BBVA mejora su previsión de crecimiento PIB español al 3,3% en 2017 y 2,8% en 2018

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Capitalbolsa | 12 jul, 2017 14:27
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El crecimiento del PIB será mayor que el previsto hace tres meses, debido al mejor desempeño de la economía española y al mantenimiento de un entorno que facilitará la continuación de la recuperación.

En particular, se espera que el PIB aumente el 3,3% en 2017 y el 2,8% en 2018, 3 y 1 décimas más que lo previsto en la anterior edición de Situación España. De cumplirse estas previsiones, la tasa de paro podría reducirse en más de 2 puntos porcentuales (pp) en media por año hasta alcanzar el 15,3% en 2018. Esto implicaría la creación de más de un millón de puestos de trabajo en el conjunto de los dos años y la recuperación de dos tercios del empleo perdido durante la crisis.

Se confirma la aceleración del crecimiento durante el primer semestre de 2017. Los datos de la Contabilidad Nacional del primer trimestre del año estuvieron en línea con lo previsto hace tres meses por BBVA Research, al mostrar un crecimiento del 0,8% t/t, por encima de lo observado durante los dos últimos trimestres de 2016. Asimismo, la composición de la demanda interna ratificó el menor aumento del consumo privado, que fue más que compensado por la recuperación del gasto en inversión y el fuerte incremento de las exportaciones. Esto ha dado como resultado una contribución positiva de la demanda externa. Los datos del segundo trimestre del año apuntan a que esta tendencia se mantendrá, incluso con una aceleración del crecimiento del PIB hasta el 1,0% t/t. Detrás de lo anterior está un mejor comportamiento del gasto en consumo privado, impulsado por la mejora de la riqueza de las familias, la disminución en la tasa de ahorro y el aumento del crédito. Asimismo, la recuperación del mercado inmobiliario se consolida, concentrada en aquellos lugares donde la demanda externa ha actuado como soporte y en las principales áreas urbanas. El tamaño del ajuste observado durante los últimos 10 años en el sector de la vivienda asegura que esta reversión de las tendencias tenga recorrido al alza, sin que esto suponga volver a los desequilibrios que se observaron en el pasado. Por su parte, las exportaciones han mantenido el crecimiento, a pesar del impacto negativo que está teniendo la depreciación de la libra esterlina, la desaceleración de la actividad en el Reino Unido o el conflicto laboral en el sector de la estiba durante el primer semestre. La continuación de la fortaleza de la inversión en maquinaria y equipo, junto con las ganancias de competitividad alcanzadas durante los últimos años y el mantenimiento de un entorno favorable para el turismo, ayudarán a que sigan aumentando las ventas de bienes y servicios al extranjero. Finalmente, esto se produce a pesar de que el gasto público no contribuye de manera significativa a la recuperación como consecuencia de la necesidad de continuar reduciendo el desequilibrio en las cuentas del sector y también en parte debido a la tardía aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017.

El entorno internacional relevante para la economía española mejora, gracias a la aceleración del crecimiento mundial, la reducción de la incertidumbre política europea, la caída del precio del petróleo y el mantenimiento de unas condiciones monetarias laxas. En particular, se revisa al alza la previsión de incremento del PIB en la UEM hasta el 2,0% (vs. 1,7% hace tres meses). Buena parte de esta mejora ya estaría reflejada en el incremento de las exportaciones españolas observado durante la primera mitad del año y, en sí misma, explicaría buena parte de la aceleración reciente de la actividad en el país. Por otro lado, los resultados de las elecciones en Francia han reducido la incertidumbre sobre las políticas que se implementarán en el principal socio comercial de la economía española.

Asimismo, aunque la tensión geopolítica se mantiene elevada, no parece estar pesando sobre el precio del petróleo, el cual se ha situado algo por debajo de lo esperado hace tres meses. Dado que dicho comportamiento parece deberse más bien a una mejor evolución de la oferta, y no a una disminución de la demanda, el impacto sobre la economía española sería positivo. Adicionalmente, se mantiene la expectativa de que los tipos de interés de referencia continúen en mínimos históricos y que el BCE comience a retirar gradualmente los actuales estímulos a partir de 2018. Más aún, se espera que la política monetaria siga apoyando a la demanda interna todavía por un tiempo prolongado. Así, las condiciones laxas en el crédito continuarán atrayendo a la demanda, mientras que la solvencia del sector financiero, en continua mejoría gracias al proceso de consolidación y de ganancias de eficiencia en curso, garantizará el incremento de la oferta.

El tono de la política fiscal será prácticamente neutral si se cumple con el objetivo de déficit. El trámite parlamentario y la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2017 no han supuesto cambios relevantes sobre lo ya conocido hace tres meses. Dada la evolución reciente de las cuentas públicas, continúa siendo factible el cumplimiento del objetivo, siempre que la mejora cíclica se destine completamente a la reducción del déficit. Esto requerirá un mayor control del gasto, dada la creciente probabilidad de que algunas partidas de la recaudación (IRPF) no se comporten en línea con las previsiones del Estado. Respecto a la aprobación de la regla de gasto para 2018 y los nuevos objetivos de déficit para las administraciones públicas, la primera hace factible el cumplimiento de los segundos. Sin embargo, la probabilidad que se alcancen las metas individuales es reducida para algunas partes del sector público, lo que afecta negativamente a la credibilidad del proceso.

Aunque las cifras de crecimiento del PIB han sorprendido al alza, se mantiene el diagnóstico de una desaceleración gradual a futuro. Previsión que se ha reforzado por la moderación en el incremento del consumo privado. Factores como el agotamiento de la demanda embalsada durante la crisis, el menor impacto de algunos vientos de cola (precio del petróleo, tipos de interés, impulso fiscal) o una tasa de ahorro de las familias en niveles bajos apuntan a que el avance de la demanda interna podría ser algo menos dinámico durante los siguientes meses. Por otro lado, aunque existe capacidad sin utilizar todavía en el sector turístico, esta se encuentra distribuida de forma heterogénea a lo largo del territorio y comienzan a observarse señales de presiones en precios en algunas comunidades autónomas que pueden ralentizar el ritmo de visitas tanto de ciudadanos nacionales como de extranjeros. Adicionalmente, se observa una cierta reversión del proceso de sustitución de importaciones no energéticas que se produjo en el período inmediatamente posterior a la crisis. Ello como consecuencia, probablemente, de factores como el cambio de modelo productivo o la recuperación del gasto en bienes durables. Ambos factores podrían limitar la contribución de la demanda externa durante los próximos meses. Finalmente, existe incertidumbre sobre el momento en el que comenzarán a observarse restricciones sobre la disponibilidad de trabajadores con la cualificación suficiente para cubrir las vacantes que se vayan generando en el mercado laboral español. Algunas estimaciones sobre el paro estructural en la economía española apuntan a que esta situación podría producirse durante los próximos dos años. De ser cierto lo anterior, el avance del empleo se volvería más lento, incrementando aún más la desigualdad entre los que tienen un puesto de trabajo y los que no. Por el momento, la ausencia de presiones salariales apunta a que este nivel de paro estructural no se habría alcanzado todavía. En todo caso, esta discusión pone de manifiesto la necesidad de implementar reformas que mejoren la eficiencia del mercado laboral y su equidad, dados los todavía elevados niveles de desempleo

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