. Estos componentes a menudo trabajan juntos, pero ocasionalmente compiten entre sí. Por razones evolutivas, la racionalidad puede ser superada por la emoción y el instinto cuando nos enfrentamos a circunstancias extremas como amenazas físicas, y eso afecta a los mercados.

La naturaleza adaptativa de las cogniciones humanas también significa que los inversores están sujetos a percepciones erróneas de vez en cuando. Después de un período en el que no experimentamos ningún evento negativo, nuestra percepción es que el riesgo ha disminuido. Así que naturalmente, respondemos asumiendo un riesgo adicional.

El problema es que, en muchos casos, el riesgo no ha disminuido en absoluto - sólo que hemos experimentado un periodo en el que nada malo ha pasado. El resultado es que nos estamos exponiendo a más riesgo del que somos conscientes. Cuando ocurre un evento negativo, nos enfurecemos y nos vamos al extremo opuesto. Después de que nuestro temor disminuye, nos damos cuenta de que este extremo tampoco es el adecuado, así que comenzamos el ciclo de nuevo.

Pongamos un ejemplo. Piense en los cinturones de seguridad. Llevo el mío todo el tiempo aunque no he tenido un accidente en mucho tiempo. Una respuesta típica a un gran historial de seguridad podría ser: "Son un conductor muy hábil, ya no necesito cinturones de seguridad". Pero no pensamos de esa manera porque hemos aprendido que no podemos predecir cuándo vamos a tener un accidente. Este es un ejemplo de cómo los seres humanos se han adaptado a nuestro sesgo de percepción de riesgo.

La mayoría de nosotros no hemos hecho lo mismo en los mercados financieros. Muchos nos sentimos como esta reflexión: "Llevo haciendo dinero en los mercados tres o cuatro años. El mercado no es tan arriesgado. Me puedo permitir el lujo de asumir más riesgo de lo que estoy haciendo". Esa sería una lección equivocada.

Deberíamos operar en los mercados con el mismo sentido común que en el ejemplo del cinturón de seguridad. Aunque hace muchos años que las bolsas han permanecido claramente alcista, no debo bajar la guardia y mantener un nivel de prudencia razonable, porque no sabemos si el próximo crash está a la vuelta de la esquina. ¿Lo haremos? Probablemente no.

Carlos Montero - Lacartadelabolsa

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